El vicepresidente de EEUU trata de defender la respuesta de Trump sobre Charlottesville
El magnate despierta antipatía dentro de su partido por no condenar directamente a los supremacistas.
La respuesta tardía y ambigua de Donald Trump sobre los incidentes racistas de Charlottesville (Virginia, EEUU) sigue dando de qué hablar.
El sábado, unos manifestantes de extrema derecha y un grupo antiracista se enfrentó en las calles de la ciudad y un supremacista atropelló a varios de los últimos, matando a una chica. El presidente tardó horas en reaccionar y, cuando lo hizo, fue para condenar la violencia "de ambas partes".
Tratando de acallar las críticas por su respuesta a los disturbios, ha tuiteado sus condolencias a "todos los heridos" y, finalmente, ha hecho referencia al tema de la raza. Pero no sin antes señalar que lo más importante es "restablecer el orden".
"Debemos recordar esto: no importa nuestro color, credo, religión o partido político, lo principal es que todos somos AMERICANOS".
Voces de todos los sectores —incluido el Partido Republicano— reprobaron que el mandatario condenara la violencia de ambas partes, en lugar de censurar directamente a los supremacistas blancos y neonazis. La Casa Blanca ha tenido que salir al paso para aclarar las declaraciones de Trump.
"El presidente dijo de la forma más enérgica en sus declaraciones que condena todas las formas de violencia, fanatismo y odio. Esto incluye evidentemente a supremacistas blancos, neonazis, el KKK y todo tipo de grupos extremistas", ha señalado un portavoz en un comunicado.
LOS REPUBLICANOS RECHAZAN EL ATAQUE Y LA RESPUESTA DE TRUMP
Gran parte de la derecha alternativa, conocida como Alt Right, apoyó a Trump en su camino a la Casa Blanca y éste se ha negado reiteradamente a distanciarse con claridad de ella. Interrogado por los periodistas el sábado, Trump se negó a dar su opinión sobre estos movimientos en auge.
Como resultado a sus declaraciones, Trump ha sido criticado incluso por miembros de su propio campo republicano. El senador de Florida, Marco Rubio, cree que sería "muy importante" escucharle "describir los eventos en Charlottesville por lo que fueron: un ataque terrorista de supremacistas blancos".
"Si yo fuera presidente de EEUU y estas personas mostraran simpatía por mí y por mi programa, me preocuparía", ha comentado por su parte el también senador Lindsey Graham, que cada vez más se inscribe en la oposición interna a Trump dentro de la familia republicana.
"Señor presidente: debemos llamar al mal por su nombre. Eran supremacistas blancos y ha sido un ataque de terrorismo interno", ha pedido Cory Gardnet, líder del Comité Nacional Republicano en el Senado. Por su parte, el también senador Orrin Hatch ha escrito que su hermano "no dio su vida luchando contra Hitler para que la ideología nazi campara a sus anchas aquí, en casa".
Charlottesville trae a la memoria la larga demora de Trump en rechazar el apoyo público que le dio David Duke, exlíder del Ku Klux Klan, quien participó en la marcha del sábado y le recordó en Twitter que "fueron los estadounidenses blancos quienes lo llevaron a la presidencia, no los izquierdistas radicales".
EL VICEPRESIDENTE SÍ CONDENA A LOS RACISTAS DIRECTAMENTE
Por su parte el vicepresidente, Mike Pence, ha condenado directamente a los grupos supremacistas durante una visita a Cartagena de Indias, Colombia, parte de su gira por América Latina.
"Los condenamos en los términos más enérgicos posibles", ha asegurado en una conferencia de prensa, al señalar que en el gobierno de EEUU "no toleramos el odio y la violencia de los supremacistas blancos, los neonazis o el KKK (Ku Klux Klan)".
"Lo que sucedió fue una tragedia. No refleja lo que piensa el pueblo de Charlottesville o EEUU en general", cree Pence, que define la localidad como "una comunidad hermosa, una ciudad universitaria".
"Estos grupos extremistas peligrosos no tienen lugar en nuestro debate político y los condenamos de la manera más contundente", ha afirmado Pence, que cree necesario que los extremistas "sean relegados para que la mayoría de los estadounidenses que aman la libertad y la justicia para todos se unan".
En Charlottesville, donde 50.000 demócratas son la abrumadora mayoría y donde el espíritu aperturista es simbolizado por la prestigiosa universidad fundada en 1819 por el presidente Thomas Jefferson, la jornada quedó también marcada por la muerte de dos policías que se estrellaron en un helicóptero.
EL ALCALDE DE CHARLOTTESVILLE CULPA A TRUMP
Contra-manifestantes progresistas y defensores de la igualdad trataron de detener la protesta racista, organizada por grupúsculos supremacistas blancos y neonazis entre los que había miembros del KKK. Durante los altercados, una mujer de 32 años murió al ser arrollada por un coche que embistió a la multitud que se oponía a la marcha. Otras 19 personas resultaron heridas en los enfrentamientos.
Los estadounidenses esperaban una condena clara y fuerte contra los movimientos radicales por parte de su presidente, pero éste optó en cambio por dirigirse a ambos bandos de la misma forma.
"Condenamos en los términos más firmes posibles esta exhibición atroz de odio, fanatismo y violencia procedente de varios lados", dijo desde Bedminster (Nueva Jersey), donde pasa sus vacaciones.
Su hija Ivanka, que también es asesora presidencial, se desmarcó de la posición de su padre y denunció "el racismo, la supremacía blanca y los neonazis", afirmando en una serie de tuits el domingo que "no hay lugar en la sociedad" estadounidense para tales ideas.
Pero el alcalde de Charlottesville, Michael Signer, culpa directamente al presidente, diciendo en la cadena CBS que Trump ha creado un clima de "aspereza, cinismo e intimidación".
"Él tomó una opción en su campaña presidencial; la gente que lo rodea, yendo a lo más bajo, jugando con nuestros peores prejuicios. Creo que estamos viendo una consecuencia directa de aquello en lo que ha pasado este fin de semana", ha señalado el demócrata.