Las claves del rescate de Julen
El pequeño cayó hace trece días a un foso de 100 metros de profundidad en Totalán (Málaga).
Toda España ha estado pendiente de Julen. El niño de dos años cayó hace trece días a un pozo de más de 100 metros de profundidad en Totalán (Málaga). Los equipos de rescate se han afanado para llegar hasta él en un operativo retrasado una y otra vez por las dificultades técnicas, pero inasequible al cansancio, pues sus integrantes han trabajado día y noche desde el principio. "Es el hijo de todos", dijo un responsable del operativo.
Las esperanzas de encontrar con vida al pequeño empezaron a menguar con el paso de las horas y, cuando se ha hallado el cadáver del niño, sólo unos pocos se agarran a posibilidades nada realistas de supervivencia. Cada información sobre un nuevo retraso en las labores de rescate supuso una losa en el ánimo de la familia de Julen, acompañada constantemente por un equipo de psicólogos y alojada en una casa de Totalán cedida por un vecino de Totalán.
Julen era un niño de dos años que cayó el domingo 13 de enero a un pozo de 100 metros de profundidad en Totalán (Málaga) y alrededor de 25 centímetros de diámetro. El pequeño pasaba un día de campo junto a sus familiares cuando cayó al estrecho foso del que los equipos llevan ya diez días tratando de sacarlo.
El niño es muy querido en el barrio de El Palo de Málaga, donde vivía junto a sus padres. Tras el accidente, sus vecinos recordaron que era muy activo y que solía jugar en las calles de la barriada con su triciclo o su balón. Julen estaba especialmente arropado por sus vecinos, puesto que su hermano Oliver murió a los tres años de un infarto.
El cuerpo de Julen fue hallado, tras casi dos semanas de búsqueda, sin vida.
Un tapón de piedras y tierra a unos 70 metros de profundidad en el pozo abandonado ha dificultado a los rescatistas, entre ellos bomberos, ingenieros y empresarios expertos en excavación, llegar al niño.
El portavoz de la Guardia Civil que ha dado cuenta de los avances del rescate desde el lugar de los hechos, Bernardo Moltó, insistió en su momento en que se trabaja "con la idea de que Julen esté vivo". De hecho, las labores de rescate no se han suspendido ninguna noche desde el día de la desaparición.
Miguel Ángel Nevado, técnico en evacuación de agua y conducciones que se ofreció a ayudar al dispositivo al ver que no había avances, explicó que los bomberos y guardias civiles que participan en las tareas "son padres y lo viven como algo personal, sin descanso, con barba de tres días".
A pesar del compromiso de los rescatadores, el paso de los días hizo flaquear la esperanza de encontrar al niño con vida. Su familia no contemplaba esa opción. Tras dar a entender en un momento de absoluta desesperación que no se estaba haciendo lo suficiente, el padre de Julen, José Roselló, admitió que lo único que les daba fuerzas era la posibilidad de que su hijo fuese encontrado con vida.
Roselló aseguró, cuando el niño llevaba ya 72 horas en el pozo, que "estamos muertos, pero con la esperanza de que tenemos un ángel -en referencia a un hijo de tres años que falleció hace algo más de un año- que va a ayudar a que mi hijo salga vivo de ahí lo antes posible".
También alimentó esa esperanza un experto espeleólogo. José Antonio Berrocal, presidente de la Federación Andaluza de Espeleología, quien expresó a los cuatro días de la desaparición su "absoluta confianza" en que el niño pudiera estar vivo. Berrocal aludió a otros rescates en situaciones parecidas en los que "se ha podido rescatar a una persona con vida incluso diez días después" de ocurrir el suceso.
La clave, a su entender, pasaba porque el tapón que impedía llegar hasta el niño no fuera hermético y por lo tanto Julen dispusiera de oxígeno y además que el pequeño estuviera en un estado de semiinconsciencia o, al menos, en una posición más cómoda.
A contrarreloj y muy difícil.
Tras una fase de valoración para descartar cualquier daño al pequeño y asegurar la integridad de los rescatistas, los trabajos en la zona se centraron en la construcción de un túnel paralelo al pozo en el que cayó Julen. Las máquinas debían excavar una altura de alrededor de 70 metros para llegar a la altura a la que se cree que está atrapado el niño.
El plan inicial era, una vez excavada esa galería paralela, revestirla con una tubería que evitaría derrumbes y permitiría trabajar a una unidad de mineros que habrá de llevar a cabo la fase más crítica del rescate: excavar otra galería que conectará el pozo del accidente con la galería paralela a la altura a la que se cree que está Julen.
Los trabajos de preparación del monte se llevaron a cabo sin ningún problema, pero todo lo que ha ocurrido después han sido contratiempos que han ido alargando una y otra vez los plazos y la angustia.
En primer lugar, la excavación del túnel paralelo fue más lenta de lo que se había pensado, puesto que el terreno resultó ser más duro de lo esperado y había que administrar el uso de las máquinas para no averiarlas.
Con el túnel ya construido, la segunda dificultad surgió con el encamisado. Las tuberías que estaba previsto introducir en su interior para asegurarlo no cabían, debido a "discontinuidades" en las paredes de la galería. Esta circunstancia obligó a los equipos de rescate, este martes por la tarde, a perforar de nuevo el túnel para darle un mayor grosor.
En esa tarea han estado los equipos de rescate durante las últimas horas, por lo que el grupo de rescate minero de Hunosa, los especialistas elegidos para llevar a cabo la última fase de la operación, todavía no han podido comenzar su trabajo.
Las autoridades españolas han recibido ofertas de decenas de empresas internacionales para colaborar en la búsqueda, en la que coopera la firma sueca de geolocalización Stockholm Precision Tools AB, que participó en el rescate de los 33 mineros atrapados por 69 días en el norte de Chile en 2010.
Las dificultades son frustrantes pero, hasta cierto punto, normales. El operativo de rescate está llevando a cabo en unos pocos días una tarea de ingeniería que, habitualmente, se alarga meses. Las dimensiones de la obra quedan reflejadas en algunas cifras ofrecidas por el delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, en su última comparecencia este martes: se han movido más de 40.000 toneladas de tierra y se está excavando una altura equivalente a la de la Giralda de Sevilla.
Finalizada esa fase ha sido el turno de la Brigada de Salvamento Minero de Asturias, que se fundó en 1912, cuando la minería comenzaba a ser un motor de la industria en Asturias y no había expertos en rescates en pozos. Siempre ha estado formada por hombres altamente cualificados y entrenados para actuar en situaciones extremas.
Según todos los indicios, el pozo en el que permanecía atrapado el niño fue construido para buscar agua en la zona, pero se llevó a cabo sin licencia y sin los permisos pertinentes por parte de la Junta de Andalucía.
Antonio Sánchez, el empresario que realizó el pozo, ha asegurado que selló el orificio y que su actuación ha sido modificada posteriormente. El pocero está convencido de que su proceder ha sido correcto y ha afirmado que no quiere ningún abogado "y que venga lo que sea".
El caso ha provocado una enorme convulsión en España e incluso la reina Letizia habló el lunes con el alcalde Totalán para interesarse por las labores de rescate y enviarle apoyo a la familia.
No hay precedentes en España, pero el caso de Julen recuerda a otros dos similares anteriores: el de Alfredo Rampi, un niño italiano de seis años que fue hallado muerto tras caer en un pozo cerca de Roma en 1981, o el de Jessica McClure, una bebé de 18 meses rescatada viva en octubre de 1987 tras 57 horas en el fondo de un pozo en Texas.