El fotógrafo del asesinato del embajador ruso en Turquía relata cómo lo vivió
Este lunes, un hombre mató al embajador ruso en Turquía, Andrei Karlov, en un tiroteo mientras daba un discurso en la inauguración de una exposición en una galería de arte contemporáneo en Ankara. El autor del crimen se trataba de un policía turco de 22 años que gritó que se trataba de una venganza por lo que estaba pasando en Alepo antes de ser abatido por las fuerzas de seguridad.
El fotografo de Associated Press Burhan Ozbilici, estaba trabajando en el lugar de los hechos y no se lo pensó dos veces al ponerse ante el asesino y hacer su trabajo, a pesar del peligro que corría.
"Parecía un evento rutinario, la inauguración de una exposición de fotografías de Rusia. Así que cuando un hombre con un traje oscuro y corbata sacó una pistola, pensé que se trataba de una obra de teatro", ha señalado Ozbilici en un artículo escrito en APNews. "En lugar de eso, fue un asesinato calculado con frialdad que se produjo delante de mí y de otras personas que gatearon, aterrorizadas, para cubrirse mientras un hombre delgado de pelo corto disparaba contra el embajador ruso", explica.
Ozbilici señala que los disparos fueron muy fuertes y la gente se asustó mucho: "La gente gritaba, se escondía detrás de las columnas y debajo de las mesas y se tumbaba en el suelo". "Yo estaba asustado y confundido, pero encontré un muro parcial en la pared e hice mi trabajo: hacer fotografías", señala.
La exposición, según cuenta el fotógrafo, presentaba fotos de la región más occidental de Rusia. "Decidí asistir porque estaba de camino a casa desde mi oficina en Anakara", explica. Cuando llegó, los discursos habían comenzado y se acercó cuando Karlov hablaba para fotografiarlo de cerca, "pensando que las fotos serían útiles para temas sobre las relaciones entre Rusia y Turquía". Recuerda haber pensado "en lo tranquilo y humilde" que parecía el diplomático, que hablaba "con amor de su patria".
"Tras eso vino la sucesión de disparos y el pánico del público. El embajador yacía en el suelo a pocos metros de mí, no podía ver sangre a su alrededor. Creo que fue un disparo en la espalda", recuerda.
"Me llevó unos segundos comprender lo que había pasado: un hombre había muerto frente a mí; una vida había desaparecido ante mis ojos". Se volvió hacia atrás y hacia la izquierda mientras el atacante -que más tarde fue identificado como el oficial de policía Mevlut Mert- apuntó con su arma a la gente que se había escondido en el lado derecho de la habitación. "Al principio no pude entender lo que había motivado al tirador. Más tarde la gente me dijo que estaba gritando cosas sobre Alepo", explica.
"Así que probablemente estaba enfadado por los bombardeos rusos de Alepo que pretendían expulsar de allí a los rebeldes antigubernamentales. Muchos civiles han muerto en los combates", asevera el fotógrafo. "El atacante estaba nerviosa. Caminó al lado del cuerpo del embajador, destrozando alguna de las fotos que había en la pared".
Mientras hacía las fotos, Ozbilici pensaba: "Estoy aquí, incluso si me golpean, me dañan o me matan, soy periodista. Tengo que hacer mi trabajo. Podría huir sin hacer ninguna foto... Pero no tendría una respuesta apropiada si la gente me preguntase por qué no las había hecho". También le vinieron a la cabeza amigos y compañeros que murieron tomando fotografías en zonas de conflicto. El asesino gritó a los presentes que se apartasen y los guardias de seguridad les ordenaron evacuar el pasillo y se fueron.
Pronto llegaron las ambulancias y la actuación policial acabó con el atacante abatido. "Cuando volví a mi oficina y edité las fotos, me sorprendió ver que el asesino estaba detrás del embajador antes de dispararle, como un amigo o un guardaespaldas".