La historia de la medalla de oro menos esperada de Barcelona '92
Así fue el triunfo de las jugadoras españolas de hockey hierba en los Juegos Olímpicos.
Faltaban cuatro años para los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Un grupo de 25 jugadoras amateur de hockey hierba se reunió en el vestuario alrededor del entrenador, José Manuel Brasa. "Tenéis tres opciones", les planteó el técnico. "Ir simplemente a pasarlo bien y disfrutar. Ir a hacer un papel digno o bien ir a por todas". Brasa abandonó el vestuario y dejó a las jugadoras a solas para que tomaran una decisión. Una mirada entre ellas fue suficiente: eligieron dejarse la piel e intentar conseguir una medalla.
"Renunciamos a muchísimas cosas", recuerda Mercedes Coghen (Madrid, 1962), entonces capitana del equipo y , en la actualidad, vicepresidenta de la Federación Española de Hockey. "Pero no queríamos perder la oportunidad de ganar una medalla en casa". Coghen recuerda un plan de entrenamiento "inhumano" que en ocasiones hacía saltar las lágrimas a las jugadoras. Esa dureza, combinada con la falta de recursos para sufragar algunos viajes, ayudó a generar un clima de camaradería entre las jugadoras, obstinadas en sorprender al mundo entero y dispuestas a todo para conseguirlo. "A veces nos sentíamos como bichos raros, todo el día entrenando y sin salir con los amigos", recuerda.
Las más veteranas pidieron excedencias en sus trabajos para poder entrenar. Otras aparcaron sus estudios mientras que Coghen los alargó al máximo para no entrar en el mercado laboral y quedarse fuera del equipo. Otras jugadoras, como Eli Maragall, todavía estaban en el colegio cuando empezó la preparación. "Cada una se lo montó como pudo", recuerda ahora esta jugadora.
Dos años antes de los Juegos Olímpicos, la selección empezó un periplo por distintos campeonatos internacionales para acostumbrarse a la competición de alto nivel: mundiales, europeos e infinitos partidos contra equipos masculinos. Esos viajes dejaron un reguero de anécdotas en la selección, como el viaje por la antigua Unión Soviética a principios de los 90 -"en el hotel no había ni comida"- o las tres semanas de entrenamiento en Cuba a falta de 6 meses para los Juegos. La isla caribeña contaba con la misma temperatura y humedad que la del verano en Barcelona y hasta ahí se desplazó todo el equipo para entrenar en una playa cerca de La Habana. "En Cuba sufrimos como perras", recuerda Mercedes Coghen.
El 7 de agosto de 1992, ante más de 12.000 espectadores, llegó la recompensa al duro trabajo de los años anteriores. En plena prórroga tras un empate a 1, Mari Carmen Barea lanzó una falta desde el lateral derecho. Eli Maragall se lanzó al suelo y conectó un golpe que valía una medalla de oro. La primera para una selección española femenina. "No podré borrar nunca ese momento de mi cabeza", recuerda ahora Maragall, sobrina segunda del exalcalde de Barcelona y expresidente de la Generalitat, Pasqual Maragall. "Desde el suelo vi como entraba la bola. Tengo la imagen grabada".
A pesar de la alegría tras el gol, Maragall sólo pensó en alertar al resto de jugadoras para aguantar los minutos que faltaban. "Era una jugada que teníamos muy preparada, la habíamos ensayado 1.000 veces en Cuba", afirma Coghen. "Cuando la bola salió del stick de Mari Carmen, vimos que esa era la jugada. El resto de minutos morimos en el campo".
Con solo 430 licencias federativas, la selección española de hockey hierba dio la campanada. Se había clasificado para los JJOO sólo por ser el país anfitrión, pero se impuso a las potencias mundiales de ese deporte. Por el camino superaron a Australia, a Corea -con quién un año antes habían perdido por 10 goles- y a Alemania en la final.
El método para conseguir un equipo de élite en sólo cuatro años sorprendió a todo el hockey hasta el punto de que, unos años antes de Pekín 2008, la selección china se interesó por la metodología empleada por José Manuel Brasa en ese equipo. "Nadie sabía que estábamos dispuestas a hacer algo importante y de ahí vino la sorpresa", sostiene Maragall, que ahora regenta una agencia de viajes en el barrio de Gràcia de Barcelona.
Tanto Maragall como Coghen coinciden en señalar la importancia que tuvo esa victoria para el deporte femenino español. Por fin una selección femenina llegaba a la cumbre de un deporte. "Todas las que conseguimos algo en Barcelona '92 fuimos pioneras", asegura Coghen. Las deportistas pasaron en poco tiempo de ser unas auténticas desconocidas en la Villa Olímpica a ser las "chicas de oro" de Barcelona '92. "Éramos chicas que podían ser tu prima, tu sobrina o tu amiga y eso empujó la puerta del deporte femenino", recuerda la capitana.
25 años después, el equipo entero se reunió el pasado 10 de junio. A pesar de que las chicas de oro han mantenido el contacto y han celebrado algún encuentro, durante este tiempo no habían conseguido reunirse todas las jugadoras junto al staff técnico sin que faltara ninguna. "Fue una sensación muy especial", rememora la capitana, Mercedes Coghen. "Era como si se hubiese congelado el tiempo". Las jugadoras aprovecharon para ponerse al día y rememorar anécdotas de unos años en los que la obtención de una medalla monopolizó su vida. "Algunas estamos muy cambiadas", rememora Maragall. "Pero lo mejor ha sido ver que las bromas y el sentido del humor se han mantenido intactos".