El logo del PP: Una historia de charranes, gaviotas, Fraga y un joven publicitario
En un despacho en la madrileña calle Hermosilla estaba la sede de Frey y Asociados. Uno de sus empleados, Fernando Martínez Vidal, escuchó que Manuel Fraga buscaba logo para el recién nacido Partido Popular. Además de publicitario, era también el presidente de Alianza Popular en el distrito Salamanca. Se puso a pensar, a imaginar, a diseñar a título personal.
Las grandes empresas de publicidad empezaron a mandar sus propuestas. Él se preguntaba mientras qué significaba el nuevo partido. “Libertad”, era la palabra que le venía a la mente todo el rato, según confiesa a El Huffington Post 28 años después. ¿Cómo se plasmaba eso en un logo? Lo tuvo claro, en un charrán, un ave marina que vuela alto. Todo lo contrario al “puño cerrado agresivo” del PSOE.
Lo materializó en una cartulina, tamaño DIN A3. El fondo era blanco, las letras en negro y el charrán en gris. Se acercó a la calle Génova en enero de 1989 y le entregó el paquete a una secretaria. Pensaba ese joven treintañero que ahí acababa todo. Pero no. En las plantas nobles examinaron las propuestas días más tarde. Y Fraga dijo: “Quiero el de la gaviota”.
Ese era el momento en el que nacía un símbolo que reconocerían pronto todos los españoles y que es parte de nuestra historia reciente. Además, en ese minuto empezó la confusión de la gaviota. De cara al congreso que celebra este fin de semana el Partido Popular, Martínez Vidal -hoy concejal en el ayuntamiento de Madrid- ha presentado una enmienda para que los estatutos del partido recojan claramente que es un charrán, aunque coloquialmente se diga que es una gaviota. Génova le ha trasladado que está dispuesta a aceptar la modificación.
Lo hace por “amor al partido”, comenta. “No podemos estar representados por una gaviota. Es carroñera, vuelva bajo y come basura. El charrán es un ave marina, pero vuela alto, no se mueve entre la basura. En los casos de corrupción, da la sensación de que muchos de nuestros dirigentes han preferido ser gaviotas. Y los militantes del PP queremos ser charranes”.
Tras la decisión de Fraga, Génova empezó a comunicarse con Martínez Vidal (1957) sobre el nuevo logo a través de Alejandro Muñoz-Alonso, catedrático de Opinión Pública de la Universidad Complutense y un cercano asesor al líder conservador. Llegaron las primeras instrucciones: “Dígale a ese joven que quiero primero que le una el ala a la gaviota, porque van a decir que salimos tocados del ala. Quiero la leyenda del Partido Popular en rojo lacre diplomático y la gaviota en azul Carlos III”.
Martínez Vidal escuchaba “muy nervioso” por teléfono todas las órdenes. “Entendí lo del rojo -indica-, pero tuve que pedir que le preguntaran a Fraga cúal era ese azul”. “Él contestó: ‘Hombre, ¿cómo que cuál es el azul Carlos III? ¡El de la banda de la Real Orden de Carlos III!”, relata el concejal, quien agrega entre risas: “Él debía tenerla en su casa, pero a mí no me la han dado”.
A Martínez Vidal no le terminaba de convencer esa mezcla de rojo muy intenso y celeste, así que ajustó un poco los tonos. “Lo mandé con los pantones que creía, me hicieron caso al final. Fragaba mandaba mucho, pero no tenía ni idea de publicidad. Ahí estuve bien en mantenerme firme. No tiene más historia”, añade. Eso sí, tuvieron que darse mucha prisa para que estuviera todo listo para las elecciones europeas de mayo de 1989. Al final imprimieron el nombre completo. ¿Por qué? Las siglas PP estaban registradas por el Partido de los Pensionistas de Murcia.
No cobró ni una peseta. Nunca pidió nada, era un trabajo que donaba a su formación política. Y se siente absolutamente pagado viendo por la calle las banderolas y los carteles con su creación. En su despacho exhibe con orgullo una carta enmarcada enviada por Fraga agradeciéndole la labor y reconociendo su autoría. Hoy es pieza clave en la decoración en su oficina municipal en la calle Mayor, junto a un cuadro pop con el rostro de Esperanza Aguirre, una placa de la plaza Margaret Thatcher, la bandera de España y fotografías junto a María San Gil e Íñigo Henríquez de Luna.
Pero esta historia también mira más allá de Madrid y de España, allende el Atlántico. Al niño Martínez Vidal, que nació en la portuaria ciudad chilena de Valparaíso, donde se habían trasladado sus padres por motivos laborales. “Desde niño sé distinguir un charrán, una gaviota y un pelícano”, rememora.
Publicitario y político. Sus dos grandes pasiones. Su historia tampoco se podría entender sin Esperanza Aguirre. Con ella labró una buena amistad tras reuniones entre liberales y miembros de Alianza Popular en la sede que tenían en la calle Núñez de Balboa. En 1991 se convirtió en su asesor técnico cuando ella era concejala de Medio Ambiente. En la estantería también tiene una viñeta de Mingote de aquella época, dedicada a su obsesión por plantas árboles. “Ahí se veía que apuntaba maneras”, comenta sobre su jefa sonriendo.
Y defiende que el PP del distrito de Salamanca siempre ha sido “muy puntero” en temas sobre regeneración. “He dedicado mi vida al Partido Popular y me siento legitimado para criticar de manera responsable las cosas que me parecen mal. Creemos que militamos en el menos malo de todos los partidos y entre todos tenemos que mejorarlo”, asevera.
Explica que su logo se ha cambiado varias veces a lo largo de la historia y nunca lo llaman para avisarle. Solo un dirigente tuvo la deferencia durante estos años: Javier Arenas. “Le digo al actual PP que parece que esta imagen ha funcionado, ha gobernado España, se ha consolidado y la gente la reconoce. Por eso, es un error modificarla continuamente”, reflexiona. Y apunta: “Cuando vi que la habían encerrado en un círculo, me pareció un error. El charrán se concibió para volar libre y a lo largo de 28 años lo han encerrado en diversas jaulas, rectángulos, nubes. Me parece ahora que es copiar el círculo de Podemos”.
Y pone dos ejemplos que le entusiasman: Coca-Cola y Apple. Dice que son las marcas que mejor han conservado su símbolo sin apenas modificarlo. Claro, se queja que también es un problema de la falta de atención de los partidos a sus cuestiones de imagen. De las nuevas formaciones, alaba la elección del naranja por parte de Ciudadanos: “Es un color que entra mucho y me gusta porque es el resultado del rojo y el amarillo de la bandera española”.
Martínez Vidal apura estos días en política, “una ocupación noble, una de las cosas más bonitas”. Desvela que no tiene “ninguna aspiración política y seguramente” sea su “última legislatura”. “Los partidos tienen que renovar caras y mensajes. Me encantaría volver a la empresa privada antes de jubilarme”,
Esta es la historia del logo del PP, con sus charranes y sus gaviotas. Y otra cosa quiere que quede clara el autor: “El charrán vuela hacia la derecha”. Escrito queda.