Cospedal ya pasa revista "con la ayuda de Dios"
El número 109 del madrileño Paseo de la Castellana es un lugar que rezuma poder. Marmóreos suelos, tapices con el escudo de España, réplicas de fragatas de guerra, retratos con marcos dorados. Y desde este viernes es el despacho de María Dolores de Cospedal. Todos en fila, ya tenemos nueva ministra de Defensa.
Ser ministro en España es casi una aspiración nacional. Y Cospedal lleva décadas persiguiéndolo. El sueño de aquella abogada del Estado que entró en el servicio jurídico del Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente en 1992. Ella conoce perfectamente las moquetas gubernamentales y ha paseado por muchas, pero ahora ya es titular de uno de los grandes.
La también secretaria general del PP se ha convertido en la estrella emergente del nuevo Gobierno de Rajoy. En la familia popular daban por hecho que entraría después de años aguantando el chaparrón de Génova y defendiendo al partido frente al caso Gürtel. Una recompensa ‘en diferido’.
Ella no quería entrar en un ministerio menor, no soportaría estar a la sombra de la todoperosa Soraya Sáenz de Santamaría. Defensa la sitúa en el primer escalón del poder -a la misma altura que su rival en la foto oficial-. Además, le sirve para intentar lavar su imagen a base de misiones humanitarias y disciplina militar para no caerse de la carrera sucesoria, que entra en la fase final esta legislatura.
"¡VIVA ESPAÑA!"
A las 13.30 horas marcaba el protocolo el inicio del acto de toma de posesión de Cospedal. Un viernes grisáceo, lluvioso, Madrid en pleno noviembre. Las tropas aguardaban estoicas la llegada de la nueva jefa. El Ministerio tiene sus códigos, su lenguaje, su protocolo. Un universo diferente.
Recién llegada de participar en el Consejo de Ministros en el Palacio de La Moncloa, la nueva ministra se ha estrenado rindiendo un homenaje a la bandera. La fachada de Defensa estaba engalanada con escudos y las enseñas nacionales se repartían por todo el patio de entrada, desde donde se puede observar el estadio Santiago Bernabéu y los ministerios de Economía e Industria. Poderío capitalino.
Paso firme, mirada al frente. Cospedal ha protagonizado el momento del día sobre las dos de la tarde pasando revista al cuerpo de honores, formado por miembros de los tres ejércitos y de la Guardia Civil. Por rotación, ha estado capitaneado por un representante del Ejército del Aire. Los asistentes seguían la ceremonia bajo paraguas, mientras que la ministra y los efectivos de las Fuerzas Armadas se enfrentaban al inclemente cielo madrileño. “Justo en ese momento es cuando más llovía”, reconocería después la popular. Muchos funcionarios seguían la estampa desde las ventanas de sus oficinas.
“¡Viva España!”. Con este grito se cerraba la parte castrense. En el otro lado del patio se concentraban algunas de las personas con más influencia del país desde este viernes. En el último minuto llegaba la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Las dos saben que su relación será examinada cada minuto, aunque Rajoy ha hecho un reparto de competencias para que estas dos órbitas no tengan que rozarse. El duelo ha pasado al Ejecutivo.
LA 'TROUPE' DEL PODER
No han querido faltar a la cita sus nuevos compañeros de Gobierno Cristóbal Montoro (Hacienda), Fátima Báñez (Empleo), Rafael Catalá (Justicia), Juan Ignacio Zoido (Interior), Isabel García Tejerina (Agricultura), Dolors Montserrat (Sanidad), Álvaro Nadal (Energía) e Íñigo de la Serna (Fomento).
La lista para arropar a Cospedal pasaba también por los presidentes del Congreso y del Senado, Ana Pastor y Pío García-Escudero, respectivamente, la jefa del Ejecutivo madrileño, Cristina Cifuentes (con su paraguas de España incluido), y los vicesecretarios populares Javier Arenas, Fernando Martínez-Maillo, Pablo Casado y Andrea Levy.
¡Que no pare la fiesta popular! También se ha acercado el expresidente del Congreso Jesús Posada y algunos parlamentarios como Juan José Matarí, Ricardo Tarno, José Luis Sanz, José Ramón Bauzá y Carmen Riolobos. Desde tierras manchegas han llegado algunos de sus colaboradores más cercanos de su etapa como presidenta autonómica, como Vicente Tirado.
"NO OS OS VAIS A LIBRAR DE MÍ"
Y es que Cospedal tiene un pie en el Gobierno y otro en el partido. Pero ella puede con todo. En una conversación informal con periodistas tras la toma de posesión le han preguntado si seguirá como secretaria general PP ahora y después del congreso que tiene previsto celebrar el partido. Su respuesta: “No os vais a librar de mí”.
No era un día para muchas preguntas de los periodistas. Este tipo de actos están más enfocados a la vertiente institucional. En el traspaso de cartera con Pedro Morenés, Cospedal ha leído un breve discurso. Y lo ha elevado a ese sentido de Estado que se le supone a este Ministerio: "Hoy asumo esta responsabilidad con humildad y orgullo. Nuestras Fuerzas Armadas son digna bandera de lo mejor de España y de todos y cada uno de los españoles. Y a ese honor y ese estandarte, con la ayuda de Dios, me debo a partir de hoy".
Todo muy solemne… hasta que suena un móvil. Esto le ha pasado a su marido, Ignacio López del Hierro, en plena intervención de su esposa, justo en la lista de agradecimientos. No sabía bajarle el volumen en ese momento de tensión. Rauda y eficaz, como su labor de ministra, le ha ayudado García Tejerina con los botones. Muy atento a las palabras de su madre estaba su hijo Ricardo, que ha tenido un día completo al haberlo empezado con un examen. Al final, se han hecho un retrato oficial familiar con los periodistas como testigos. Seguro que acabará en una estantería del salón.
Sentados en primera fila durante el traspaso de cartera estaban los padres de Cospedal. Su progenitor estaba emocionado, la miraba con orgullo y asentía con la cabeza algunas de sus afirmaciones. La minúsculas sala de los discursos ha servido también de improvisado salón de corrillos. Cifuentes hablaba mucho con Báñez, mientras Catalá intercambiaba impresiones con Montoro. Detrás, la ‘cuota catalana’: Montserrat y Levy estaban de cháchara. Esta última ha sido una de las más emocionadas durante todo el acto. Pablo Casado se quedaba en la última fila, muy pendiente de su móvil. Pastor, García-Escuredo y Zoido hacían piña a la vez.
Y muy silencioso en una esquina la observaba Javier Arenas. Él fue quien la ascendió a los niveles más altos de la política. Su mentor. Años después se convirtieron en acérrimos enemigos. Y ahora ella tiene el Ejército a su favor.
Felicitaciones, conversaciones, emociones. Fuera cámaras y micrófonos. El cierre de fiesta ha sido con un “vino español”, queso y almendras. Cospedal ya pasa revista “con la ayuda de Dios”.