Barack Obama, en su despedida: "Sí, se puede, sí pudimos"

Barack Obama, en su despedida: "Sí, se puede, sí pudimos"

Sonrisa amplia y corbata azul, como hizo aquel enero de 2009 en el que tomó posesión del cargo de presidente de Estados Unidos. Pero esta vez, ocho años después, Barack Obama tenía que despedirse. "Esta noche me toca dar las gracias a mí", empezó diciendo. No pudo seguir, los aplausos y gritos de "cuatro años más" se lo impedían. En el centro de convenciones McCormick, en Chicago -ciudad en la que "todo empezó"- se había colgado el cartel de "aforo completo" y las emociones estaban a flor de piel. "Sé que me consideráis un pato cojo, porque nadie sigue mis instrucciones", bromeó Obama. Y a partir de ahí empezó su discurso de despedida, emotivo e ilusionante a partes iguales, y construido sobre una premisa clara: la de que el país está mejor ahora que cuando llegó a la Casa Blanca.

"Ustedes fueron el cambio", ha asegurado Obama, atribuyendo todos los avances de su presidencia a los esfuerzos del pueblo estadounidense, que confió en su "mensaje de esperanza y cambio". Entre esos logros, el presidente ha enumerado cómo en su mandato se ha revertido la crisis económica; cómo se ha podido llevar a cabo la mayor creación de puestos empleo en la historia o el rescate de la industria del motor, cómo se ha dado el acercamiento a Cuba, el acuerdo nuclear con Irán, su reforma sanitaria, la muerte de Bin Laden o el matrimonio gay. Ejemplos que ha ligado con una sentencia: "El progreso no es uniforme, nuestra democracia no funcionará hasta que nos aseguremos de que todo el mundo tiene una oportunidad económica". Y ahí ha comenzado un Obama que se ha visto poco estos 8 años, un Obama que ha hablado abiertamente, sin tapujos, sobre las tensiones raciales.

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"Esos niños cafés van a representar cada vez una mayor parte de nuestra fuerza laboral. Hay un desafío que es tan viejo como este país", ha dicho Obama sobre el racismo. Pese a que ha celebrado los avances, también ha querido advertir: "Si cada problema económico queda retratado como una pugna entre trabajadores blancos de clase media y minorías desfavorecidas, entonces trabajadores de todos los colores pelearán por migajas mientras los más ricos siguen aislándose en sus terrenos privados".

Esos niños cafés van a representar cada vez una mayor parte de nuestra fuerza laboral. Hay un desafío que es tan viejo como este país

Y para que quedara -aún- más claro a lo que quería referirse, Obama ha citado al personaje Atticus Finch de la novela Matar a un ruiseñor: "Nunca entiendes realmente a una persona hasta que no consideras la realidad desde su punto de vista, hasta que te metes debajo de su piel y caminas con ella". "Para los blancos", ha dicho el presidente, "esto supone admitir que los efectos de la esclavitud y la época de Jim Crow no desaparecieron en los años 60, que cuando los afroamericanos se manifiestan, sólo piden el mismo tratamiento igualitario que prometieron los padres fundadores".

Obama también ha querido lanzar un mensaje realista, insistiendo en que el racismo sigue vivo en el país y que todavía queda "más trabajo por hacer" para eliminar los prejuicios contra las minorías y los inmigrantes. "Después de mi elección, se habló mucho de un Estados Unidos posracial. Esa visión, aunque bienintencionada, nunca fue realista. Porque la raza sigue siendo una fuerza potente y a menudo divisoria en nuestra sociedad", ha sentenciado.

Después de mi elección, se habló mucho de un EEUU posracial. Esa visión, aunque bienintencionada, nunca fue realista

El terrorismo también ha formado parte del discurso de Obama, que ha asegurado que el Estado Islámico "será destruido". "Nadie que amenaza a EEUU puede estar seguro". Pese a las amenazas, el presidente ha pedido que estas no debiliten los valores esenciales de EEUU: "La democracia puede tambalearse si cede ante el miedo". Y así ha pasado al último punto de su intervención, en el que ha pedido a los ciudadanos que se movilicen, voten, participen y hagan algo: "No vale sólo quejarse de los políticos".

Su receta ante una sociedad donde "el partidismo desnudo" y la "creciente estratificación económica y regional" van al alza es que todos acepten "la responsabilidad de la ciudadanía" y sean "guardianes" de la democracia, no solamente cuando haya una elección, sino "durante toda la vida". "Nuestra democracia se ve amenazada si la damos por sentada", ha dicho Obama al subrayar que la Constitución no tiene "poder" por sí sola, sino que es "el pueblo" quien se lo otorga con su participación.

"Y así llego al final de mi discurso", había avanzado Obama, que, tras el suspiro generalizado que dicho aviso había provocado a las 20.000 personas que han llenado el centro de convenciones McCormick, ha pasado a la parte más emocional. A esas alturas su hija Malia, sentada al lado de su madre, ya estaba llorando (y no era la única). Con voz temblorosa, Obama se ha deshecho en halagos hacia su familia.

"Michelle, durante los últimos 25 años no sólo has sido mi esposa y madre de mis hijas, sino que has sido mi mejor amiga", ha dicho mientras el público se ponía en pie. "Y a Joe Biden", empezó diciendo Obama ante los asistentes ya enloquecidos, "fuiste mi primera decisión como presidente y he ganado un hermano".

En este punto, casi una hora después de que su discurso comenzara, eran pocos los que habían conseguido evitar llorar de la emoción.

Tras agradecer también tanto a su equipo en la Casa Blanca como a los voluntarios todo su trabajo durante su mandato, Obama ha asegurado que ha sido "el honor de su vida" servir a EEUU. "Y no pararé. Ahora como ciudadano. Y os pido un último favor...Creed en la habilidad de impulsar el cambio. No en la mía sino en la vuestra. Yes we can!".

Y así, ocho años después, Obama ha vuelto a casa, a Chicago, para despedirse con la misma frase que le llevó hasta aquí.

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Laura Riestra es subdirectora en 'El HuffPost'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III, ha trabajado en RTVE.es y en el diario 'ABC'. Puedes contactar con ella en laura.riestra@huffpost.es