Mujeres, Rajoy, pajaritas y el glamour del cine: los Goya 2017 desde dentro
Ellas y solo ellas fueron las protagonistas de la alfombra roja de los Premios Goya. Y eso que parecía que ellos y solo ellos eran los que acaparaban nominaciones, premios y honores. Que si Raúl Arévalo iba a arrasar con su primera peli, que si Roberto Álamo estaba estupendo, que si enhorabuena a Pedro Almodóvar por ser presidente en Cannes, que si qué alegría que volviera Dani Rovira, que si ¡atención! ¡Que viene Pablo Iglesias!
Pero no. Ya estaban ellas allí para plantarse, hablar y decir la última palabra. De blanco muchas, pero también de amarillo para sortear la mala suerte, de rojo pasión y elegante como Paula Echevarría o Leonor Watling o de segurísimo negro, como Carmen Machi, Paz Vega o una despampanante Penélope Cruz. O de azul oscuro tipo años veinte, como era el caso de Nely Reguera. Aunque a ella nadie se lo preguntó: "Aquí tienes que ser actriz para que te presten atención y te pregunten de qué vas vestida". Reguera era la única mujer de los ocho directores nominados. Y de las pocas que nadie se disputó por entrevistar en la alfombra roja.
"Es un camino. Poco a poco se va consiguiendo que haya más mujeres trabajando en esto pero falta mucho camino por recorrer todavía. No hay una igualdad. Es interesante que se logre para que haya un cine más plural en definitiva", contaba Reguera. Era la primera, pero no sería la última. Carmen Machi, Ana Belén, Pedro Almodóvar... También ellos se mojaron por la causa, una causa de todos.
El girl power se vio sobre la alfombra desde el primer momento. Lo paseó con orgullo y mucho arte la actriz y productora Cuca Escribano. Junto su vestido lucía un pañuelo (que pidió confeccionar apenas 24 horas antes) en el que estaban bordadas tres palabras en una frase con poder: "Más papeles femeninos". Aclamada sobre la alfombra roja, afirmó que en España "hay un 52% de mujeres y solo un 20% de personajes femeninos" y que las películas de este año "son de repartos con mucha testosterona, mucho tío, mucha sangre". "El cine tiene que contar la vida. Y yo existo y mis hermanas y mis primas, luego no estamos contando la vida. Estamos contando la vida sesgada", reclamaba Escribano.
Hubo otra mujer a la que pocos le preguntaron por su bonito vestido verde. Una de las más poderosas de la industria, pero también de las más desconocidas, Beatriz Bodegas. También habló sobre el asunto. "No me llegan tantos proyectos con personajes femeninos potentes", afirmaba la productora de Tarde para la ira.
Belén Atienza, productora de Un monstruo viene a verme, también fue por la misma línea que su colega. "Está muy bien que haya tantas mujeres en producción, en otros campos no están tan presentes". "Es bastante esperanzador que haya mujeres en puestos de responsabilidad. Espero que sea una semilla de algo que siga creciendo. Bueno, en la prensa hay mucha mujer", decía ante la abrumadora presencia de informadoras en la alfombra roja de los premios.
También habló Ana Belén, Goya de Honor, una actriz de 65 años empezó a trabajar con 13 y llevaba desde 2003 sin hacer una película (hasta La reina de España, en 2016). "Yo no creo que esto vaya a acabar y que digan 'Anda, Ana Belén, pero si todavía trabaja en esto", decía sobre la posible llegada de más papeles tras el galardón. "Yo no me he ido, he seguido todos estos añosos haciendo teatro, he seguido trabajando de lo mío". "Con las mujeres y los hombres en el cine pasa lo mismo que pasa en la sociedad", remachaba la actriz. "Tampoco logro comprender por qué cuesta tanto que a las mujeres nos reconozcan nuestro trabajo como a los hombres. Se me escapa la razón por la que sigue habiendo tan pocas mujeres en el cine. A veces pienso que si no se necesitasen mujeres para interpretar a mujeres ni siquiera estaríamos las que estamos".
Más o menos de su quinta es Carmen Machi, pero está en una situación contraria: no paran de lloverle papeles. "Es esperanzador que si vas cumpliendo años se den cuenta de que los personajes son más ricos, sobre todo las mujeres, tienen un mundo interior, y se van creando papeles. No me puedo quejar, sería una injusticia y sería idiota. Creo que se van dando cuenta de que es un filón hablar de una mujer que empieza a estar o cree estar de vuelta de muchas cosas. Pero cada vez hay más cosas que me llegan y de las que digo ole, ole y ole".
Por ahí iba también Bárbara Lennie, que brillaba por su simpatía (y también por su espectacular vestido de Gucci, ciertamente): "Me parece una reivindicación necesaria. Somos muchas las actrices de este país, somos muy potentes, muy diferentes unas de otras y faltan personajes. Y faltan historias con mujeres que representen toda la diversidad".
Hasta Pedro Almodóvar habló de la importancia de los personajes femeninos, que tanto le han dado (entre ellos el Goya a la Mejor actriz en esta ocasión, para Emma Suárez por interpretar a su Julieta adulta): "El cine [de esta edición] es muy testosterónico, creo que es casual en cualquier caso. Yo la cuota la cumplo con creces".
Hasta la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, se pronunció al respecto: "Me parece que la vida de la mujer es tan rica que tiene que haber más historias sobre mujeres mayores. Yo reivindico con mis 72 años que la vida de las mujeres mayores es apasionante también". Eso sí, no se quiso mojar sobre quién le gustaría que la interpretara a la hora de hacer un biopic sobre ella.
Para rematar la faena, Rovira se calzó unos zapatos de infinito tacón de aguja (que quiso que le firmara Pedro Almodovar). "No sé cómo lo hacéis con el tema de los tacones. Os admiro", arrancó, para seguir "creo que hay que seguir reivindicando que las mujeres ocupen puestos de toma de decisiones. Que se hagan películas sobre mujeres para mujeres".
RAJOY, VOLUNTARIO PROTAGONISTA
Mientras que el tema de un supuesto boicot a los Goya se fue diluyendo a lo largo de la noche (aunque alguno dijo que le daba más empuje a la gala y Eduardo Casanova aseguró incluso que "la gente que boicotea la cultura es pobre de alma"), el otro gran tema de la noche fue Rajoy. El presidente del Gobierno lo puso a huevo él solito con sus despectivas declaraciones en las que aseguraba que él no ve cine español. Eso es de pobres. Él es más listo. Él lee libros. Claro que sí, guapi.
Raúl Sánchez Arévalo contó ante los periodistas que le entregó tres películas a Rajoy: Tarde para la ira, El hombre de las mil caras y la que fue su primera obra, AzulOscuroCasiNegro. "No hay nada agresivo ni ácido en esto. Solo el interés real de que vea alguna. Además afirmó que "falta educación para valorar nuestra cultura, se ha perdido la costumbre de ir al cine". Sin embargo, para Alejandro Amenábar no es algo tan raro. "No creo que sea el primer año que esto ocurre", decía con retranca, asegurando que parte del cine español, como el de Pedro Almodóvar, es "marca España"
También el propio Almodóvar tuvo a bien afearle el gesto al presidente: "Reflejamos la realidad del país que vivimos. Hay parte de la información que le da el cine, y que no tiene ahora". "Yo estoy encantado de que el cine español funcione más, de haber estado presente en el cine internacional... Me encanta que estén representados casi todos los partidos políticos esta noche, pero en ningún momento he sentido que haya auténtica voluntad política de ayudar a nuestro cine".
Con su voz oscura y serio, muy serio, Roberto Álamo parecía no creérselo: "¡Que lo diga el presidente! ¡Con los medios delante! Y encima comparándolo con leer libros como si leer libros fuera bueno y ver películas, malo. Me parece surrealista. Yo no soy quién pero le invito a que vea Que Dios nos perdone y diga si es una buena o una mala película". Para él, "el cine español necesita que nuestro presidente no diga que no ve cine español".
ALFOMBRA POLÍTICA Y DE POLÍTICOS
La regla no escrita de estos eventos pone a todos en su lugar: los sin nombre antes, las grandes estrellas los últimos. Y los que llegaron más tardes a la alfombra no fueron solamente Emma Suárez, Pedro Almodóvar, Ana Belén, Paz Vega o Penélope Cruz. Ahora parece que los últimos son los políticos.
Por la alfombra y a cinco minutos de empezar la gala pasaron Alberto Garzón, Albert Rivera, Manuela Carmena, Íñigo Méndez de Vigo y Pablo Iglesias. Los políticos levantaron expectación y fueron de los más solicitados por los medios. Y, de nuevo, el traje y la pajarita morada de Iglesias, mejor colocado que el año pasado, encandilaron a los fotógrafos. "Un día al año ponerse el esmoquin no hace daño. La cultura lo merece", aseguró.
"Es grave", comentó sobre Rajoy. "Aunque nos dediquemos a esto hay tiempo, me entusiasma leer, me entusiasma ver cine, me entusiasma ver series. Hay dos películas que me han fascinado, El hombre de las mil caras y Tarde para la ira, y de las europeas Yo, Daniel Blake, de Ken Loach, una película que tiene que ver todo el mundo. Estoy loco por conocerlo", añadió Pablo Iglesias.
Carmena no quiso mojarse, dijo que había visto muchas pero que no le gustaba decir sus favoritas. "Yo no soy comentarista política y tengo la norma de no comentar. Para eso hay muchos profesionales que son comentaristas. Yo hablo sobre el Ayuntamiento y cosas que tenemos que mejorar y todo eso". Elegante.
En fin, como dijo Ana Belén para acabar su discurso: "Salud y trabajo a esta profesión que no se merece tanto desprecio de sus gobernantes. Buenas noches". Ellas, siempre la última palabra.