Un día en el rodaje de 'Las chicas del cable', la serie feminista de Netflix producida en España
Blanca Suárez, Maggie Civantos y Yon González cuentan los entresijos de la producción.
Todavía no se conocen muchos detalles y sus protagonistas no pueden revelar más que los nombres y algunos rasgos de sus personajes. Todo lo que rodea a Las Chicas del Cable, la primera serie española producida por Netflix, está revestido de un potente halo de misterio. "Aún no somos muy conscientes de lo que estamos haciendo", comenta emocionada y todavía algo incrédula Ana Fernández, una de las protagonistas de esta serie que relata la historia de las trabajadoras de la compañía de telefonía en los años 20.
Lo que se sabe por ahora ha llegado en pequeñas dosis: un teaser, una foto de las protagonistas de espaldas y la fecha de estreno, que será el 28 de abril. En los 16 episodios confirmados se contará la historia de cinco mujeres que luchan por su libertad y su independencia, rodeadas de secretos, dramas familiares e historias de amor.
Entrar en el set de rodaje de Las Chicas del Cable supone trasladarse directamente a los años 20 y al corazón de la compañía de teléfonos a la que se accede a través de un enorme hall principal de aspecto modernista. La ambientación de este nuevo proyecto producido por Bambú, responsable de series como Velvet o Gran Hotel, se parece al París de la época y busca ser una marca global, reconocible desde la primera escena. "Se está globalizando todo, por suerte, y de repente hacemos una serie en España pero no solo para aquí sino para todo el mundo", explica Blanca Suárez que interpreta a Lidia, la principal protagonista. "¿Por qué trabajar solo para nuestros vecinos? Trabajemos para todo el planeta".
A través de cinco mujeres, Lidia, Carlota, Ángeles, Marga y Sara, Las Chicas del Cable retrata la sociedad española de 1928. Ellas son las protagonistas absolutas de la serie y buscan su libertad a través de su trabajo como telefonistas, una de las primeras profesiones que dotó de independencia económica a las mujeres en España.
"Cuando rodamos la cámara se sitúa desde el punto de vista de ellas", explica Sergio Mur, que interpreta al marido de Ángeles (Maggie Civantos), intentando resaltar que la trama se construye alrededor de los personajes femeninos. Especialmente alrededor de Lidia (Blanca Suárez), una joven llena de secretos y de misterios del que no saben nada ni sus propias compañeras. "No tiene familia, ha estado sola casi toda su vida y ha tenido que sacarse literalmente las castañas del fuego", comenta Blanca Suárez, que no puede dar muchos detalles de la trama. Esta mujer hecha a sí misma llega a la compañía "por casualidad y se topa con una bofetada de su pasado bastante importante", cuenta la actriz.
Poco a poco irá entablando una fuerte amistad con sus compañeras, un factor que supone uno de los pilares fundamentales de la serie. Además, cada una representa un tipo de mujer diferente. Se trata, según sus creadores, de aportar una amplia perspectiva sobre la España del momento. Desde la joven recién llegada a la ciudad encarnada en el personaje de Marga (Nadia de Santiago) hasta la sufragista y abanderada de los derechos de la mujer que se plasma en el personaje de Sara, la jefa de las chicas (Ana Polvorosa).
Feminista y moderna es también Carlota (Ana Fernández), que busca romper con su pasado familiar de saga militar. Todo lo contrario, aparentemente, que Ángeles, la única de las chicas que está casada y que tiene una hija. "Es el personaje más conservador pero va a evolucionar a lo largo de la temporada porque se va a ir desprendiendo de su miedo", explica Maggie Civantos, que asegura emocionada que Ángeles encontrará su hueco dentro de la sociedad "a través de la amistad". Otro ejemplo que constata la importancia de la relación que mantienen las telefonistas.
Las Chicas del Cable se presenta como una historia de mujeres, una serie "feminista de concepto", declara Sergio Mur que denuncia que muchas de las situaciones plasmadas en la serie todavía tienen eco hoy. "En España ha habido un repunte del machismo y es llamativo", concluye rotundo el actor que demanda más producciones en las que las mujeres sean las protagonistas de la historia.
Netflix y Bambú quieren apostar precisamente por esto, una serie en la que "los hombres son los complementos de ellas", explica riéndose y buscando la complicidad de sus compañeras Ana Fernández, para la que los hombres se muestran "mucho más débiles que en la época o que en una serie actual". Una elección que el reparto al completo ve positiva. "Siempre es la mujer la que muestra su lado emocional y también es muy bonito mostrar esa sensibilidad en el hombre", comenta Ana Polvorosa, visiblemente ilusionada por formar parte del proyecto.
A pesar de ejemplos como Las Chicas del Cable y otras series de gran éxito en la actualidad como The Crown —también un original de Netflix—, Veep o Westworld, todavía queda mucho por hacer a la hora de ver en pantalla mujeres diversas, fuertes y liberadas de estereotipos, especialmente en el cine. "¿Cine de acción para mujeres?, Eso no existe", denuncia Maggie Civantos que declara que en 2016 se han estrenado grandes películas en España pero protagonizadas por hombres. "No hay mujeres interesantes, siempre están supeditadas a los personajes masculinos", declara.
Parte del problema pasa porque, como apunta Nadia de Santiago, lo más habitual es que los guionistas y los directores sean hombres. No porque las mujeres no escriban ni dirijan, sino porque no se les brinda la oportunidad. "El problema es que la gente que realmente tiene el poder no apuesta fuerte porque piensa que al final las mujeres queremos ver una cosa determinada y creo que a veces infravaloramos al espectador", denuncia Civantos, que se considera afortunada por haber formado parte de dos elencos femeninos tan potentes como el de Las Chicas del Cable y anteriormente de Vis a Vis. "Las mujeres cada vez demandamos más, pero no se nos está dando", concluye la actriz bastante indignada mientras sus compañeras de rodaje asienten a su alrededor.
El machismo también asoma en las escenas de la serie, no solo de forma explícita, sino que está latente en el ambiente habitual en el que se desarrolla la acción. "En cualquier escena hay machismo, pero lo tienes que tratar como algo cotidiano, porque estaba ahí", explica Nico Romero, que encarna a Pablo, un joven tímido que llega a la ciudad para trabajar como contable, sobre las dificultades del rodaje.
"Netflix es el mejor escaparate", añade Yon González, que interpreta a Francisco, el director de la compañía. El actor cree que en España "hay muchas normas que no te permiten hacer productos exactamente como la productora quiere". A pesar de que en su día a día la manera de trabajar no cambia respecto a la de otras series, el elenco de Las Chicas del Cable admite que sí hay detalles, especialmente los relativos a la promoción, en los que se nota que no están ante un proyecto común, sino bajo el paraguas de Netflix.
"Lo normal cuando empiezas un proyecto es subir fotos en redes desde que empiezas a rodar, pero aquí nos han dejado hacer fotos solo para subir cuando nos den el OK. En estos meses no hemos podido decir nada. Eso en España no se hace", explica Ana Fernández que reconoce que se han tenido que adaptar a estos pequeños detalles. Con la llegada de Netflix a finales de 2015 y el reciente desembarco de HBO y Amazon, los actores no son los únicos que deberán tener en cuenta este cambio de paradigma a la hora de consumir productos audiovisuales, sino también las cadenas tradicionales.
Dos modelos distintos que según Nico Romero pueden convivir: "Son dos plataformas diferentes, se llama generalista por algo. No se puede hacer el mismo producto". Un producto que, según Maggie Civantos, es necesario respetar. "A veces se lo saltan", explica. "Los productos tienen una historia y no tienen que estar sujetos a unos números contabilizados de una forma totalmente obsoleta hoy en día".
Los que sí han notado cambios a la hora de preparar una serie para Netflix son los guionistas, directores y productores de Las Chicas del Cable. "Hay que tener en cuenta que el visionado muchas veces es en iPad o iPhone, lo que requiere planos más cortos, menos planos generales ", explica Ramón Campos, productor ejecutivo y cocreador de la serie.
También han necesitado adaptarse a la hora de preparar el guión. "Introducimos un ritmo más rápido en la narrativa", destaca Gema Neira, cocreadora y guionista de la serie, que ya ha trabajado en Velvet o Gran Hotel. "Buscas que termine un capítulo y quieras ver el siguiente ya", explica Neira refiriéndose a los maratones de capítulos de Netflix.
A pesar de estos pequeños cambios todos en Bambú destacan la facilidad que ha supuesto trabajar con Netflix. "Ha sido lo más rápido que hemos visto en nuestras vidas", comenta Ramón Campos, que insiste en que a pesar de lo que se pueda suponer han contado con un presupuesto en la media con la que habitualmente se trabaja en el sector. "Netflix no ha venido para reventar el mercado", concluye. Gran parte de ese presupuesto ha ido a parar al imponente y cuidado decorado de la serie, que es la mayor inversión de la productora hasta la fecha. Una inversión que se nota en cada rincón del set de rodaje, desde las mesas de la cafetería a la que las chicas acuden tras el trabajo, las máquinas con las que trabajan o el decorado que simula la fachada exterior de la compañía en plena Gran Vía madrileña.
Desde Bambú celebran tanto su colaboración con Netflix como la llegada a España de otras plataformas de streaming y no cierran las puertas a nadie. Apuntan que se avecina un tiempo de cambio en el panorama televisivo español en el que cada uno tendrá que buscar su hueco, pero que evidentemente enriquece la oferta y que ha llegado un poco tarde. "Era absurdo que aquí no viniesen las grandes empresas", concluye Ramón Campos. La primera serie producida por Netflix en España ya ha llegado, y parece que por la puerta grande.