Odón Elorza: "El PSOE se encuentra en una situación agónica"
“Un rebelde”. Así se define Odón Elorza. Fue uno de los quince diputados díscolos del PSOE que se mantuvo en el ‘no’ en la investidura de Mariano Rajoy. En la víspera de la votación, Antonio Hernando lo llamó a su despacho para saber qué iba a hacer. Cuatro minutos duró el encuentro. Los dos se conocen muy bien. No dudó ni un momento. Lo hizo por conciencia, confiesa.
Ahora dice que deberían pasar página todos en el grupo parlamentario, los sancionadores y los sancionados. Ve a un PSOE en una situación “agónica, difícil”, y con una gestora que debería poner ya fecha al congreso. Entiende que el partido no podrá recuperar la credibilidad hasta que no tenga un liderazgo definido y evidencie que es la oposición en el Parlamento.
Recorre estos días España también para reunirse con grupos de militantes descontentos. El exalcalde de San Sebastián no se plantea dar un paso adelante, pero sí busca apoyar a un candidato o corriente que responda a su planteamiento de partido. Cree que Pedro Sánchez tiene legitimidad para presentarse. Y define a Susana Díaz en esta entrevista como la “ambición”. Otra cosa tiene clara: no se puede compatibilizar la Presidencia de la Junta de Andalucía con la Secretaría General del PSOE.
¿Cómo se encuentra en el grupo socialista después del castigo de apartarle de la portavocía adjunta de la Comisión de Administraciones Públicas?
Me encuentro muy animado para tratar de demostrar a la dirección del grupo socialista que mi vocación e interés es colaborar para que se pueda superar el difícil reto que tenemos en este momento de liderar la oposición en el Congreso, a pesar de lo que ha sucedido y de la explosión que ha habido en el PSOE durante el mes de octubre, la crisis de liderazgo y la situación un poco agónica. Entiendo que tenemos que pasar página todos, los sancionados y los sancionadores. No hay que darle más vueltas a ese asunto y ponernos todos a colaborar si la dirección del grupo se da cuenta y nos deja hacerlo. Apartarnos o no contar activamente con nuestras aportaciones e iniciativas es malo en definitiva para el grupo.
¿Y anímicamente?
No me ha afectado gran cosa lo que hemos vivido porque, para bien o para mal, estoy hecho a situaciones duras, difíciles. He sido alcalde de San Sebastián veinte años, siempre con un gobierno en minoría pactando a dos o a tres bandas y con ETA presente y amenazando. Eso imprime carácter.
¿Mantendría ese ‘no’ a Rajoy y la decisión de no acatar lo aprobado por el Comité Federal?
No tengo ninguna duda de que lo mantendría. Y lo digo sin querer con ello expresar ninguna superioridad moral respecto de los compañeros que han votado abstención, algunos convencidos y otros forzados por las circunstancias o por el código del aparato. Hay compañeros que lo cumplen porque consideran que la obediencia y el mandato imperativo deben llevarse hasta las últimas consecuencias. Por contra, yo creo que en ocasiones hay circunstancias que son muy excepcionales en la política por las que el voto por razones de conciencia, que es algo que se practica en todos los parlamentos de Europa, debe ser reconocido y no sancionado. Además, está contemplado en el artículo 33 del reglamento del grupo parlamentario. Por lo tanto, no me arrepiento. Lo digo sin ningún complejo de superioridad, y entendiendo que cada cual tiene su conciencia. Yo no quise traicionar a la mía porque no me lo hubiera perdonado.
¿Y por qué cree que se impuso la fórmula de que todos se abstuvieran y no once abstenciones técnicas?
En primer lugar, por un ejercicio de mando y para dejar patente la capacidad de orden de la gestora. Y, en segundo lugar, por sacar del Parlamento a Pedro Sánchez. Lo colocaban en una situación muy delicada que le obligaba a hacer lo que hizo. Se lo quitaron de en medio de esta manera.
¿Cree que el PSOE sale herido de muerte tras la abstención o el tiempo le dará la razón como dijo Antonio Hernando?
Cada uno trata de buscar el argumento en función de lo que ha votado. Yo intento ser objetivo. Por un lado, todos podemos reconocer que el PSOE por los acontecimientos del mes de octubre, los comités federales, su cambio de posición, las confrontaciones y desencuentros del año 2016 y la culminación de la abstención se encuentra en una situación agónica, difícil. Seguramente con el paso de las semanas sigue siendo difícil, pero el poner tierra de por medio hace que nosotros, no la ciudadanía, le quitemos dramatismo y gravedad. Tenemos un proceso de recuperación que pasa fundamentalmente por acertar en la labor real de oposición en el Parlamento, una cuestión difícil porque Rajoy tiene la posibilidad de apretar el botón de la disolución de las Cortes cuando le venga en gana. Y es difícil si no tenemos un liderazgo claro, y no lo hay. Un grupo parlamentario sin líder claro y cuyo portavoz, Antonio Hernando, está muy marcado ante la opinión pública. La recuperación es muy difícil, aún más, si no se convocan primarias y el congreso. Nos espera un camino largo y va a depender de que no cometamos más errores.
¿Le decepcionó el cambio de Antonio Hernando?
No tengo nada que comentar.
Usted está participando en reuniones de plataformas de militantes…
Se están generando desde muchas agrupaciones de España a iniciativa de gentes diversas, desde militantes a cuadros vinculados con Sánchez hasta plataformas impulsadas por gente de Izquierda Socialista. Lo que hago es cuando me piden que asista a un acto si puedo, acudo. Tengo doce actos para lo que queda de noviembre y diciembre. Pero no soy promotor de esas plataformas.
¿Cuándo tendría que ser el congreso?
Yo creo que la fecha idónea es finales de enero para primarias, tiempo suficiente hay, y el congreso para finales de marzo o abril. Entiendo que es lo normal para no prolongar más esta situación de anormalidad democrática, dado que la gestora no tiene todas las legitimidades que pretende para tomar una serie de decisiones que no le corresponden.
¿Usted se plantearía ir a esas primarias?
No, en absoluto, para nada. Lo que estoy dispuesto, y fue lo que hice con José Antonio Pérez Tapias, es a colaborar con un equipo que tenga las ideas claras y con el que tenga un nivel importante de coincidencia. Tenemos por delante, lo que muchos consideramos, la última batalla para enderezar el rumbo del PSOE y que, con sus carencias y limitaciones, recupere sus señas de identidad, las de un partido socialdemócrata consecuente y alternativa como proyecto de sociedad a la derecha.
¿Y cree que esa última batalla la debería de ganar Pedro Sánchez? ¿Sería bueno que volviese después de demostrarse que no tenía control sobre sus líderes territoriales?
En este momento nadie se ha postulado con claridad para la Secretaría General. Todo el mundo vela armas, espera los movimientos, en una actitud de prudencia. Yo creo que Sánchez, y no he sido ‘pedrista’ y he hecho bastantes críticas dentro del grupo parlamentario, tiene legitimidad para presentarse si quiere y ve condiciones. Lo mismo que las puede tener Susana Díaz o terceros espadas. No sé lo que va a hacer, pero legitimidad tiene. Es un hombre que ha madurado mucho rápidamente en estos duros tres años y lo que tiene que hacer ahora es pensarlo bien y, sobre todo, ir descubriendo sus cartas: modelo de partido, modelo territorial, cómo concibe una refundación del PSOE y de la socialdemocracia en Europa, planteamiento de reforma fiscal…
Cita el nombre de Susana Díaz, que es el gran poder en la sombra del PSOE. No ha dado el paso adelante, pero todo indica que podría competir por la Secretaría General. ¿Qué le parece su figura y su actuación en los últimos meses? ¿Y el argumento de muchos de que es la única salvación del PSOE?
Es una compañera con grandes capacidades de dirección, de organización y de liderazgo político en Andalucía, está demostrado. De modo que es lógico que se la vea y ella aspire a ser secretaria general del PSOE. No le niego sus capacidades, ni sus grandes virtudes. También creo ser conocedor de sus defectos y limitaciones. Pero no me corresponde entrar en ellas. Normalmente nunca hablo mal de mis compañeros, nunca entro en descalificaciones ni en criticar sus ideas. En este caso, me atrevería a decir, porque lo pienso sinceramente, que no veo que se pueda compatibilizar la responsabilidad de la Secretaría General del PSOE -con el trabajo que va a conllevar con un partido bastante roto, en el que hay que coser y zurzir mucho- con la Presidencia de una nacionalidad histórica, como dice el Estatuto de Andalucía. Lo veo imposible, incompatible desde el punto de vista del tiempo, la dedicación. Ser presidenta de Andalucía y la vez estar como secretario general del PSOE negociando con el Gobierno lo veo muy complicado.
Hay casos como el de Mariano Rajoy que es presidente del Gobierno y del PP, y José Luis Rodríguez Zapatero era secretario general del PSOE y presidente del Gobierno…
Es que nunca he entendido ni justificado esa compatibilidad. En este caso, como vasco, igual se me ha pegado esta división de funciones que hay en el caso del PNV. Cuando se está en el Gobierno, en el caso del PSOE, se tiende a abandonar a la organización, que se convierte en esos años en una simple correa de transmisión. No soy partidario de esa acumulación de poderes tan importante. Lo primero que hice cuando llegué a la alcaldía de San Sebastián fue renunciar a cualquier cargo orgánico. Llevo 22 años sin ostentar ninguno, ni siquiera vocal de la agrupación de mi barrio.
En la última etapa del ‘sanchismo’ se ha vivido una ruptura de las federaciones vasca y andaluza, que habían caminado históricamente unidas. ¿Se puede recuperar?
Depende de lo que entendamos por relación. La de diálogo, entendimiento, colaboración, siempre tiene que darse. Entre vascos y andaluces, entre andaluces y catalanes… Lo que no podemos perder es el espíritu de unidad, la comprensión y la aceptación de que el PSOE encierra una diversidad de posiciones políticas en su seno que no hay que censurar ni excluir. Lo que no entiendo yo ya es que bajo la expresión de relación se pudiera pretender esconder pactos por arriba entre federaciones importantes para que desde ahí se marque un sentido de voto a la militancia, como ha pasado casi siempre en el PSOE cuando había congresos o primarias, que también ha habido una sugerencia de voto en agrupaciones de muchos lugares del país. Cuando se habla de un ‘hombre, una mujer, un militante, un voto’ hay que hacerlo realidad.
Hablando de Euskadi, ¿cómo ve la posibilidad de una tercera vía encabezada por su compañero Patxi López?
No sé si existe esa tercera vía. No soy amigo de entrar en especulaciones. No hablaría para darle aire a algo que todavía no veo, ni creo ni observo.
Acaban de pactar con el PNV para gobernar conjuntamente en el País Vasco. ¿Qué opinión le merece?
Me parece acertado. No solo a la vista de la coyuntura política existente en Euskadi, también en el conjunto del Estado. Es poner en práctica la cultura del pacto que tenemos en Euskadi, particularmente los socialistas. Es también un modelo de referencia de diálogo y de búsqueda de posiciones de encuentro, también un pacto sobre las diferencias. Tiene algunos riesgos, pero la decisión de Idoia Mendia de abordar ese acuerdo programático es un acierto indudable. Cualquier otra decisión hubiera sido muy negativa.
Ese pacto con el PNV, un partido a la derecha, no ha pasado por ningún tipo de consulta a la militancia. Eso choca con el planteamiento que hacía el PSE en Ferraz de que la decisión de la abstención debía ser votada por los afiliados. Ni se le comunicó a la gestora.
En primer lugar, niego la mayor. El PNV no es un partido de derechas al uso, no es el PP ni Ciudadanos. Es un partido democristiano históricamente que tiene en su seno sectores con una preocupación social y que han sido impulsores en su día del sistema cooperativo. Muy vinculado a la Iglesia vasca. Se cometería un error si se analizara al PNV como un partido tipo de la derecha. Eso no es cierto, en Euskadi se sabe. En segundo lugar, estuve en el Comité Nacional del PSE y todas las intervenciones fueron favorables a la firma. Ningún comité local se dirigió a la dirección pidiendo una consulta o expresando dudas de envergadura. No había ambiente de enfrentamiento o diferencias. Las decisiones de alianzas que pueden suponer controversia o ser delicadas, porque sean novedosas o haya posiciones críticas, deben pasar necesariamente por una consulta.
¿Pero entonces está de acuerdo con que el pacto con el PNV no pasara por una consulta?
No utilizaría esa expresión. Lo que se ha evidenciado es que ha habido unanimidad con el acuerdo.
Está sobre la mesa el tema del PSC. Ahora se está estudiando si hay que cambiar el protocolo de relación. ¿Debe continuar? ¿Tiene que haber modificaciones? ¿Qué le parece que participen en la votación del Comité Federal y luego no la acaten?
Si de mí dependiera, yo dejaría el protocolo como está. En todo caso nunca introduciría reformas que supusieran un distanciamiento entre las direcciones. La situación pasa en este momento por remansar las aguas y ver los planteamientos de las partes para ver si realmente merece la pena algún cambio en profundidad. Yo no lo veo, me parecería negativo. En política la norma no debe ser siempre sagrada. Cuando se atraviesan situaciones de excepcionalidad, por ejemplo en Cataluña, se puede dar lugar a una disparidad de voto, en conciencia o de conveniencia política en el caso del PSC. Hay que tener la compresión y la visión de la historia para que podamos superar ese tipo de discrepancias, sin rupturas ni cambios entre los dos partidos. Es verdad que no se llega a entender bien que participes en una votación en el Federal, pierdas y, sin embargo, mantengas en tu posición en el Congreso.
Por cierto, sus compañeros vascos en el Federal apoyaron la propuesta de congreso de Sánchez y mantener el ‘no’ a Rajoy en los comités federales, pero luego lo acataron…
En mi caso, voté por razones de conciencia.
¿Habló con los diputados López y Javier Lasarte del tema? ¿Le intentaron convencer?
Tuvimos una reunión específica una semana antes de las votaciones, en la que cada cual expuso sus argumentos. También, en vísperas de la votación, me llamó Antonio Hernando a su despacho para ver lo que iba a votar. Nuestra conversación duró exactamente cuatro minutos. Nos miramos y me dijo: ‘Odón, ya te conozco’. Y yo le dije: ‘Yo también a ti. Nos conocemos muy bien. No vamos aquí a intentar convencernos de las posiciones respectivas’. Le dije que iba a votar que no. Cuatro minutos y ya está. Cuando los argumentos son por cada parte poderosos, para qué nos vamos a engañar.
Ya hemos vivido la primera sesión de control en el Congreso y los primeros Plenos. ¿Cómo ve la labor de oposición del grupo parlamentario?
Es precipitado hacer una valoración, acabamos de empezar la legislatura.
¿Pero esas primeras impresiones?
Tenemos de entrada que superar una serie de limitaciones y, especialmente entre ellas, esa pérdida de credibilidad en sectores de la ciudadanía y entre nuestros votantes. Se puede superar en los próximos meses en la medida en la que vayamos resolviendo cuestiones internas que significan un lastre y disponiendo de liderazgos claros a largo plazo. Mientras el PSOE mantenga incertidumbres abiertas, la labor de oposición nos resultará más difícil. Pero tenemos un buen equipo parlamentario y si hacemos las cosas bien y caminamos hacia la recuperación de la unidad, el PSOE podría recuperar la credibilidad a medio plazo.
Uno de los temas que se debate en el socialismo es cómo tendría que ser la relación con Podemos…
Es el gran debate pendiente. Es de alcance estratégico, y el Comité Federal no ha sabido o no ha querido abordarlo a lo largo de 2016. Es algo que me parece terrible, es una de las autocríticas que distintos dirigentes, de un bando o de otro, debieron hacer. No se puede pasar sobre ascuas sobre qué tipo de colaboración cabe necesariamente con Podemos. Hay que definirla, pero no puede estar presidida por la crispación o por el no reconocimiento a lo que ellos representan. Y no puede pasar por una actitud de complejo y a la vez de complacencia. No me siento crispado ni les veo que sean el Diablo para nosotros. Son consecuencia de los espacios políticos que hemos dejado los socialistas y de los errores que hemos cometido, y también de una crisis económica financiera y de los efectos del 15-M. Es uno de los grandes asuntos a debatir en el congreso, pero antes los candidatos de las primarias tendrán que explicar cómo lo ven. Lo importante ahora es experimentar la convivencia en gobiernos municipales porque necesitamos un rodaje para ganar confianza, porque no existe ese clima de lealtad. Eso no se improvisa y desde el primer momento aspiran al sorpasso. Por lo tanto, eso requiere un rodaje y tiempo de convivencia política en las instituciones más básicas como son los ayuntamientos. Hay que caminar esa senda sin complejos ni miedos, pero definiendo cuál debe ser la relación.
¿Durará cuatro años la legislatura?
Parece difícil porque entiendo que el PP no tiene en principio ningún interés. Es consciente de que unas elecciones anticipadas le pueden aportar más diputados y sumar incluso una mayoría absoluta con Ciudadanos. Es prácticamente imposible que la legislatura dure cuatro años.