Pol Monen, el actor al que comparan con Javier Bardem de joven
Netflix, Telecinco, RTVE y cineastas reconocidos ya cuentan con él.
Solo tiene 23 años, pero muchos ya comparan a Pol Monen con Javier Bardem en sus primeros papeles. Otros lo hacen con Mario Casas, y le auguran un futuro lleno de proyectos, aunque su trascendencia aún está en los albores de ser equiparable a la de alguno de estos dos actores. Su nombre ya les suena a los amantes del cine y pronto lo hará a los de la pequeña pantalla.
El catalán, que estuvo nominado al Goya a Mejor actor revelación por su papel en Amar(de Esteban Crespo), está a punto de estrenar Vivir sin permiso en Telecinco, además de la película Tu hijo (también junto a José Coronado) y la serie Bajo la red (en Playz, de RTVE). También ha trabajado en un videoclip erótico con La Casa Azul (Ataraxia) y habla de otro de sus proyectos con un brillo especial en los ojos, sin poder contener la sonrisa: su desembarco en Netflix. Será en La Reina del Sur, que ha elegido Colombia para su rodaje.
En solo un año su carrera ha cogido una velocidad de vértigo, pero Monen intenta mantener los pies en la tierra. La fama no es su objetivo, aunque entiende que muchas veces va de la mano del cine y que no puede renunciar a ella si espera que su trabajo se reconozca. "Hay mucha tontería. A veces viene con el trabajo y lo entiendo, pero la repercusión no me motiva a la hora de escoger un proyecto", añade.
Monen es afortunado como pocos de los que se dedican a lo mismo que él, pero nada le ha caído del cielo. "Es fruto de mucho trabajo. Nadie te asegura regularidad. Vivo el momento", explica en una entrevista con El HuffPost.
El joven quiere que sea su trabajo el que lo convierta en alguien conocido y reconocido, porque nunca le ha interesado la vida personal de los actores. Al final, asegura, "un actor debe ser capaz de encarnar una ficción. Su vida personal es algo extinto. No necesito saber qué hace Bardem por las mañanas". Lo que le interesa es lo que conoce (de Bardem) a través de sus papeles.
Chico Almodóvar
Como muchos actores del panorama nacional, Pol Monen estudió Periodismo y acabó eligiendo la interpretación, aunque al principio compaginaba la formación de ambas. Empezó a hacer teatro a los 10 años en Barcelona y se formó profesionalmente en Madrid, a la vez que cursaba la carrera de Ciencias de la Información.
Su primera aparición en el mundo del cine fue hace trece años y de una forma increíblemente fugaz, exactamente un segundo y medio. Lo hizo por la puerta grande, lo que le permitió ser testigo de un rodaje a gran escala que logró deslumbrarlo. Casi podríamos decir que Pol Monen es un chico Almodóvar, porque ese efímero 'papel' fue en La mala educación(2004). Describe esa experiencia como "superespecial" por estar con grandes actores. Aquel rodaje despertó su curiosidad e impulsó su vinculación con el teatro: su madre (que es profesora) le hizo caso y le apuntó a clases.
Fue la primera vez de este miembro de la cantera catalana, esa nueva generación de actores que representan el futuro de su profesión y en la que según él destacan Álex Monner (Pulseras rojas), Oriol Pla (El día de Mañana) o Greta Fernández (que estará en la nueva película de Isabel Coixet). "Para la proporción que tenemos, sí que hay muchos actores catalanes. Ha pasado porque tenía que pasar. A mí me ayudó ir mucho al teatro desde pequeño, aunque mis padres no se dedicaran a esto. Iba una vez por semana al cine, leía mucho... Un ambiente que fomente la cultura siempre hace que un hijo quiera dedicarse a algo más artístico", analiza el joven.
Aun así, asegura que no se trata de una regeneración. El cine o las series carecerían de sentido si así fuese, porque desaparecerían papeles imprescindibles. De hecho, los nuevos aprenden "de las generaciones anteriores": "Hay un paso lógico de relevo generacional, pero eso no le quita trabajo a nadie. No debería. No creo que para que uno llegue tenga que expulsar a otro".
Él, personalmente, se ha fijado en Ricardo Darín, Javier Bardem, Luis Tosar, Antonio de la Torre, Tom Hardy o Michael Fassbender, "que es un crack". Además, sale en defensa de Mario Casas, con quien le comparan, ante la pregunta de por qué no existe término medio con el protagonista de Contratiempo: o se le adora o todo lo contrario.
En su opinión, "está estigmatizado. No es un mal actor, todo lo contrario. Ha habido papeles que he visto y me han gustado. No todo el mundo vale para todo, seas Mario Casas o seas Daniel Day-Lewis, aunque igual Daniel no es el mejor ejemplo porque es tan bueno que sí podría hacerlo todo", dice. "Cada actor tiene un abanico y unos lo tienen mucho más limitado y otros pueden ser mucho más versátiles, como Meryl Streep. Mario seguramente es de las únicas estrellas jóvenes que tenemos en el cine español y se demanda para muchos papeles, y en alguno estará mejor que en otros. Lógico", relata.
Lo tiene claro, igual que muchas de sus pasiones. Le encanta viajar como una forma de curar prejuicios, de los que un actor debe estar libre, porque "si juzgas lo que hace el personaje que interpretas tienes un problema como actor. Viajar y leer te conecta bastante con la empatía. Es enriquecedor a nivel personal". Además, se confiesa fascinado por la cultura judía: "Su forma de educar a los niños es muy bonita. Tienen una búsqueda de la excelencia, en cuanto a la profesión, muy positiva. El pueblo judío ha destacado en ciencia, medicina, arte, cine y muchos campos. El 25% de los Nobel de toda la historia son judíos, a pesar de representar un 0,02% de la población mundial. Es algo desproporcionado", aunque cree que en España existe un gran desconocimiento porque "hay muy pocos judíos y la gente no tiene referencias".
Sus elecciones hablan también de sus prioridades, como la importancia que da al dinero. Poca, desde el momento en el que optó por el periodismo y la interpretación, reconoce entre risas. "Quiero vivir dignamente, pero entre mis sueños no está el de ser rico", confiesa.
Suprimera película como protagonista lo llevó al reto de tener que grabar varias escenas de sexo, aunque dice que no fue un problema para sentirse cómodo. De hecho, la confianza con la actriz María Pedraza y el director provocó que la complicidad traspasara la pantalla. "Sabíamos que era ficción, nos soltamos y lo pasamos bien. No fue nada traumático, creo que nos divertimos mucho. Estas escenas están sobrevaloradas, es una parte más del personaje. La gente les da mucha importancia", comenta con naturalidad. La misma que le llevó a estar nominado al Goya.
El actor insiste en que en Amar las escenas de sexo son importantes a nivel narrativo, no se trata de "puro morbo para vender", aunque reconoce que en el cine todavía "hay muchos desnudos que no están justificados", especialmente los de personajes femeninos: "Cada vez hay más desnudos de hombres, pero son muchos los de mujeres, y a veces innecesarios. Últimamente ha habido una especie de corriente puritana en el arte en general que no conviene. No creo en una censura del sexo o del desnudo en el arte. El cuerpo humano se ha santificado o se ha demonizado, se han hecho muchas cosas". Por todo ello, cree que el desnudo está sobrevalorado y que la persona que se dedica a ello debería sentirse cómoda. "No hay que forzar a nadie ni dar por hecho que debe hacerlo por ser actor o actriz".
Masculinidad frente a feminismo
Para el machismo y su calado en las nuevas generaciones también tiene unas palabras. Cree que es un tema en el que hemos avanzado, especialmente cuando ve el cine de hace diez años. "Pero no hay que bajar la guardia. Se ha construido una masculinidad: lo que se asocia a lo masculino son conceptos realmente estúpidos, como que tienes que ganar mucho dinero, tienes que dominar, ser el número 1... Si ves algunos referentes que tienen las nuevas generaciones, predican justo esto", asegura.
Desde el prisma crítico, también cuestiona las redes sociales y dice que son "interesantes para contar cosas de tu trabajo, pero debería ser un complemento y no una vara para medir el valor de alguien", comenta, y añade que "es ridículo que se dé un papel a un actor en función de sus followers". "Alucino. Coger a alguien solo por sus seguidores es muy perverso. Me tomo muy en serio mi trabajo y esto me da pena y va en contra de lo que se hace y de la calidad", se sincera.
Pol Monen aspira "a no ser un funcionario de la actuación". Además, detalla que comparte una inquietud con la mayoría de actores, que no saben "qué va a pasar mañana": "Eso lo hace muy especial. El panorama laboral ha cambiado tanto que el resto de la gente puede sentir lo que ha sentido un actor siempre".
Sin embargo, él rompe con ese grupo que entiende el cine como un arma de compromiso social. No le gusta "el cine en sentido pedagógico", no quiere que le "inculque ideas", le gusta "ser libre de elegir qué ver". Si la cultura tiene un compromiso con la sociedad es para eliminar prejuicios, apunta.
Los suyos, si es que los tiene, no son contra películas que están destinadas únicamente a ser taquillazos. "Todo puede convivir. Las taquilleras y las pelis independientes. Porque una película guste no tiene que ser de peor calidad. No me gusta tratar al pueblo como idiota o borregos, es un prejuicio muy grande", aclara. Así, indica que hay películas muy bien hechas que han recaudado mucho. "Mira Bayona. Y creo que hay arte en esas películas, es positivo que esas historias también lleguen a mucha gente", añade.
Dar su espacio a las mujeres
Y para llegar a mucha gente, él diría que ateniendo a las estadísticas lo tiene mucho más fácil por ser chico, pero no si mira el camino que está tomando el cine español. "Hay menos papeles femeninos a partir de los 45 años, pero que haya más directoras traerá también más papeles femeninos que no sean solo de 25 años. La solución está en dejar a las mujeres dirigir. Esto parece un poco paternalista, pero me refiero a darles su espacio". De momento, Pol Monen ya tiene el suyo, que cada vez es más amplio.