¿Una víctima española o la fotógrafa Gerda Taro?: la imagen de la Guerra Civil que está generando un debate viral
La foto de un médico de las Brigadas Internacionales atendiendo a una herida es señalada por algunos tuiteros como la última de la reportera, pareja del mítico Robert Capa.
John Kiszely, antiguo soldado e historiador militar británico, publicó el pasado 16 de enero en su cuenta de Twitter una imagen del archivo familiar en la que se ve a su padre, voluntario de las Brigadas Internacionales, atendiendo a una paciente durante la Guerra Civil española. La instantánea fue tomada en 1937, decía. Rápidamente, esta estampa en blanco y negro comenzó a cosechar retuits y "me gusta", además de numerosas respuestas de internautas que aplaudían la generosidad de aquellos combatientes extranjeros que acudieron a España a ayudar a la II República y, en particular, del doctor Kiszely.
Sin embargo, una réplica iba más allá y hacía una pregunta que ahora tiene en vilo a los usuarios: ¿Tiene sentido preguntarse si la mujer que yace herida es Gerda Taro, la fotógrafa de guerra alemana, primera mujer fotoreportera en cubrir un conflicto armado y primera en perder la vida en él?
El usuario War Talks at TCL (del que se desconoce su nombre real) recordaba que la periodista, conocida además por haber sido la pareja del mítico fotógrafo húngaro Robert Capa, había muerto tras sufrir un accidente con un tanque en la Batalla de Brunete, en julio de 1937. Entonces, Kiszely hijo mostró en su cuenta el reverso de la imagen:
En ella se ve está escrito "Mrs. Frank Capa. Brunete" (Señora de Frank Capa. Brunete). Por eso, felicitó a Wars Talk por su buen "trabajo detectivesco". Ya hay especulaciones en Twitter sobre si no pone "Frank" sino "frau", señora en alemán, que ahondaría en esta tesis.
¿Pero se puede decir que la mujer de la imagen es Gerda Taro? ¿Hay elementos suficientes para hacerlo? ¿Son esos sus rasgos? A priori, las dudas son importantes. Como escribe Fernando Olmeda, uno de los mayores expertos españoles sobre la reportera alemana y autor de Gerda Taro, fotógrafa de guerra, hay cosas que no casan: Taro (o Pohorylle, que era su verdadero apellido) sufrió heridas muy graves al ser aplastada por un tanque en Brunete, mientras que la joven de la imagen no parece tener graves lesiones en el estómago, con los intestinos fuera, como relataron los testigos de su agonía; la data es igualmente confusa, porque Gerda murió el 26 de julio del 37 y la imagen es supuestamente de junio (un mes que aparece curiosamente escrito en castellano, no en inglés); en el revés de la foto se lee "En Torrelodones", pero ella no fue herida en esa localidad madrileña, sino en la zona de Brunete y Valdemorillo y, de seguido, fue atendida en un centro de El Escorial, y Capa tampoco se llamaba "Frank" sino Robert, aunque es cierto que las confusiones con su nombre (inventado por Gerda como marca comercial) fueron importantes al inicio de su carrera; también le chirría a Olmeda el hecho de que la imagen parezca tomada por un profesional y no por un aficionado, lo que hace pensar que se habría filtrado antes, en estos más de 80 años, si fuese de veras de una de las pioneras del fotoperiodismo mundial.
ASÍ FUE SU ACCIDENTE
Taro conoció a Capa (entonces aún André Friedmann) cuando los dos eran refugiados judíos, una alemana y el otro húngaro, en el París de 1934. Desde el inicio se enamoraron e hicieron pareja profesional. Ella buscaba empleos para el reportero, facturaba, escribía pies de foto, proponía coberturas... hasta que aprendió también la técnica y empezaron a disparar conjuntamente. Gerda se inventó la etiqueta "Robert Capa" de su supuesto periodista de EEUU muy cotizado para colarle temas a las revistas francesas. Funcionó.
Así acabaron cubriendo para varias de ellas la contienda civil española, como pareja profesional y sentimental. Muchas imágenes se vendieron con el sello "Robert Capa", aunque fueran hechas por los dos. Los años en España distanciaron a los dos reporteros, Gerda cada vez más libre y centrada en su carrera, Bob cada vez más encumbrado en la fama.
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En julio de 1937, Taro aceptó un encargo de Ce Soir para cubrir un congreso de escritores en Madrid y, ante el recrudecimiento de los combates en el oeste de la provincia, pidió permiso para quedarse más tiempo. Llegó a Brunete –donde más intenso era el fuego– el 12 de julio, seis días después de que comenzase el asedio de la zona por parte de 50.000 republicanos, dispuestos a cortar las principales vías de abastecimiento nacionales. Los tanques y aviones fascistas arrasaron la zona.
El día 15, tras superar otra noche difícil, la alemana se levantó muy temprano para lograr mejores imágenes (más luz, menos humo). Tenía un ansia doble: quería no solo fotografiar con su Rolleiflex sino filmar la zona, entusiasmada como estaba con la posibilidad de hacer un proyecto cinematográfico que llevaba semanas preparando con una cámara de Capa, y además al día siguiente tenía billete de regreso a París. Testigos de aquella mañana como el reportero Ted Allan afirman que su actividad fue frenética, que tuvo tiempo hasta para abroncar a los republicanos que rompieron filas ante la fiereza del bombardeo y que algunos soldados le hicieron caso y se reagruparon, como si la orden viniera de un general.
En esa desbandada, Taro y Allan vieron el coche que habitualmente usaban los generales republicanos. Al acercarse se dieron cuenta de que llevaba en realidad a tres heridos. Como el vehículo no iba a detenerse, los dos periodistas saltaron encima y se agarraron a los estribos. Gerda quería llegar a su hotel de Madrid y descansar. De repente, un tanque republicano apareció en el camino sin control, muy rápido. El conductor del coche dio un volantazo tratando de evitar el choque, pero aún así el tanque arrolló el lateral donde iban los reporteros. Los médicos norteamericanos de El Escorial que operaron a Gerda de madrugada pensaron que podría sobrevivir, como mucho, con una cojera, pero sus previsiones fallaron y la fotógrafa murió el 26 de julio.
Capa estaba en esos momentos en París, hasta donde se desplazaba cada poco a por nuevos encargos y pagos. En sus memorias escribió que conoció la noticia por el diario L´Humanité. Estaba ocupado preparando una propuesta para hacer un gran reportaje a cuatro manos con Gerda para Life, que les llevaría a China por unos meses. Le extrañó que no llegara a Francia el día convenido, así que llamó a sus contactos de Madrid. Estaba en la consulta del dentista cuando supo lo que había pasado. La reportera fue trasladada a Francia vía Valencia, con honores de luchadora antifascista.