Moderna de Pueblo: "Estamos reivindicando cosas muy sensatas y nos llaman feminazis"
Raquel Córcoles publica 'Idiotizadas, un cuento de empoderhadas', un libro "muy atado al feminismo" en el que narra con humor los dilemas de su generación.
"Crecimos con cuentos de hadas y acabamos idiotizadas". Así anuncia Moderna de Pueblo su nuevo libro, un cómic repleto de hechizos idiotizantes con los que la sociedad somete a las mujeres y de contrahechizos de empoderamiento con los que ellas los combaten.
Moderna de Pueblo, alter ego de Raquel Córcoles (Reus, 1986), se ha basado en experiencias propias y de amigas para crear Idiotizadas, un cuento de empoderhadas. Protagonizado por Zorricienta, Gordinieves y La sirenita pescada, el cómic parodia anécdotas (muy reales y a veces dramáticas) de lo que puede vivir una chica cualquiera: que si los comentarios "PORTU" ("te lo digo por tu bien"), que si la cistitis recurrente, que si una madre sufridora y explotada que se siente culpable por haberse divorciado...
El HuffPost ha entrevistado a Moderna de Pueblo y ella ha hablado sin pelos en la lengua de su libro, del sexismo omnipresente, del polémico caso de La Manada y hasta de Amaia, de Operación Triunfo.
¿Tan pequeño es Reus (de más de 100.000 habitantes) para considerarlo pueblo?
No, la verdad es que no, pero es una comparación, porque cuando vine a Madrid para mí era la gran ciudad, así que cuando iba a Reus decía que volvía al pueblo. Y además allí tienes la sensación de que siempre te puede conocer alguien, como si hubiera cámaras de vigilancia en cada rincón, porque todo el mundo conoce a tu tío, o es el hijo de no sé quién que conoce a tu madre, entonces genera esa sensación de menos libertad. Por eso decíamos: es que Reus es un pueblo. Aunque después de unos años en la capital, está la típica frase de: "¡Es que Madrid es un pueblo!" (risas). Ya cada vez estamos más de vuelta de todo.
¿Es verdad que tienes de amigas a Zorricienta, Gordinieves y La sirenita pescada o sus rasgos son una mezcla de muchas personas?
Es verdad que [el libro] está todo inspirado en mi grupo de amigas y en una trama conjunta que hemos vivido, y en la que creo que pueden verse reflejados otros grupos. Es esa etapa de separación, de que unas ya están tomando el camino de irse a vivir a las afueras y procrear, mientras que las otras siguen como a los 20 o peor, dando tumbos o llevando una vida sin esas obligaciones, sin pensar en hipotecas ni en reformas, pagando el alquiler de una habitación en un piso compartido. Ahí hay una gran diferencia en el estilo de vida y, aunque mi grupo es más grande que las cuatro protagonistas de Moderna, hay unas que encajan más en Zorricienta, hay una que es Gordinieves —ella sí está totalmente basada en una personaja amiga mía, mi musa—, y luego la Sirenita pescada es una mezcla de cosas que incluso me han pasado a mí y a otras amigas: una ya está embarazada y otra nos lo acaba de contar justo en la presentación del libro. Hay dos caminos muy marcados, y yo estoy siempre en medio.
¿Tienes alguna favorita entre las tres?
Me encantan Zorricienta y Gordinieves, y la Sirenita pescada es el típico personaje que no queremos ser pero que más somos. Por eso me gustan tanto las otras dos, porque son el ideal, piensas: Yo quiero ser así, qué tías más empoderadas, viven como quieren, parece que no han nacido en el mismo mundo que yo, no les importan los prejuicios ni nada.
Me llamó la atención una viñeta del libro en la que alguien dice: "Ni machismo ni feminismo, igualdad". ¿Te basaste por casualidad en la actriz Paula Echevarría y sus famosas declaraciones: "Ni feminista ni machista, hay que ser persona"?
Lo dijo Paula Echevarría, pero yo lo he oído muchísimo. La frase aparece en una página en la que hablo de que ser una señorita es lo que está bien visto como mujer. Las madres dicen: "¡Qué orgullo de hija, es perfecta!". Tu jefe está tan contento contigo, tus padres también. Y el hecho de tener que complacer a todo el mundo es lo que hace que muchas mujeres digan esta frase, porque creo que les da miedo que se les vincule al feminismo, un tema controvertido al que se asocian connotaciones negativas. Entonces ellas, para alejarse de eso y seguir manteniendo una imagen de no caer mal a nadie, dicen: "Yo no soy feminista, quiero la igualdad". En realidad, la igualdad es lo que quiere el feminismo. Pero ellas quieren alejarse de ese término contaminado que va a recaer en su imagen perfecta que contenta a casi todos.
¿Piensas que en España se necesita más educación en este tema, ya que sigue habiendo tanta confusión al respecto?
Es como hablar con una pared. Te dicen: "¡FEMINAZI!". Tú respondes: "No, yo soy feminista, no quiero aplastar al género masculino, quiero igualdad". Y su respuesta: "¡FEMINAZI!". Así que no hay diálogo. La definición de feminismo está ahí; está claro que es algo lógico que todo el mundo tendría que ser, pero no hay diálogo por parte de un bando, que no entiende que feminismo es lo que es. Y que no entienden que el feminismo es un camino que estamos recorriendo. Igual que nos hemos desidiotizado y hemos desaprendido ciertas cosas que antes no veíamos, aún quedan muchas más. Esto va cambiando, es un diálogo abierto, tú y yo podemos ser feministas y no estar de acuerdo en muchas cosas. A veces parece que "como no coincido con esto que ha dicho esta feminista, no soy feminista". Y eso no tiene nada que ver; dentro del feminismo hay muchas opiniones y muchos temas que aún están por debatir.
¿Te han llamado feminazi alguna vez?
Hombre, claro. Creo que a cualquiera que haya publicado o dicho algo feminista se lo han llamado. Se ha convertido en un sinónimo. Entendería que si pides la castración te llamen feminazi, pero estamos reivindicando cosas muy sensatas y nos llaman feminazis.
¿Y has notado que los insultos de este tipo han aumentado últimamente?
En Cooltureta tenía un personaje que se llama la Feminazi en una época en la que feminazi era un término gracioso que salía de vez en cuando y que podíamos usar tú y yo, en plan: "Uy, estoy de un feminazi últimamente; me he leído no sé qué noticia y me he calentado". Y luego esa palabra se la han apropiado todos esos trolls, Forocoches... el mundo hetero más antifeminista, que ha empezado a hacer una campaña a tope. Esa palabra ha adquirido tales connotaciones y tal presencia que a veces me preguntan: "¿Cómo pudiste hacer un personaje con el nombre Feminazi?". Pero hace cuatro años esta palabra no significaba eso. En la presentación de Idiotizadas [que se celebró el jueves 23 de noviembre en Madrid], Ana Morgade decía que como es casi imposible conseguir que deje de usarse, la única manera de volverlo a nuestro favor es reapropiárnoslo, que nosotras volvamos a usarlo para quitarle peso. Como cuando te llamaban maricón y al final los maricones se llamaban maricones entre ellos. Así le quitas ese peso, esa fuerza y ese mal rollo a la palabra.
En tu web dices que la viñeta de Listillos modernos (el que ve las pelis en ruso, la que sólo escucha vinilos) fue una de las más compartidas y comentadas en su momento. ¿Sigue estando en el top? ¿Cuáles han sido las más exitosas, aparte de esta?
Mi red va creciendo y proporcionalmente no es lo mismo. Incluso la viñeta que colgué el otro día de All you need is nórdico consiguió un montón de likes, ya no es comparable. Por ejemplo, el otro día, cuando se supo que en el caso de La Manada se había investigado a la chica, subí una viñeta relacionada que ha tenido muchísima relevancia, mucha más que mis viñetas de hace meses. Pero claro, siempre es dentro del contexto. La viñeta de los Listillos modernos gustó mucho en su momento porque no estaba tan explotado reírse del gafapastismo, del coolturetismo. Ahí fue como agua de mayo, ahora ya está más visto.
En cuanto a la viñeta que publicaste en referencia al caso de La Manada...
Sí, porque parece que hay mil motivos por los que te han violado y ninguno de ellos pertenece al violador.
Me recuerda a una viñeta del libro, la de cuando te llaman PUTA por recibir dos rosas por San Valentín en 6º de primaria. Dándole vueltas a esto, no sorprende tanto que haya una manada de chicos que bromea con drogar o violar a chicas, que haya jueces que pregunten si una chica violada cerró bien las piernas o que valoren un informe que asegura que otra chica lleva una vida aparentemente normal después de denunciar una violación. ¿Qué opinas de este último caso?
Opino que es una vergüenza y que estamos mucho más atrasados de lo que creía. Pero al menos veo que se equilibra con casos como el que se está destapando en Hollywood, a raíz del escándalo de [Harvey] Weinstein. Pienso que hay esperanza; se están moviendo las cosas, se está tomando en serio este problema y está habiendo represalias.
Lo de juzgar a la víctima es vergonzoso, pero hay más concienciación porque cada vez que alguien dice una burrada machista se produce un linchamiento en redes. También están los medios que venden la noticia titulando "Las mujeres que han arruinado la carrera de Weinstein" o "La chica tomando cervezas después de la violación"... Pero creo que cada vez menos. La movilización que ha habido por el caso de La Manada espero que se tenga en cuenta, y que recapaciten. Pienso en la víctima... ¿Cuántas chicas no han vivido eso y se han callado? Es terrible que la estén haciendo protagonista de esta barbarie. Me imagino en esa situación y mi primer dilema sería si lo digo o no. Casi es un compromiso social decir: "Lo voy a contar porque les está pasando a muchas más que lo están callando". Y si a la que lo dice se la criminaliza y se la culpabiliza, pues...
¿Y tú has vivido algún caso de sexismo en tu carrera?
Sí, claro. Recuerdo que la primera vez que publiqué en El Jueves, y cuando anunciaron mi colaboración en la revista, el primer comentario que pusieron fue: "¿A quién se ha follado esta?". Era tan tópico que ni me dolía, parecía hecho a posta.
Luego en el Salón del Cómic, estaba sentada en la mesa de firmas, acababa de llegar, y se me acercó un tío a decirme que ese sitio estaba reservado para autores. Me quedé con una cara... Se creería que estaba descansando de los tacones. Imagínate en qué mundo vive el pobre —digo "pobre" por decir algo—, que además era otro autor y de hecho le tocaba sentarse a mi lado. Le contesté que era autora, y me quedé a su lado, firmando decenas de ejemplares mientras él se comía los mocos. Fue el karma (risas).
Y bueno, también en mi vida laboral antes de saltar al cómic, como todas. Anda que no nos ha tocado tener jefes y aguantar comentarios que te hacen pensar "qué vergüenza de tío".
En el libro cuentas el caso de tu madre, no sé si ficticio, de cómo consiguió dejar atrás la idiotización y la explotación sexista. ¿Han cambiado mucho las cosas en una generación?
Por suerte, sí. Qué suerte no haber nacido en su época. Aunque a veces pienso: "Yo no lo habría hecho así, habría sido de las avanzadas". Pero no, no lo soy ni ahora. Veo a muchas amigas que están mucho más avanzadas que yo, porque han tenido padres con una mentalidad mucho más abierta, con los roles de género no tan marcados. Yo he vivido en lo clásico. Pero entre mi madre y yo hay una diferencia abismal; sólo por el hecho de acceder a los estudios y de saber que te tienes que ganar tú la vida. La mayor diferencia es la independencia económica que tenemos, aunque sea sólo porque no podemos pagar un piso con un solo sueldo. No hay mal que por bien no venga (risas). Como cuando nos hicieron incorporarnos al mundo laboral porque los hombres se tenían que ir a la Guerra en una Revolución Industrial.
¿Entonces lo que cuentas de tu madre en el libro es real?
Sí, sí, está totalmente basado en lo que yo he vivido en casa.
¿Y crees que tiene que ver también la represión de un pueblo, por decirlo de alguna manera?
Divorciarse en el pueblo, como ella, es un fracaso personal, y más cuando eres amas de casa. Ella me dice que hay muchas parejas que no se divorcian porque les compensa socialmente tener esa imagen de familia. Y ya no te digo para engañar al resto, sino también a sí mismas. Para convencerse de que no han fracasado en lo único en que han invertido su tiempo. De algún modo, ha sido su apuesta: su casa, su familia. Si te quitan eso, ¿qué te queda, si no tienes carrera laboral?
A mi madre a veces la llama su hermana, y le dice casi entre susurros: "Nosequién se ha divorciado". Como diciendo: "¡Qué terrible noticia!". Y también está la mentalidad de que hay que aguantar; a mis abuelos les parecía una locura que mi madre se divorciase, que tenía que aguantar lo que le había tocado. Como si su obligación fuera quedarse en su casa y con su marido. Y en nuestra generación, el rollo de aguantar, cero.
Y las princesas Disney, ¿también han tenido algo que ver con la idiotización de las mujeres?
Como recurso estético me encantaba, y es un amor-odio lo que siento por las pelis Disney. Aunque veas que son machistas, te siguen generando esa felicidad de "¡ay, qué bonito todo, me encanta!". Es un guiño estético, porque como lo conoce tanta gente, me daba la oportunidad de contar la historia a través de parodias. Obviamente, no culpo a Disney de todo el machismo del mundo. Es más bien una reflexión de cómo podíamos ver esto de pequeñas y a todos les parecía normal lo que nos inculcaban, y de cuánto hemos tardado nosotras en verlo. Pero así con mil cosas.
¿Hay muchas cosas que diferencian a Raquel Córcoles de Moderna de Pueblo?
No tengo mucha obsesión ni con diferenciarme ni con que sea verídico. Me gusta mucho centrarme en contar algo con lo que empatice la gente. A veces hay cosas que no me han pasado a mí, pero que digo: "Le pegan a Moderna". Además, lo de tener personajes me encanta, porque me permite desarrollar otras personalidades.
¿Has quedado alguna vez con tus amigas sólo para que te sirvan de fuente de inspiración en tus historias?
Totalmente. De hecho, para la parte de los capullos de discoteca [en el libro], se lo pedía directamente por mensaje de WhatsApp: "A ver, chicas, que estoy muy agobiada con el final del libro, ¿qué capullos hay hoy en día por la noche?". Y todas ahí mandando: "Pues está el que te da la chapa sobre su empresa...". Y yo: "Me gusta, me gusta". Me ayudan indirectamente con sus problemas reales y con lo que me cuentan. Y yo les suelo pedir permiso, o las aviso: "Que sepáis que en el libro he usado esta trama porque me parece interesante", pero nunca es cien por cien igual.
¿Cómo lleva una moderna la crisis de los 30?
El libro ya es un poco crisis de los 30, pero como es un término tan manido no he querido asociarlo a esa cifra. Me ha coincidido, pero Idiotizadas va sobre todo muy atado al feminismo. Porque cuando adquieres tanta conciencia feminista, se te juntan muchos dilemas: de si tendrías que demostrar que sabes estar sola, de qué es lo que quieres, si no quieres ser madre por lo que le ha pasado a la tuya o si tú eres capaz de hacerlo mejor, o si en realidad es la sociedad la que te empuja a ello... Tienes en cuenta muchos más factores y ves cosas que antes no veías y que te hacen replantearte todas las decisiones personales con las que te vas topando.
Tu público es principalmente femenino, ¿no?
Sí, sí, totalmente. Para que luego digan de sororidad; yo, sin las mujeres, no habría llegado hasta aquí. Las mujeres me han apoyado desde el día uno, lo han compartido todo, mis amigas han sido pesadísimas recomendándolo. Pero también hay tíos —aunque siempre hable en femenino— que me escriben para decirme: "Me he comprado tu libro y esta vez no he dicho que era para mi novia". ¡Bravo, bravo! En este punto estamos: que da vergüenza reconocer que lees a una autora o un libro protagonizado por mujeres. Cuántos libros o pelis no vemos nosotras que están protagonizados por hombres. ¿Por qué no pueden leer ellos un libro de mujeres cuando yo me he tragado Reservoir Dogs, que son cuatro machos, y lo disfruto como la que más? Parece que si ellos leen un libro escrito por una mujer se van a convertir en princesas.
En este libro también firma el guión Carlos Carrero. ¿Ha aportado matices 'masculinos', por decirlo de alguna manera, a las viñetas?
Trabajo con él desde hace muchos años, y este libro lo he escrito con una idea propia que tenía ganas de contar. Pero es muy difícil llevar tu guión a buen puerto sola, porque te pierdes. Carlos siempre me dice: "A ver, ¿qué quieres contar?" o "aquí te estás desviando". Él tiene mucha conciencia feminista y también me enseña temas. Y además me da mucho juego, porque en nuestra casa los roles están muy cambiados: en el libro quisimos dejarlo en segundo plano, porque pensamos que no mucha gente se identificaría...
Claro, porque en Idiotizadas es él quien cocina, quien tiene instinto paternal...
Sí, sí, y casi sueña con ser amo de casa. Yo le digo: "No, no seas amo de casa, porque a la larga te vas a sentir frustrado". El cambio de roles es tal que él cree que esa vida es bonita. Carlos piensa que si pudiera elegir, se pediría una excedencia para cuidar a su familia. Y yo pienso que no debería dejar su carrera, porque luego se sentiría inferior, que eso no está reconocido socialmente y que afectaría hasta a la pareja. Pero bueno, él trabaja conmigo y es más organizado que yo. El otro libro lo hice página a página, inventándomelo casi por día, pero en este se empeñaba en que acabáramos el guión antes de ponerme a dibujar. Así que bien, porque nos compenetramos; yo soy la parte creativa, la de las ideas, y él es la parte de encajarlo todo, de hacer esquemas. Trabajamos guay juntos.
¿Y no es agobiante trabajar con tu pareja?
Bueno, él tiene otro trabajo, otro proyecto. Y en este libro básicamente acudía cuando le decía: "Carlos, esta semana te necesito; esta semana tenemos que trabajar en el guión". Obviamente, trabajar en pareja requiere mucho respeto entre los dos, y admirar y valorar al otro. Porque si tu ego es tan grande que sólo ves como buenas tus ideas... Nosotros sabemos en qué es bueno cada uno y no hay pique.
Volviendo al libro, ¿podrías resumir en tres puntos las claves para no dejar que te idioticen?
Consiste en ponerse las gafas violetas, en preguntarse siempre si no estás diciendo algo por miedo o si las decisiones importantes las estás tomando porque quieres o no.
En una entrevista con Jot Down comentaste que "puede ser compatible que te guste Twin Peaks y Ocho apellidos vascos, y hasta cosas peores como MasterChef o Top Chef". Conozco a gente que ahora está viendo Operación Triunfo y lo cuenta como algo secreto. Mójate: ¿tú también lo ves?
No lo estoy viendo, pero me han encantado unos vídeos que se han hecho virales de cuando interpretaron la canción de La La Land. ¿Cómo se llama la chica?
Amaia.
Amaia, sí. Estuve todo el tiempo diciendo: "Esta tía es una crack". Y de repente veo un vídeo con las perlas que suelta en el programa, en plan cosas sexuales, como lo que dirías en tu casa o en el bar. Y pienso: ¡Ole tú! Es una chica cien por cien sin filtros; me recuerda mucho más a las mujeres que conozco que a todas las que salen en la tele.
No tengo ningún problema en decir lo que me gusta o lo que veo. Bueno, alguna cosa sí que ocultaré en sesión privada de Spotify, pero ahora en el mundo moderno también está de moda estar de vuelta de todo y decir: "¡Ay, esto es lo más!". Está de moda el petardeo y lo kitsch. El otro día estuve en un espectáculo de Percebes y Grelos y Soy una pringada en el que rememoran todo lo millennial y lo kitsch: Aquí no hay quien viva, Al salir de clase, UPA Dance. Todo esto que era tan caspa lo cogen y lo reivindican en plan "¡cómo molaba!".
En esa misma entrevista contaste que eras fan de la serie Louie, de Louis C.K...
Ya, tía, vaya chasco. Era megafán.
Él es uno de los acusados en los escándalos de acoso sexual que se han destapado últimamente en Hollywood. ¿Cómo se siente alguien cuando uno de sus ídolos o referentes resulta ser, presuntamente, un cerdo?
En realidad, ves todo el humor que hacía —siempre decía que le daba asco ser un hombre tan asqueroso teniendo unas niñas tan monas— y ahora todo tiene mucho más sentido. No me extraña, amigo, que te sientas tan sucio y que en cambio tengas unas niñas monísimas que no se enteran de las barbaridades que hace su padre. Es decepcionante y, a la vez, me gustó que al menos lo reconociera. Pero hay que ser muy tonto para no darse cuenta de que esa situación [de pedir a una mujer que te vea el pene] sólo es agradable para él.
El otro día leí que alguien se quejaba de que se hablase tanto de los acosadores y no de las mujeres. Y pensé: ¡Por fin! Porque otras veces ha salido alguna mujer denunciando algo y todos los medios se centran en ella. En este caso no ha sido así; yo ni me he enterado de quiénes han sido las denunciantes, me he enterado de quiénes han recibido esas denuncias. Y es así como tiene que ser. Aunque luego estén las noticias de "las mujeres que arruinaron la carrera a Weinstein", que es una vergüenza máxima. Pero me da esperanza que se haya tomado tan en serio. Me sabe fatal no poder seguir disfrutando de su programa, porque se lo han anulado, pero creo que es lo que hay que hacer: no seguir apoyando a gente que se ha comportado de esa manera.
Precisamente se ha criticado que muchas series o plataformas hayan prescindido de repente de quienes han sido acusados de acoso. ¿Crees que hay que separar el arte del artista?
Depende de la gravedad que le des al asunto. Creo que ahora, históricamente, toca darle mucha gravedad para que no vuelva a suceder. Toca darle importancia para que perciban los hombres que eso no se puede hacer. Yo he perdido oportunidades de trabajo al ver que la persona que estaba al mando tenía un interés sexual en mí. Algunos dicen: "No, es que ellas han querido aprovecharse de eso". Ya, pero piénsalo de otra manera: si son hombres todos los que mandan y te dan una oportunidad pero ves que hay algo raro, que esa persona quiere algo, y entonces te niegas y dices que no, significa que te están cerrando puertas. Eso la gente no lo percibe, dicen: "Ah, es que ella dijo que sí porque le interesaba". ¿Y las veces que yo no he podido currar en tal sitio porque se notaba que el jefazo quería algo?
¿Alguna vez has tenido que decir que no por eso?
Sí, por cosas así. De decir: este hombre quiere otra cosa. Aquí la excusa del trabajo, la oportunidad es de puta madre, pero este quiere otra cosa. Entonces pienso: qué rabia, ojalá fuera una mujer, esto no me pasaría. Ojalá fuéramos 50-50 paridad en jefes y no siempre estuviera un hombre a la cabeza, de quien no sabes qué puedes esperar.
Y volviendo a tu carrera, ¿tienes algún proyecto nuevo entre manos?
Justo esta semana me han llegado varios proyectos audiovisuales y ojalá saliera alguno, pero la animación es muy cara y en España los presupuestos para ficción son muy complicados. En fin, me encantaría hacer una serie como Padre de familia, Futurama o Los Simpsons, pero con Moderna de Pueblo. Creo que falta algo así; porque estamos muy acostumbrados a ver animación, como Hora de aventuras, pero falta una que no sea con protagonistas masculinos.
Además, me apetece un montón ponerme con el siguiente libro y que no pasen años como esta vez. La gente que ha leído Idiotizadas me ha animado mucho y eso que ha salido esta semana. Aunque suelo acabar agotada, con este he salido empoderada de verdad. Tengo más confianza en mí y ya no me da miedo seguir haciendo libros. Me gustaría ser un Woody Allen de los cómics, aunque vaya ejemplo he puesto con Woody Allen... Ese ya para el aparte.