Día Mundial del Alzhéimer: Sergio narra la enfermedad de su abuela a través de sus dibujos
A sus 71 años, Teresa nunca ha pronunciado la palabra "alzhéimer". Según ella, lo que sufre se llama "deterioro cognitivo".
Teresa no sufre pérdidas de memoria, sino "deterioro cognitivo". Al menos, eso es lo que ella se empeña en decir. En sus casi 71 años de vida nunca ha pronunciado la palabra alzhéimer ni ha reconocido que hace más de cinco años el médico le advirtió de que mostraba indicios de la enfermedad, pero su familia lo ha ido descubriendo con el tiempo.
Ahora Teresa es "totalmente dependiente", pero hasta hace dos años se valía por sí sola, con las temeridades que ello conlleva, explica su nieto, Sergio Véliz, a El Huffington Post. Por ejemplo, al día podía comprar "hasta cuatro barras de pan" o cocinar "un tanque interminable de filetes rusos con pisto" porque no era consciente de lo que hacía. Fue ahí cuando su entorno se dio cuenta de que algo iba mal, pero si intentaban hacérselo ver, Teresa se enfadaba.
Todavía hoy hay gente que se para a hablar con ella y no aprecia su trastorno. Sin embargo, Sergio no sólo ha notado el deterioro progresivo de su abuela a lo largo de estos años, sino que además lo ha documentado mediante el cortometraje La Escribidanta, escrito por él mismo y dirigido por su compañera Clara Juárez.
Desde hace un año, Sergio también se sienta con su abuela "al menos una tarde por semana" para animarla a dibujar y a escribir. "Me llamó la atención porque a mi abuela siempre le ha gustado escribir y me pareció positivo hacerla pensar y mantenerla activa", cuenta. De ahí han surgido numerosos dibujos y frases que posteriormente Sergio publica y describe en Facebook e Instagram:
El joven reconoce que, aunque su abuela "nunca quiere hacer nada al principio y dice 'esto no me sale', luego se viene arriba", sobre todo si suena Antonio Molina de fondo para "canturrear mientras dibuja". A veces, le hace preguntas para estimularla mentalmente y las respuestas de ella son, cuanto menos, interesantes:
Véliz se lamenta de que "cada vez la enfermedad va más rápido y ella está peor". Aunque su familia lo sobrelleva como puede, reconoce que su abuelo "lo pasa fatal", ya que es mucho el peso de "tener que estar las 24 horas del día pendiente". Ahora están buscando un centro de día para que Teresa pueda pasar allí unas horas, pero nada quita lo "duro y deprimente" de la enfermedad.