Entrevista a Arianna Huffington: "Hay una conexión entre ejercer el liderazgo y dormir lo suficiente"
Un día de abril de 2007, Arianna Huffington perdió el conocimiento, se cayó al suelo y se rompió un pómulo. Se despertó en medio de un charco de sangre. Llevaba meses durmiendo entre 3 y 4 horas y su cuerpo dijo basta. "Lo peor de todo es que si me hubieras preguntado la mañana anterior cómo me encontraba, te hubiera dicho que estupenda", explica.
Esta mañana, sin embargo, la escritora, columnista y fundadora de The Huffington Post aparece llena de energía en uno de los salones de la embajada americana, donde tiene lugar la entrevista con El Huffington Post, la versión española de su criatura estadounidense. Es la residencia de su íntimo amigo, el embajador James Costos que, de vez en cuando, aparece y desaparece por los pasillos de la mansión junto a Greco, su perro adoptado.
Ni los 66 años de Arianna Huffington ni el vuelo de 10 horas desde Estados Unidos parecen haber hecho mella en su excelente humor. Ni siquiera dice sufrir de jet-lag. "Anoche cené con el embajador, me di un baño y me fui pronto a la cama y ahora puedo estar en cuerpo y alma contigo".
Esta preocupación por el descanso tiene que ver con aquel pómulo roto y con el diagnóstico que le dio el médico: "Agotamiento extremo". Nueve años después de aquel episodio, la escritora presenta en Madrid su libro La revolución del sueño(Plataforma editorial), aprovechando su visita a la capital para participar en World Business Forum, que reúne a las principales figuras internacionales de la gestión empresarial y el liderazgo.
Unos líderes que, según Huffington, probablemente, ni duermen lo suficiente ni, debido al cansancio, pueden darlo todo en el trabajo. "Parece que dormir poco se ha convertido en algo de lo que presumir, gente que dice que sólo duerme cuatro horas. A no ser que tengas una mutación genética que te permita dormir sólo 4 horas , la mayoría de la gente necesita dormir entre 7 y 9 horas para encontrarse en un estado óptimo. El mío está en 8 horas e intento convertirlo en una prioridad", sentencia.
Ni siquiera la posible victoria de Donald Trump en las elecciones del 8 de noviembre parece que le quite el sueño. Aunque le preocupa y mucho.
¿Cree que Donald Trump sería un líder tan desastroso como dicen los expertos?
Absolutamente y categóricamente, sí. Y, por eso, en The Huffington Post desde el principio no tratamos a Trump como un candidato normal . Al principio, colocábamos sus noticias en la sección de entretenimiento y luego pusimos un recordatorio al final de cada artículo recordando que es un racista, un sexista, un misógino y alguien que quiere prohibir una religión entera en todo el país. Es muy importante darse cuenta de que estas elecciones son muy diferentes y que Donald Trump representa un peligro real y manifiesto no sólo para Estados Unidos, sino para el mundo.
¿Qué recuerda del día en el que se cayó redonda de puro agotamiento?
Recuerdo que había estado en un programa de televisión, volví a mi oficina, tenía frío y me levanté a por un jersey. Me desmayé, me golpeé con mi mesa y luego con el suelo. Me dieron cuatro puntos en un ojo. Cuidamos más de nuestros teléfonos que de nosotros mismos. Sabemos cuánta batería le queda a nuestro móvil pero, cuando colapsé esa mañana, ni siquiera sabía que la mía se estaba quedando vacía, más que vacía. Ahí es cuando empezó mi pasión por ayudar al mundo a entender que vivimos bajo la ilusión colectiva de que, para tener éxito, tenemos que estar estresados. Eso no es verdad.
¿Cuántas horas solía dormir al día en aquella época?
Era una combinación de ser madre soltera de dos hijas adolescentes. Había empezando una startup que necesitaba mucha atención , así que dormía entre 4 y 5 horas y mis amigos se reían porque, cuando íbamos al cine o a un lugar tranquilo, me solía quedar dormida.
(Sigue leyendo después de la foto)
Un problema de falta de sueño que Arianna Huffington equipara a un problema de alcance global. Eso la decidió a escribir La revolución del sueño, un libro en el que explica la crisis de sueño que asegura que padecemos y propone técnicas cotidianas para intentar resolverla.
En el ensayo, la escritora cuenta cómo es raro el día que no recibe un email o conoce a alguien que no le diga que ha caído rendido de cansancio. En una comida en Los Ángeles, Aleen Keshishian, el manager de Jennifer Aniston, la llevó aparte y le dijo: "¿Ves la marca que tengo en la nariz? Me pasó lo mismo que a ti. Caí al suelo de puro agotamiento y me desperté en medio de un charco de sangre".
En su libro escribe sobre Bill Clinton y explica cómo, siendo presidente, solía dormir 3 ó 4 horas al día. Incluso él mismo ha llegado a reconocer: "Todos mis grandes errores los he cometido porque estaba demasiado cansado".
¿Podemos confiar en un líder que comete equivocaciones simplemente porque no ha dormido lo suficiente?
Me parece un tema muy interesante porque hay una conexión entre ejercer el liderazgo y dormir lo suficiente. Y la privación del sueño lleva a un menor rendimiento cognitivo. El córtex prefrontal se deteriora. Bill Clinton lo ha reconocido. Y ahora lo vemos con Donald Trump, que presume de dormir 4 horas, se despierta en mitad de la noche, se pone a discutir con una antigua Miss Universo y ahí se ve lo que pasa con la privación de sueño, que pierdes el control de tus impulsos y te comportas de manera irracional.
¿Cree que a los políticos les preocupa el tema de la falta de sueño?
No, porque nuestra cultura todavía celebra a los líderes que están disponibles todo el tiempo. Hay una idea falsa del aguante y necesitamos volver a las tradiciones. Cuando el presidente Roosvelt tenía que tomar una decisión, siempre priorizaba su descanso.
¿Por qué el cansancio es un problema global?
Porque es muy universal, es un gran problema que afecta al estrés y a la salud mental. En lugares como Corea y China, 30 personas se suicidan al día por estrés. Lo vemos hasta en Europa, donde la tradición de echar la siesta ha cambiado. Incluso ahora vemos a gente que, debido a su adicción a la tecnología, cada vez le cuesta más dejar de lado sus aparatos y ser capaces de irse a dormir
¿De dónde cree que viene esta idea de que dormir es una pérdida de tiempo?
Empezó con la Revolución Industrial, cuando querían tratar a las personas como si fueran máquinas. Pero el sueño es una parte esencial de nuestro diseño, no es un error del sistema, es una de sus características. Mi libro se titula La revolución del sueño porque creo que ya está en marcha. Antes se creía que dormir era algo opcional. De hecho, gente importante como Thomas Edison, el inventor de la bombilla, pensaba que dormir era un absurdo y que sería erradicado con la electricidad. Por supuesto, ahora sabemos que esto es totalmente falso.
No tiene problema en compartir sus propias rutinas antes de irse a la cama. ¿Cuáles son?
La primera cosa es que debemos darnos cuenta de que necesitamos una rutina para dormir. La mía empieza 30 minutos antes de dormir y de apagar las luces. Lo primero que hago es apagar mis dispositivos, teléfonos, tabletas... y los pongo a cargar fuera de la habitación. Esa parte no es negociable porque, si dejamos el teléfono en el dormitorio, vamos a estar tentados, cuando nos despertemos en mitad de la noche, a cogerlo y mirar emails o poner mensajes. Entonces nuestra vida diurna se entromete en el tiempo de recargar pilas. Después, tomo un baño caliente. Si no te gusta el baño, puede ser una ducha caliente. Hay algo estupendo en el agua caliente llevándose los problemas diarios. Y luego me pongo un camisón o un pijama o una simple camiseta, pero algo que no use para ir al gimnasio. Después, leo un libro físico que no tenga que ver con el trabajo y, finalmente, hago una lista de agradecimientos. Puede ser una lista sencilla pero ayuda a mi mente a centrarse en las cosas buenas más que en los problemas.
Y, como no hay nada mejor que predicar con el ejemplo, Arianna Huffington ha dispuesto de dos habitaciones en las oficinas de su nuevo proyecto Thrive Global, una startup de salud, para que los empleados pudieran echarse la siesta durante su jornada laboral. En su antigua oficina de The Huffington Post, empresa de la que se desvinculó el pasado agosto, había también otra "habitación de la siesta"
¿Y la usan los empleados?
Ahora sí. Al principio eran un poco escépticos, la gente no quería que la vieran entrando en esa habitación, pero ahora sí la utillizan. ¿En la redacción de Madrid de El Huffington Post tenéis una?
No
Vaya, ¡pues tenéis que tenerla!