La burocracia del 'no'

La burocracia del 'no'

REUTERS

180 ‘noes’ y 170 ‘síes’. El Pleno del Congreso de los diputados ha vuelto a tumbar la investidura de Mariano Rajoy. Pero esta vez era una negativa de trámite, por el peso de la burocracia. Ya está todo escuchado, todo dicho. Ahora toca esperar cuarenta y ocho horas para que el candidato popular consiga la agónica y garantizada mayoría.

España abrirá desde ese momento una nueva etapa. Y en esta especie de ensayo de dos días que ha vivido el Congreso se ha visto a un Mariano Rajoy en plena reconversión hacia hombre del “diálogo”. Una palabra que ha repetido hasta la saciedad durante las dos primeras jornadas de investidura. Eso sí, cada pocos minutos parecía que la olvidaba y volvía a la carga para exigir estabilidad al resto de partidos, recordar que es la única alternativa “razonable” y ensalzar su política económica. De autocrítica nada de nada. Un aviso: quiere agotar los cuatro años.

Y es que después de más de 300 días de negociaciones, desplantes, desilusiones, nervios y declaraciones, todos se conocen perfectamente. Los viejos y los jóvenes, los jóvenes y los viejos. Nada de grandes emociones parlamentarias. El debate ha sonado repetitivo, sin grandes aplausos, ni vibrantes gritos de vieja y nueva política. Lo más morboso se ha dicho por lo bajo a Pablo Iglesias: el “vaya gilipollas” de Albert Rivera y el “sinvergüenza” de María Dolores de Cospedal. Los morados han protagonizado otro de los pocos momentos agitados, cuando han abandonado unos minutos la sala en protesta por las palabras de Rafael Hernando.

¿DÓNDE ESTÁ EL "DIÁLOGO"?

En el Partido Popular reina el alivio y las ganas de que esto acabe. Todos se emocionarán más si suena el teléfono el fin de semana para ser ministros. En la bancada socialista no había casi ni ganas de aplaudir. La tristeza de digerir la abstención del sábado, que parecía ya el voto de hoy. Miradas de desencanto y codazos entre compañeros. Al frente de ellos, un cuestionado Antonio Hernando ha consumado uno de los virajes más bestiales de la política española durante las últimas décadas.

Podemos y Pablo Iglesias ya se han autocolocado desde este jueves como la verdadera oposición, pero notan como Rajoy ya no está tan nervioso con ellos y se atreve hasta responder jocosamente sobre Luis Bárcenas. Y Albert Rivera (Ciudadanos) ve rebajado su discurso del nuevo Adolfo Suárez y de las grandes reformas frente al de simple contrapeso para que el Partido Popular no caiga en los mismos errores.

Lo que en la España de principios de año parecía novedoso, sin precedentes, frenético (las investiduras fallidas, la repetición de elecciones, los intentos de los candidatos…) hoy ha sido un expediente, pura burocracia del ‘no’. De hecho, este formato podría morir si sale adelante la propuesta del PSOE de reformar la Constitución y contemplar nuevas fórmulas para la investidura. El guión de hoy estaba ya escrito. Los 170 votos a favor de PP, Ciudadanos y CC frente al ‘no’ del resto de la Cámara.

Esa llamada al “diálogo” de Rajoy solo se ha materializado en una medida: suspenderá los efectos académicos de las reválidas de la Lomce hasta alcanzar el pacto por la Educación. La oposición ya lo ha tachado de insuficiente. No arranca bien la llamada legislatura de los pactos.

DE ABSTENCIONES Y ABRAZOS DEL OSO

A las 9.00 horas arrancaba el ‘cara a cara’ con más morbo teóricamente : Mariano Rajoy vs. Antonio Hernando. Pero nada de combate parlamentario. Era la crónica de una abstención anunciada. El portavoz socialista ha sido durante meses la cara del ‘no es no’, el amigo y confidente de Pedro Sánchez. Y desde el fatídico Comité Federal del uno de octubre se pasó al bando abstencionista, a los que dominan Ferraz en este momento. Sus nuevos jefes, Javier Fernández y Mario Jiménez, lo observaban desde la tribuna de invitados.

Su argumento: abstención o repetir elecciones. Esta era la disyuntiva a la que se enfrentaba el PSOE, ha justificado. Un Gobierno alternativo no era posible porque Ciudadanos y Podemos se han mostrado incompatibles y tampoco podían aceptar otra fórmula en la que estuvieran los independentistas. Una situación difícil la que atraviesa el PSOE, ha reconocido, pero Hernando espera que el tiempo les dé la razón como pasó con el ingreso en la OTAN y la reconversión industrial.

Hernando ha tenido que mandar mensajes hacia varios lados. Firme, pero sombrío. Por un lado, le ha advertido al PP de que esta abstención es para la investidura, “no de legislatura”. “Abstenerse no es apoyar”, “abstención no es resignación”, ha recalcado. Le ha avisado de que deberá pactar “semana tras semana, votación tras votación”: "No va a resultar fácil, señor Rajoy, porque para hacerlo, seguramente tendrá que dejar de ser Rajoy". El popular le escuchaba y luego reconocía el cambio del PSOE. Pero a su manera, sin alfombras rojas, a ratos crecido por los aplausos de los suyos.

Los socialistas tienen en el cogote otra vez a Podemos. De hecho, si expulsan a los cerca de quince posibles diputados díscolos del sábado, podrían quedarse con menos diputados que los de Pablo Iglesias. El presidente de la gestora, que estaba siguiendo el debate, ha comentado en los pasillos que en estos momentos no tiene en mente esta medida tan drástica y ha relatado que sigue intentando persuadir a los rebeldes. Hernando ha proclamado además que el PSOE va a ejercer como “el primer partido de la oposición”. Y ha cargado contra los morados por no permitir que Sánchez ganara la investidura en marzo: "No va a ser fácil olvidarlo, no se va a borrar. Será recordado por millones de ciudadanos. Sé que duele recordarlos para quienes van de héroes de la izquierda".

El problema que ha tenido el PSOE es que ha vivido casi en directo “el abrazo del oso”. Cada palabra de Rajoy que pareciera un intento de halago -como que el PSOE se parece más al PP que a los independentistas- era un desgarro más en la familia socialista. Incluso la invocación de la fallida propuesta de gran coalición parecía empañar los ojos de diputados socialistas y esbozar una sonrisa en los de Podemos.

En el extremo de la tercera fila de la bancada socialista los escuchaba Pedro Sánchez, que ha reaparecido en la escena política tras su dimisión y su viaje al extranjero. Miraba el móvil, al techo. A los periodistas se ha limitado a decir que Hernando es un “buen parlamentario”. El grupo sigue resquebrajado. De hecho, se han vivido escenas como el reproche de la sevillana Carmen Cuello a su compañera Susana Sumelzo por no aplaudir a Hernando. A pocos metros el ex secretario general lo hacía tímidamente.

IGLESIAS YA QUIERE LIDERAR LA OPOSICIÓN

Nada de timideces, con ganas de hincar el diente estaba Pablo iglesias. Y su objetivo principal ahora es el PSOE. No consiguió el sorpasso en las urnas el pasado 26 de junio, pero lo puede lograr inesperadamente en el Congreso. Tene relato para conseguirlo después del denominado “golpe palaciego en Ferraz”. No quiere medias tintas, y está en pleno proceso de redirigir otra vez el partido hacia la calle.

Esta investidura puede suponer, según el análisis de Podemos, un antes y un después en la política porque por primera vez uno de los dos grandes partidos no se opondrá a que gobierne el otro. El “abstencionazo”, lo ha definido Pablo Iglesias en la tribuna de oradores. Y a Hernando le ha dedicado la famosa frase de Groucho Marx: "Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros". Para el secretario general morado, hoy se ha instaurado la “triple alianza” de PP-PSOE-Ciudadanos. Estas palabras duelen especialmente en un PSOE bajo mínimos, sin liderazgo.

Iglesias ha jugado a presentarse como la verdadera oposición al Partido Popular. Les ha dedicado contundentes críticas, que han irritado a los populares. "Las movilizaciones que defienden la educación pública, la sanidad pública, por el derecho a una vivienda digna son de los que defienden las instituciones frente a los antisistema que se sientan en el Parlamento. Dicen que han movilizado a 500 policías; hay más delincuentes potenciales en esta Cámara que ahí afuera", ha lanzado el morado.

Uno de los momentos más vivos del debate ha sido cuando Rajoy ha acusado a Iglesias de plantear el debate para Twitter y no para el Congreso: “No me manejo bien en esos mundos”. Iglesias ha estado rápido y le ha contestado que con los SMS sí lo hace “de maravilla”. En este oasis de ironías envenenadas, el presidente la ha devuelto: "En Twitter voy mejorando, y con los SMS me manejé peor, pero ahora también voy mejorando". Rajoy cada vez se encuentra más cómodo en el barro con el podemita.

El otro gran ‘cara a cara’ era entre Rajoy y Rivera. Rivera y Rajoy. Esa pareja de hecho, que no se entusiasma. Parecen más dos compañeros de viaje de BlaBlaCar. Se hablan lo justo. Se corrigen un poco. Solo se miran cuando es inevitable. El naranja ha dicho que “hay mucho que pactar” durante esta legislatura. El presidente le ha comentado que no debe cambiar el ritmo de las medidas económicas y que no se debe caer en derogar todas las normas. Se puede resumir en esta frase del popular: "Habrá cosas que se puedan hacer, otras que no se puedan hacer; unas que se hagan de una manera y otras que se hagan de otra manera".

La España del “diálogo” nace casi cansada. A partir del sábado se comprobará hasta qué punto es posible. Empezando por la propia composición del Gobierno. Con un PSOE descabezado, dividido. Un Podemos buscando más ser el líder de la oposición. Y un Ciudadanos cada vez más desdibujado. Se levanta el telón.

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