Dos frescos sangrientos despiertan el debate sobre el arte callejero en Bruselas
¿Recuerdas la última polémica artística en Bruselas? Fue hace un par de semanas, un revuelo generado por dos frescos aparecidos en muros de la ciudad, uno mostrando una penetración en primerísimo primer plano y otra, con un pene. Pues esa es ya, en realidad, la penúltima, porque la última de verdad la ha generado, al parecer, el mismo dibujante, pero esta vez recurriendo a la sangre y la violencia.
Hace pocos días, los vecinos del Porte de Flandre, a lo largo del emblemático canal de la capital belga, se encontraron al levantarse con un mural de cinco metros que recrea la escena bíblica del sacrificio de Isaac a manos de su padre, Abraham, cumpliendo las órdenes de Dios, y que en el último momento no se ejecutó, visto que el padre era capaz de hacer cualquier cosa si el mandato le llegaba del cielo. Lo que se ve en este muro es un brazo armado de un cuchillo a punto de cortar el cuello de un hombre, y otra mano que lo detiene.
Y surgió entonces el debate: ¿hay que dejarlo? ¿Puede incitar a la violencia? ¿No es demasiado explícito? Pero más aún se complicó la cosa cuando se supo que, en realidad, el fresco lo que hace es replicar una escena de un cuadro de la misma temática pintado por el italiano Caravaggio en 1603.
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Y ahora ¿qué? ¿Se pinta, se tapa? ¿También habría que esconder entonces el cuadro, que hoy se encuentra en la Galería de los Uffizi de Florencia?
Las autoridades locales han dicho que estarán "vigilantes" y, si "da algún problema", lo taparán, pero si no hay incidentes, no ven la razón por la que deberían hacerlo.
El responsable de Cultura belga ha dicho en Twitter que "el arte es libre".
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La polémica no termina aquí, ya que apenas unos días después de descubrirse esta pintura ha aparecido otra, aún más explícita y gore, esta vez en los edificios de una zona conocida como Brigittines. En este caso, un hombre cuelga con las tripas al aire en el lateral de un bloque de viviendas.
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También en este caso hay un guiño artístico, ya que el dibujo se inspira en una obra muy conocida en los Países Bajos, El ajusticiamiento de los hermanos De Witt, de Jan de Baen (1672), casi tan horripilante como el relato de su muerte que hizo Alejandro Dumas en El tulipán negro.
Los expertos de las universidades locales sostienen que, sin duda, los dos frescos son obra del mismo autor, que a su vez fue quien hizo las pinturas sexuales de hace semanas. La mayoría aboga por mantenerlos, por su calidad y su denuncia encubierta de la violencia, dicen, pero los vecinos no lo tienen tan claro. No es, señalan a los medios belgas, como el remedo de la Mona Lisa que hizo Banksy.
Por el momento, sigue el misterio y siguen las pinturas, pero nadie sabe por cuanto tiempo.