Iglesias y Errejón presentan sus propuestas para Vistalegre II

Iglesias y Errejón presentan sus propuestas para Vistalegre II

GTRES

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón ya han presentado sus propuestas políticas de cara a la Asamblea Ciudadana de Vistalegre (Vistalegre II).

El líder de Podemos, en un documento en el que dice haber contado con las opiniones de sus afines pero también de Errejón y de miembros del sector anticapitalista como Miguel Urbán y Teresa Rodríguez, aboga por centrar la estrategia de la formación en construir "movimiento popular" y en utilizar las instituciones para desarrollar un programa electoral de cara a futuros comicios.

Errejón, que en declaraciones a El Huffington Post ha rechazado haber participado en el documento de Iglesias, pide no "escurrir el bulto trasladando a la movilización todo el peso del cambio" y "corregir el rumbo de los últimos meses", abandonando los golpes de efecto, la "inmadurez" y volviendo a disputar el "sentido común", recuperando la iniciativa política sin arrinconarse en la izquierda.

Diferencias de opinión de cara a la Asamblea que marcará el futuro de Podemos y a las que se refiere Iglesias en su documento, en el que pide "unidad" que no dé paso a "una coalición de familias o de partidos dentro del partido" porque se "comprometería" la capacidad de acción del partido y acabaría convirtiendo a la formación morada en una organización basada en "baronías y familias como el del PSOE o en un peso económico como el del PP".

Pablo Iglesias.

"(...) Durante ese periodo sufrimos un desgaste notable, cometimos fallos y el redactor de este documento cometió errores (entre ellos, no haber sabido comunicar bien nuestra propuesta o no haber sabido hacer entender que íbamos en serio cuando planteábamos gobernar junto al PSOE), pero ese tiempo sirvió para madurar una nueva alianza que permitía imaginar un impulso electoral que nos acercara más al cambio.

(...) De haber concurrido a las elecciones del 26J en los mismos términos que en 2015, los resultados habrían sido peores. La petición de «unidad, unidad» fue una de las más repetidas durante esos meses y, por tanto, hubiera sido muy difícil explicar por qué compartiendo tanto del programa no compartíamos las elecciones y caminábamos juntos".

Íñigo Errejón.

"(...) Es fundamental tener en cuenta que el 20 de diciembre de 2015 se produjo un parteaguas en la historia de Podemos. El sabor agridulce de esa fecha radicó en, por una parte, haber sido capaces de conseguir, con todo en contra y viniendo de un periodo dificultoso desde las elecciones autonómicas y catalanas, una remontada que sumó más de 5 millones de votos y nos colocó de una tacada como la tercera fuerza política del país después de dos años de vida; por otra parte, al mismo tiempo, se había frustrado un objetivo fundamental: conseguir una posición tal que forzara al PSOE a tener que elegir claramente de cara a la opinión pública entre los dos proyectos de país que se pusieron encima de la mesa en esa campaña electoral histórica.

(...) La gestión de las negociaciones de gobierno improductivamente y la percepción de inmadurez y soberbia por una parte importante de nuestro potencial electorado explican los resultados del 26J, en los que la confluencia con IU no pareció funcionar. Quienes nos faltaron ese día no se perdieron en las dos semanas previas a las elecciones, sino en los meses anteriores. De alguna manera vinieron a profundizar las grietas en todos esos grupos sociales en los que Podemos tiene menor penetración social: las mujeres, los mayores de 45 años, trabajadores y trabajadoras, y el mundo rural".

Pablo Iglesias.

"(...) No hubo empate entre las fuerzas del cambio y las fuerzas de la restauración básicamente porque ningún sector relevante del PSOE contempló jamás la posibilidad de formar con nosotros un gobierno que asumiera los desafíos del cambio, por mucho que Sánchez pretendiera apropiarse de la expresión «fuerzas del cambio», incluyendo en ella a su partido y a Ciudadanos. Gobernar con el PSOE era una posibilidad llena de dificultades y de riesgos, pero que habría despertado la ilusión y la esperanza de muchos ciudadanos y hubiera podido permitir a nuestro país lograr notables avances. Pero los jefes del PSOE nunca contemplaron esa posibilidad. Sánchez había sido la persona elegida por el aparato del PSOE para frenar a Eduardo Madina y, desde muy pronto, su única estrategia fue la supervivencia en un partido rodeado de sus peores enemigos en lo relativo al control del aparato, aunque con los que en principio no tenía grandes diferencias políticas".

Íñigo Errejón.

"(...) La relación de Podemos con el PSOE debe ser hábil, pues no puede desconocer su importancia histórica pero tampoco tomar decisiones en base a su existencia. No puede obviarlo pero tampoco subalternizarse de forma sistemática por definirse en relación a él. La obsesión con el Partido Socialista tiene más que ver con las deudas pendientes de una parte de la izquierda de nuestro país que con las pretensiones y aspiraciones que Podemos debe tener en esta nueva etapa. A Podemos no le toca elegir entre dilemas del pasado, no tiene que decidir entre ser el PCE o ser el PSOE. Abordar la relación con el PSOE de manera inteligente y laica ha sido siempre mucho más productivo para Podemos que la negación obsesiva y choque frontal.

(...) En el momento actual Podemos está perdiendo un tiempo precioso al no aprovechar la crisis existencial del PSOE para formar una nueva mayoría en nuestro país. Si continuamos por la misma senda resistencialista que iniciamos tras el 20D, la restauración estará mucho más cerca. Si dejamos que el PSOE se recomponga regalándole toda iniciativa que Rajoy le permita presentar a la opinión pública como mejora de las condiciones de vida habremos fracasado".

Pablo Iglesias.

"(...) No es cierto que el del PP sea un Gobierno en una situación de debilidad, a pesar de no contar con una mayoría parlamentaria. el Gobierno cuenta con facultades legales y reglamentarias para gobernar ignorando al Congreso y haciendo que en la práctica buena parte de las decisiones de este queden en papel mojado".

Íñigo Errejón.

"(...) Nos encontramos ante un Gobierno débil. Nuestra lectura del momento se sustenta sobre la tesis de que existe un Gobierno actualmente en el Estado español precisamente porque se ha roto el bipartidismo. El Gobierno de Rajoy es más débil de lo que aparenta y la crisis de Régimen no se ha cerrado, siendo la prueba de ello que la gobernabilidad y la estabilidad del sistema de partidos resultan términos contradictorios por primera vez".

Pablo Iglesias.

"(...) Durante la Transición se debatió en comedores privados y entre élites. En el siglo xxi eso tiene que cambiar. Las élites siempre quieren parlamentarizar los conflictos como una manera de desactivarlos, mientras que si el pueblo está, habla, debate y participa, se consiguen los cambios. Sociedad civil y Parlamento son dos caras de la misma moneda.

(...) El compromiso de construcción de esa nueva voluntad popular requiere del compromiso institucional y político con los diferentes sectores sociales que quieren hacer posible el cambio. Lo que aparentemente parece obvio tiene unas derivaciones que no se concretan solo en una línea discursiva, sino en una práctica política para construir la confianza desde los hechos y no solo desde las palabras, y ser capaces de resistir el empuje de nuestros adversarios en los momentos difíciles. Al mismo tiempo requiere de un esfuerzo militante cotidiano que se extienda desde las instituciones hasta nuestros barrios y pueblos, donde debemos huir de la politiquería partidista de las medallas para centrarnos en la consecución de victorias en las que la gente conforma un bloque popular del que nosotros formamos parte pero no somos el todo".

Íñigo Errejón.

"(...) Podemos necesita ser una fuerza política más abierta, no resistencialista, sino aprovechar las nuevas oportunidades del nuevo ciclo para cumplir con las tareas de convertirse en fuerza de gobierno y construir pueblo.Ahora se trata de generar una organización democrática y popular distribuida, territorializada, feminizada, compleja y capacitada para gobernar nuestro país y conducir un proceso de cambio histórico. A esto le hemos llamado pasar de la máquina de guerra electoral al movimiento popular.

(...) Como si nos hallásemos ante un dilema en el que hubiera que elegir entre los principios y la coherencia o la posibilidad de ganar, tales posiciones se recrean en una determinada lectura de la Transición política en España, según la cual Podemos tendría el riesgo de convertirse en el nuevo PSOE y, por lo tanto, se trataría de escapar de esa maldición. El asunto es que ya no estamos en 1978 y no se trata de ser el PSOE o el PCE. Como hemos dicho en otras ocasiones, esos debates no corresponden a Podemos. No se trata ahora de ninguna revancha histórica de ningún partido, sino de recuperar la soberanía popular y la justicia social en nuestro país.

(...) En esas condiciones una fuerza transformadora no es la que se limita a repetir “que se vayan todos”, sino la que libra un combate cultural, institucional, intelectual y electoral para ganarles la credibilidad y la dirección social a los actores tradicionales. Errar en el análisis, creer que una fuerza antioligárquica es una fuerza exclusivamente de impugnación, o cuyas posibilidades de éxito tienen que ver sólo con la proliferación de manifestaciones, nos costaría regalarles un tiempo precioso. De la misma manera, un retroceso a visiones toscas que creen que con la crisis económica “caen las caretas” y acaban constituidos los campos del pueblo frente a la oligarquía equivale a encerrarse voluntariamente en un margen del tablero y a olvidar que la construcción de pueblo es una tarea paciente y cuidadosa de federar aspiraciones y demandas en torno a un proyecto compartido generador de esperanzas y certezas, un horizonte nuevo para nuestro país.

(...) No necesitan “domesticarnos”, les basta con arrinconarnos y dejarnos una cómoda y folclórica existencia en la esquina izquierda del tablero, fuera e impotente ante su reconstrucción del sistema político".

Pablo Iglesias.

"(...) Nuestros representantes en las instituciones no pueden convertirse en políticos, sino que deben seguir siendo militantes y cumplir una tarea al servicio del interés colectivo. Debemos seguir situando en la agenda política las demandas populares, pero tenemos que ser capaces también de participar en la consecución de victorias concretas que muestren la capacidad de la gente para construir un poder desde abajo. Necesitamos desplegar una pedagogía de la praxis que demuestre que, en situaciones concretas, la gente puede vencer a las élites y sus representantes. Si parar un desahucio es una victoria popular, servir de instrumento a los sectores que defienden sus derechos debe favorecer más victorias populares que consoliden el bloque de cambio. Ganaremos si esas victorias no son de Podemos, sino del bloque social y popular. Cuando un juez reconoce la dación en pago, cuando el Parlamento empieza a considerar la pobreza energética o cuando Bruselas sanciona que las cláusulas suelo son una estafa es la sociedad la que ha triunfado al empujar a las instituciones a convertir en derechos sus necesidades. Podemos nació entendiendo que había que caminar de la calle a las instituciones, pero sabiendo que sin el impulso ciudadano nunca en la historia se han registrado cambios para las mayorías.

(...) Por eso, recuperar las instituciones democráticas significa instalar la consigna «primero la gente» como vector de todas las políticas públicas, personalizar la Administración y personificar los conflictos, para que los problemas individuales se transformen en obligaciones institucionales.

(...) No existe una contradicción fundamental entre movimiento e institución, sino una tensión elemental. Una relación de intensidades que fluctúa en función de la coyuntura general. Intentar leer los fenómenos sociales de forma unidimensional impide comprender las variantes y elimina los matices que realmente definen lo original de cada momento. Si nos subordinamos a la lógica institucional, nos disolveremos; y si, por el contrario, nos limitamos a lo conocido y ya transitado, nos autoexcluiremos. La dialéctica movimiento-institución (un equilibrio inestable permanente) no termina nunca, pero debe servir para avanzar en la transformación y superación del orden institucional actual. Por ello debemos seguir construyendo el bloque histórico, social y popular —esa unión de sectores que se encuentran porque coinciden en su diagnóstico, sus intereses y sus objetivos— que hace política al mismo tiempo en las instituciones y en los espacios públicos no institucionales.

(...) Estar a la altura de los tiempos y comprender que Podemos no agota el espacio político y social del cambio. Somos un actor protagonista que aspira a seguir liderando el cambio, pero la humildad —como una herramienta esencial en la nueva política— nos obliga a ser generosos con el espacio institucional alcanzado y a aceptar que para ganar las próximas elecciones generales debemos seguir sumando".

Íñigo Errejón

"(...) La restauración no tiene condiciones para imponerse, que tenemos enfrente a un gobierno débil que ha de elegir entre aprobar su agenda o dar aire a sus partidos rehenes, y que nos encontramos en un escenario en el que podemos seguir avanzando posiciones a condición de:

1. no regalar más tiempo, ni creer que el derrumbe de alguno de los partidos tradicionales será para siempre o nos hará nuestro trabajo

2. recuperar la iniciativa demostrando que somos capaces de presionar al gobierno, de liderar acuerdos o de instalar temas en la agenda nacional (transición energética, lucha contra la violencia machista, derechos sociales, condiciones de autónomos y pymes, jóvenes exiliados, etc.) que nos muestren como una fuerza política de futuro y con capacidad de dirección a la vez que creando un orden nuevo y generando certezas y seguridades;

3. reconocer que en las instituciones no podemos estar apelando al advenimiento del cambio, sino demostrándonos útiles ya, dado que si quieren atraparnos y arrinconarnos en el Parlamento debemos romper el cerco con más y mejor iniciativa;

4. recuperar un discurso transversal que deje atrás las etiquetas izquierda/ derecha no por renuncia alguna, sino porque asume que la unidad del pueblo es más ambiciosa, radical y transformadora que la unidad de las izquierdas: por supuesto cabe la izquierda tradicional, pero va más allá;

5. recuperar la capacidad de interpelar y seducir a los sectores más diversos: no podemos ser de facto una fuerza política que atraviesa pertenencias sociales, geográficas y de edad, que voluntariamente se encierre sólo en hablarle a los sectores más golpeados sino que necesitamos recuperar la línea propia de una fuerza patriótica popular, que le hable a la gente sin preguntarle de dónde viene;

6. hemos de afirmar nuestra clara e inequívoca vocación de gobierno. Esta no es una cuestión exclusiva de palabras, sino de nuestra práctica: nosotros somos los que representamos un orden nuevo frente al desorden y la chapuza de los de arriba, nosotros traemos el buen hacer y la seguridad frente al miedo y la incertidumbre que generan los que mandan y nosotros debemos conducirnos ya como si estuviéramos poniendo en práctica el país que viene y del que nos vamos a hacer cargo. Sólo gobernaremos si antes España se nos imagina gobernando. Esto no tiene nada que ver con concesión alguna hacia las formas o contenidos de los partidos tradicionales. Históricamente nada ha asustado menos a los de arriba que las minorías ruidosas de protesta. Y nada les ha generado más inquietud que los proyectos capaces no sólo de conquistar la indignación, sino también la confianza. Sólo es radical una fuerza que puede construir el poder para hacer cambios. Para una segunda transición las oligarquías necesitan una izquierda folclórica e impotente. Lo que puede profundizar y llevar a buen puerto el proceso de cambio abierto, frustrando la restauración, es un amplio movimiento popular, transversal y democrático. A la fuerza de los de arriba no se le puede oponer la izquierda, sino la mayoría heterogénea y mestiza de los de abajo".

Pablo Iglesias.

"(...) Porque somos una fuerza de gobierno, debemos empezar a actuar como alternativa de gobierno; es el momento de ofrecer, también desde el Parlamento, un programa de gobierno alternativo para 2020.

(...) Tenemos la enorme responsabilidad de proponer una política diferenciada, en todos y cada uno de los ámbitos, a la actuación del actual Gobierno y sus socios (declarados y virtuales). La tarea de oposición parlamentaria de Unidos Podemos se dibuja, por tanto, sobre la precaria aritmética de las fuerzas que sostienen al PP en el Gobierno: sin el apoyo de Unidos Podemos, ni el socio permanente del Gobierno ni su socio discontinuo pueden plantear propuestas políticas alternativas a las del PP que consigan aglutinar el suficiente respaldo parlamentario.

(...) Debemos aprovechar las tribunas del Congreso y del Senado para exponer al conjunto de la ciudadanía el programa de nuestro futuro gobierno, contraponiéndolo al del actual y demostrando que existe una alternativa política viable.

(...) Tenemos que asumir e interiorizar que Podemos puede y debe liderar el gobierno en nuestro país. Comenzaremos ese camino con victorias autonómicas en 2019 para, al año siguiente, ganar las próximas elecciones generales. Tenemos ante nosotros y nosotras un nuevo escenario —un nuevo calendario político— que fija nuevas metas. Y lo afrontamos con la misma voluntad inicial: ganar para gobernar, porque nuestra ambición de cambio sigue intacta.

(...) En este sentido, de cara a las próximas elecciones generales debemos trabajar en el doble ámbito de, por un lado, trasladar a las instituciones las iniciativas de los movimientos sociales y, por otro, respetando la independencia de las organizaciones de la sociedad civil, colaborar en su crecimiento y reforzamiento social".

Íñigo Errejón.

"(...) Quienes consideran que viene un período en el que no es posible ganar posiciones en la política española y, por tanto, lo que debemos hacer es “cavar trincheras”, protagonizar protestas y endurecer nuestra formación política para hacerla capaz de pasar un período invernal sin bajas, sin perder a los ya convencidos; por el otro, otros quienes defendemos la debilidad del gobierno de Rajoy y la necesidad de seguir a la ofensiva ya que estamos ante un momento de desplegar las velas y seguir avanzando. Además estas posiciones resistencialistas son partidarias de una agenda de reivindicaciones centradas exclusivamente en los sectores más empobrecidos, de una agenda institucional que huya de cualquier compromiso o entendimiento, y de una línea ideológica que considera que la transversalidad ha rendido todo lo que podía y que hemos de concentrar nuestros esfuerzos en construir una fuerza política que aglutine al conjunto de la izquierda.

(...) Otros quienes defendemos la debilidad del gobierno de Rajoy y la necesidad de seguir a la ofensiva ya que estamos ante un momento de desplegar las velas y seguir avanzando.

(...) La continuación y victoria del cambio, por tanto, llegará cuando consigamos disolver los miedos en torno a nosotros, atraer a sectores muy diversos y ser efectivamente el núcleo irradiador de un nuevo acuerdo de país. Ya hemos impugnado y desafiado al orden: ahora toca sustituirlo por un contrato social más amplio, más democrático, más moderno y más justo. Podemos ganará cuando sea percibido como esa fuerza, cuando haya sido el motor y articulador, junto con muchos otros, de ese relevo histórico de las élites hoy agotadas. Consideramos fundamental corregir el rumbo de los últimos meses y volver a disputar el sentido común y las nociones centrales para los españoles, como fuerza que más y mejor entronca con las mejores posibilidades de nuestro futuro".

Pablo Iglesias.

"(...) Despatriarcalizar la política nos referimos a que hay que incorporar el feminismo —la lucha por la igualdad radical de las personas sin condicionantes de ningún tipo— a nuestras prácticas organizativas y a nuestras costumbres particulares, no solamente asegurar una presencia equitativa o mayor de mujeres en los órganos y en los puestos de mayor visibilidad.

En ese sentido, apostar por la despatriarcalización es también apostar por nuevos principios articuladores de las prácticas organizacionales".

Íñigo Errejón.

(...) "Entendemos el feminismo como una mirada transversal a la sociedad y radicalmente democrática y transformadora. Asumimos e incorporamos la perspectiva feminista no solo para reclamar la presencia de mujeres en el empleo o la política sino porque entendemos que el feminismo y la feminización de la sociedad y de la política vienen a transformar radicalmente esos ámbitos. Queremos una mirada feminista del trabajo, que replantee la equiparación del empleo con el trabajo y saque a la luz todos esos trabajos no remunerados pero socialmente necesarios que las mujeres han hecho en la invisibilidad del espacio privado. Queremos politizar el cuidado y convertirlo en un asunto político que nos compete a todas ya a todos.

Queremos masculinizar el cuidado y feminizar la política, que es la otra cara de esta monda. Porque entendemos que una política hecha por y para hombres ha sido una política ciega a grandes problemas sociales y más vulnerable a la destrucción oligárquica de los derechos y a unas políticas económicas contra la vida, porque cuando en política estamos todos y todas también están todos los problemas.

La feminización de la política debe implicar una apuesta feminista por un radical cambio en las prioridades políticas, pasando por la consideración del problema de la violencia machista como una cuestión de primer orden que requiere un gran pacto social y ciudadano. Una España feminista es una España radicalmente democrática y plural y por ello la apuesta por la feminización de la política ha de ser una apuesta por la democratización de los espacios políticos y las instituciones, por la desmasculinización de una esfera que ha estado ocupada durante cientos de años por hombres y ha sido hecha a su medida, excluyendo no solo a las mujeres sino a otros sujetos con otras identidades no normativas.

En la construcción de una España más democrática y plural el feminismo, en alianza con las luchas LGTB y la defensa de identidades emergentes, ha de ser un principio transversal en nuestro análisis y nuestra práctica, que adelante el país que queremos para mañana".

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