La Anna Frank de Alepo: "Voy a morir esta noche"
Anna Frank se valió de páginas de papel para relatar el día a día de la persecución nazi contra los judíos. Sus diarios se han convertido en uno de los libros más vendidos de la historia. Son el símbolo de la infancia frente al máximo horror.
En 2016 el papel es igual de útil. Pero son las redes sociales las que permiten cruzar fronteras y poner ante los ojos el drama que se vive en los países en guerra.
Desde que estalló en 2011, la guerra en Siria ha dejado más de 400.000 muertos —alrededor de 80.000 civiles, incluyendo 13.500 niños— y centenares de miles de heridos. Y ha impregnado de terror la vida de muchos niños, atónitos e incrédulos ante lo que ven todos los días.
Bana tiene 7 años. Se despierta con el sonido de las bombas y se acuesta intentando conciliar el sueño entre disparos, explosiones y la incertidumbre de no saber si despertará al día siguiente. Y sabe utilizar Twitter: su cuenta tiene casi 26.000 seguidores pese a abrirla hace apenas un mes. "Hola, soy Bana y soy una chica de 7 años que vive en Alepo. Mi madre y yo queremos contarte los bombardeos de aquí. Gracias", escribe en su perfil.
Bana tiene dos hermanos, con los que quiere vivir el resto de su vida. Y lee para olvidar los bombardeos. Estudia inglés, unas clases que le imparte su madre.
Intenta dormir. Pero en vez de ovejas, cuenta explosiones.
Pero muchas veces es incapaz de conciliar el sueño y lanza un tuit desesperado:
Y escribe tuits que no necesitan traducción:
Muchas mañanas el mero hecho de despertar es un milagro. En este tuit, publicado ayer, Bana cuenta que una explosión la noche anterior ha destruido parte de su hogar.
Algunas mañanas, al despertar, su madre graba a Bana y a sus hermanos. Están los tres. Con eso es suficiente:
Fatemah, la madre de la niña, tuitea. Y tuitea. Como aferrándose a una tabla de salvación. Como un altavoz que amplifica su desesperación:
El silencio de la noche y la oscuridad quedan rotas por el sonido de las explosiones y los destellos de las bombas. Es entonces cuando Bana cree que a su vida le quedan segundos.
Pasan los días y Bana se queda cada vez más sola.
Muchos días a Bana le sobran muchos de los 140 caracteres de Twitter.
Bana no quiere la paz. La "necesita".