¿Qué le ha pasado a la democracia en España?
Aprobado raso. Esa es la nota que le dan los expertos de la Fundación Alternativas a la democracia española en Informe sobre la democracia en España 2016 (IDE 2016). Desde las elecciones generales del 20 de diciembre del 2015, el panorama político español ha sufrido grandes cambios hasta hoy, pero la calidad democrática en España es de 5,5 en una escala de 0 a 10. Es más: sociólogos y politólogos suelen puntuar por encima de lo que lo haría el resto de ciudadanos. ¿Por qué esa nota tan baja? ¿Qué supone? ¿Es este el modelo de democracia que queremos? Son algunas de las preguntas a las que responde el trabajo, que se presenta este jueves en el Congreso de los Diputados.
El texto analiza qué está sucediendo en nuestro país y el futuro inmediato de la vida política y de una sociedad en constante evolución. Resulta interesante observar cómo ha ido evolucionando la situación desde el primer IDE que medía la democracia, en 2008, cuando la democracia tenía una nota de 6,2. Desde entonces no ha hecho más que bajar excepto el último año, ya que en 2015 recibió un 5,2. En 2016 ha subido 3 décimas debido a la aparición de los nuevos partidos en el ciclo político, caracterizado por la fragmentación y la necesidad de pactos. 2016 fue el año de la legislatura más corta de la historia, con dos intentos de investidura fallidos mientras la democracia española pasaba por "una crisis económica, un deterioro social, políticas de austeridad, corrupción rampante, derivas independentistas y descrédito de instituciones", según el informe.
2016: UN AÑO FUERA DE LO NORMAL. ¿POR QUÉ?
España ha vivido por primera vez la incapacidad de formar un gobierno, los ciudadanos han acudido a las urnas dos veces y durante 314 días el país ha vivido con un gobierno provisional. Además, la conformación del Congreso ha cambiado drásticamente y ha dejado de pertenecer a los dos partidos tradicionales.
Todo esto, señala el informe, se produce en un contexto en el que hay una mala gestión de la crisis económica por parte de los dos grandes partidos (PP y PSOE) que, entre 1982 y 2015, poseían casi nueve de cada diez diputados en el Congreso. La falta de respuestas políticas para responder a la crisis derivaron en distintas protestas y mareas ciudadanas y esto explica que a partir de las elecciones europeas de 2014 empezase todo a cambiar. Aparecieron así nuevos actores políticos que conectaban con la ciudadanía insatisfecha y en las elecciones de 2015 la Cámara quedó muy fragmentada con la emergencia de Podemos y Ciudadanos.
Esto se sumaría a la situación en otros países de Europa, en los que el apoyo a los partidos socialdemócratas han ido disminuyendo durante los últimos 15 años, especialmente en aquellos países donde se ha producido un rescate financiero. Esto se debe tanto a la mala gestión de la crisis como al "colapso de la socialdemocracia como proyecto político". Además, se añade el éxito de algunos partidos nacionalistas y populistas como el UKIP, cuya victoria ha sido la salida de Reino Unido de la Unión Europea.
EL NUEVO PAISAJE POLÍTICO
Al contrario que en la X legislatura, en la que el PP gobernó con mayoría absoluta, 2016 fue el "año sin gobierno". España vivió la dificultad de los distintos partidos para negociar la formación del Ejecutivo y estuvo más de 300 días bajo el mandato de un gobierno provisional. Según el IDE 2016, esto ha supuesto "un punto de inflexión" en la democracia, pues se había pasado de una elevada estabilidad y facilidad en los gobiernos a la incertidumbre política y dos elecciones y dos investiduras políticas, llegando a una situación de bloqueo político sin antecedentes.
Durante este periodo, la economía siguió creciendo, pero las funciones del Gobierno se vieron limitadas y perdió visibilidad a nivel internacional. El legado de Rajoy se resume, a grandes rasgos, en "polémicos recortes y reformas" en las áreas de educación, sanidad, dependencia o las pensiones; los esfuerzos para la "regeneración democrática" como la aprobación de La Ley de Transparencia, que fue criticada por la falta de independencia del Consejo de Transparencia o la Ley de Seguridad Ciudadana; y una política exterior poco activa. Rajoy gobernó con una amplia mayoría absoluta que le permitió no tener que buscar el acuerdo y esto le enfrentó con la oposición y amplios sectores sociales.
A las dificultades políticas se añade la "frustración de las expectativas creadas" con el multipartidismo que habría en el Congreso a partir de diciembre del 2015. Según el IDE, esta situación llevó a "plantear la necesidad de renovar los pilares de una arquitectura institucional que no estaba pensada para albergar un sistema de elevada fragmentación parlamentaria". También se evidenció la dificultad de los partidos para operar en este nuevo marco multipartidista. Todo ello llevó a una alta insatisfacción de los ciudadanos.
LA TRANSFORMACIÓN DE LA OPOSICIÓN
El informe analiza también el nuevo papel que tendrá la oposición a partir de ahora, contrastando con la X legislatura, en la que su papel fue atípico, ya que hubo un abuso de la mayoría absoluta del PP que impidió su funcionamiento con normalidad. Tras el 20 de diciembre, la oposición se normaliza, pero también "se transforma". Ahora se trata de una oposición "multipolar y fragmentada".
Esto abre nuevas oportunidades políticas "para que la oposición sea un contrapeso al Gobierno y pueda gobernar desde el Parlamento". Esta nueva oposición supone otras cosas como el aumento de pluralidad de actores, el impacto sobre resultados fiscales, el aumento del riesgo de bloqueo o el cambio de la naturaleza de las relaciones intergubernamentales.
LOS GRANDES RETOS DE LA DEMOCRACIA
Con los datos en la mano, el IDE destaca una serie de retos de la democracia española para mejorar la situación y adaptar las instituciones y los distintos actores a las circunstancias citadas. Son los siguientes:
Volver a poner en valor lo político, y luchar contra la desafección y el populismo. Ha habido una alta desafección e irritación política desde el comienzo de la crisis. También un descenso de la confianza y las malas valoraciones de los distintos partidos políticos. Esto se relaciona con las tesis del populismo. Como señala el informe, "aproximadamente la mitad de los españoles está de acuerdo con la idea de que existe una oposición entre el pueblo y la élite en la que el primero no está bien representado por el segundo". Por eso considera necesaria la "lucha contra la corrupción y las deficiencias de las leyes de transparencia actuales".
Adaptar las instituciones al escenario mutipartidista en el que la mayoría de gobierno y la oposición han dejado de ser claras. España ha pasado a ser un país con un modelo llamado 'Borgen', en el que la línea entre el gobierno y la oposición comienza a difuminarse y el primero tiene que acudir al segundo para tomar ciertas medidas. Por eso el IDE propone que las herramientas e instituciones políticas se adapten a este nuevo modelo para evitar futuros bloqueos como el que ha habido en España durante el 2016.
Generar dinámicas de pactos entre los partidos . El texto también señala que hay una necesidad de un cambio "de mentalidad y de lógica de competición", no sólo en las instituciones. Ahora, los distintos partidos que están en la oposición también compiten por consolidarse y conseguir más votantes.
Mejorar el control del gobierno en funciones o de las mayorías absolutas. "El control del gobierno por parte de los representantes del pueblo en el Congreso es un elemento clave en el funcionamiento de la democracia", señala el IDE. Por eso propone "repensar" las instituciones y la forma de gestionar estas situaciones para evitar más bloqueos.
Definir un contexto económico que permita recuperar capacidad para luchar contra la pobreza y la exclusión. Se trata de volver a garantizar los derechos sociales básicos. "Uno de los grandes retos es emprender reformas que permitan solucionar los desequilibrios sociales creados", afirma el informe, que llama a "repensar el sistema educativo y mejorar la calidad del gobierno".