'Objeto Sexual', la colección de moda de Palomo que conquista hasta a Pedro Almodóvar
No era normal, pero es que la normalidad habría sido una decepción. Palomo citó en un lugar diferente (el Club Matador, en plena zona noble de Madrid, con el primero de sus modelos nada más entrar, sobre una chimenea), a una hora distinta (a partir de las nueve de la noche, aunque a las once seguía llegando gente) y de un modo diferente (que nadie esperara un desfile con sus maniquíes apareciendo uno por uno, ni una silla con su nombre). Pero la expectación que había en el aire también era distinta: inquietud, nervios, muchas ganas y gente desde media hora antes que esperaba ver Objeto Sexual, la cuarta colección de Alejandro Gómez Palomo.
Este joven de Posadas (Córdoba) que todavía no ha cumplido el cuarto de siglo es la revelación de la temporada. La colección que presentó en septiembre en Madrid, que denominó Boy walks in a exotic forest, ya llamó poderosamente la atención hace seis meses por sus magníficos cortes, su buen hacer, sus referencias al mundo de la moda y el arte y su romanticismo sobre el cuerpo masculino. Tanto que el Consejo de Moda de Estados Unidos, el CFDA, contactó con el artista para que mostrara su siguiente colección, la del próximo invierno, en la pasarela de Nueva York. Eso hizo el pasado 2 de febrero y, tras triunfar en la ciudad del mundo en la que más difícil es triunfar, ha vuelto a mostrar esas propuestas en Madrid.
Palomo —el apellido artístico del creador cordobés— enseñó una colección sin género, con prendas que habitualmente se asociarían a mujeres (vestidos largos, monos escotados, trajes de dos piezas, abrigos con enormes hombreras, brillos y gasas) sobre cuerpos de hombres, de muchachos espigados que se paseaban lánguidos por el espacio del club con miradas desafiantes en sus casi dos metros de altura y que se contoneaban al ritmo de la música mientras posaban en distintas habitaciones, casi como cuadros. Además de estos jóvenes por allí anduvieron un puñado de bailarines y alguna stripper (con los pezones bien cubiertos, no sea que Instagram quiera censurar alguna imagen), seguidos de cerca por una legión de prensa especializada, bloggers y egobloggers, señoras cordobesas muy bien peinadas, caras conocidas de la escena de la moda y el arte madrileño y un tan inesperado como expectante Pedro Almodóvar, que parecía estar en su salsa.
La colección 'Objeto Sexual' de Palomo.
El cineasta estaba tranquilo, incluso accedía a contestar alguna pregunta de la prensa. Se quedó largo rato en el desfile, saludando a muchos de los presentes, viendo el documental y el desfile neoyorkino del diseñador que se exponían en una sala y tomando montones de fotos. Cuando el propio Palomo lo vio, empezando a contestar a una entrevista, no pudo más que pedir perdón y dejar de hacerla: los nervios le traicionaron, ya no podía seguir. De ahí que, dado el aire de burdel, las luces rojas, el olor a novedad, la profusión de hombres bellos vestidos de hombreras y dorados y la presencia de Almodóvar, más de uno afirmara que aquello parecía un revival de La ley del deseo del manchego.
La trayectoria del cordobés parece imparable. Él sigue diseñando en su Posadas natal, donde empezó vistiendo su colección de Barbies, la más grande de su pueblo, presume. De ahí salió a estudiar diseño a Londres, donde trabajó en un bar de la zona más exclusiva de la capital británica (escaneando todo lo que llevaban las clienta) y luego en una de sus tiendas de moda vintage más importantes.
Todo suma, todo cuenta, y él ha sabido unir a su juventud y a su delicadeza un gran trabajo académico y mucha visión. Esa amalgama de influencias y formación hacen que sus prendas se acerquen a la alta costura —con referencias de Velázquez y Zurbarán y con reminiscencias a John Galliano o Yves Saint Laurent— y que técnicamente sean casi perfectas (tanto que ya vende en tiendas de España, Europa y Japón). Ya ha dicho en más de una ocasión que diseña "para chicos que no quieren renunciar a llevar volantes", pero también para mujeres. Lo que parece claro es que, por el momento, Palomo no tiene límites.