"Construir un nuevo proyecto vital": La incertidumbre de los refugiados cuando llegan a España
“Construir un nuevo proyecto vital”. Este es, para la psicóloga de CEAR Mariángeles Plaza, el mayor reto que tienen que afrontar los refugiados que llegan a España. Los traumas, la dificultad del idioma, la incertidumbre… Son el día a día de miles de personas que huyen de sus países. En 2015, 14.887 personas pidieron asilo en España. 218 obtuvieron el reconocimiento, según los últimos datos del Ministerio del Interior. A pesar de las cifras, algunos grupos parlamentarios intentan apremiar al Gobierno para cumplir con el compromiso suscrito en la Conferencia e Presidentes de impulsar un plan de ayuda de emergencia a los refugiados. Sin ir más lejos, este martes el senador socialista Juan Andrés Tovar preguntará sobre ello en la sesión de control.
"Un refugiado llega con traumas que trae al huir de una situación, y eso no es fácil", explica Plaza. A esto le añade lo que conlleva el exilio: "Pierdes todo lo que tenías... A tu familia, el estatus social, etc". Y lo más importante: "Pierdes tu proyecto de vida". Por eso señala que la integración pasa por el proceso de construirlo de nuevo.
Otro de los grandes problemas a el choque cultural o el aislamiento social. "Ellos no han elegido migrar. No controlan nada de lo que pasa", explica, "por lo que es muy complicado y sobreviven como pueden". Explica que el daño emocional "es grande" y eso también "puede influir en la integración" y a la hora de crear una rutina. "Piensan en lo que le ha pasado a su familia, a sus amigos y en los que no han podido venir. En qué habrá sido de los que se han quedado allí... Y les cuesta concentrarse".
EL PROCESO JURÍDICO
Una vez que llegan, los demandantes de asilo tienen que pasar por un proceso jurídico largo y complicado para conseguir los papeles. En él, tienen que entrevistarse con diversas personas para contar su historia y las razones por las que solicitan protección internacional. "Esto les hace recordarlo todo, y tampoco es fácil para ellos. Reviven su dolor", explica Plaza, "es un proceso largo y con mucha incertidumbre". Porque si hay una palabra que defina la vida de estas personas una vez que llegan a otro país es esta: incertidumbre. "Si están con su familia, se preocupan por cuidar de ella; si están solos, se preocupan por reagruparse... Y así todo el tiempo", lamenta la psicóloga.
Para pasar todo ese proceso con facilidad, cuentan con la asistencia de distintas organizaciones de ayuda a los refugiados. "Llegan en shock, pero se van situando poco a poco", dice la psicóloga. Los demandantes de asilo pasan seis meses en un centro de acogida a su llegada y hasta doce meses con ayuda económica y asistencia. Pero después llega la fase de autonomía, en la que deben alquilar un piso y tener un trabajo. Durante esa fase de autonomía, se acaban las ayudas y deben buscar la forma de autoabastecerse. "La inclusión laboral ayuda mucho a obtener autonomía en la mayoría de los casos", dice Plaza.
Plaza trata con todo tipo de demandantes de asilo, pero los últimos años ha podido comprobar que el perfil medio de los que llegan a España de Siria es el de familias vulnerables y el de "hombre que viene sólo, joven y universitario". "Casi todos los refugiados sirios con los que me he cruzado son de clase media-alta con estudios universitarios. También tenemos de África, Centroamérica y están aumentando los venezolanos y los ucranianos", cuenta.
Ella prefiere hablar de "inclusión": "Nuestro objetivo es incluir a la persona refugiada dentro de la sociedad de acogida, más que integrarla a la sociedad de acogida. Así incorporamos lo que nos puede traer y aportar".
Un ejemplo de esta inlcusión es Ahmad. Llegó a España en 2013, con 20 años. Estudiaba filología inglesa en la universidad y le gustan los idiomas pero su vida un día cambió. Ahmad es kurdo y vivía en Alepo (Siria) cuando estalló la guerra. Ahora vive reubicado en Madrid, tiene trabajo y habla un perfecto español. Pero todo ello a costa de dejar todo lo que tenía entonces.
"ME DI CUENTA DE QUE TENÍA QUE IRME DE ALLÍ"
"Al empezar la guerra me di cuenta de que tenía que irme de allí", cuenta a El Huffington Post. Viajó a Marruecos cruzando las fronteras gracias a las mafias que trafican con ellos, pidió el asiló y poco después llegó a Madrid. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado le acogió durante diez meses y le ayudó a integrarse.
"Conocí a un chico español con el que podía vivir y ya llevo un año y medio viviendo con él. Además, abrieron un nuevo centro de acogida en el que necesitaban nuevos trabajadores y así pude conseguir empleo gracias a la cantidad de idiomas que hablo", explica Ahmad. Habla kurdo, inglés, árabe y español" -aunque cuando llegó a España no dominaba el idioma-. Hoy, por fin, tiene un nuevo proyecto de vida, estudia en la Escuela Oficial de Idiomas de Madrid e insiste en que "el gran problema de la integración es el idioma, principalmente".
El caso de Ahmad acabó bien. Si por el contrario, se finalizan las ayudas y no se han cumplido las expectativas, los casos los asumen los servicios sociales. "Esto resulta muy frustrante y doloroso. Son personas jóvenes con capacidades que quieren aportar", lamenta Plaza.
En este sentido, Monica López, directora de programas de CEAR, señala que "los índices de inserción laboral son bastante bajos". "Muchos de ellos utilizan las redes de compatriotas, que a veces funcionan mejor que las oficinas del paro. Van saliendo adelante con más o menos ingresos".
Para Plaza "cualquier apoyo es poco para empezar de cero. Es gente que lo ha perdido todo y esto resulta complicado, eso es lo que les diferencia de migrantes económicos... Al menos estos últimos tienen algún motivo por el que levantarse cada mañana".
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