El Antropoceno o cómo los humanos hemos provocado un cambio de era geológica
Isótopos radiactivos, fertilizantes y plástico. Ésos son los ingredientes de la 'alfombra' que los humanos hemos tendido sobre la corteza terrestre durante los últimos sesenta años. Un grupo de trabajo radicado en Inglaterra lleva casi una década insistiendo ante la comunidad científica en que esa 'alfombra' debe ser bautizada como Antropoceno. El GTA (Grupo de Trabajo del Antropoceno), dirigido por el paleobiólogo Jan Zalasiewicz, llevó la propuesta al último Congreso Internacional de Geología, celebrado del 27 de agosto al 4 de septiembre en Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Su tesis encontró, a pesar de las resistencias, mejor acogida que nunca.
Quieren que esa 'alfombra' se llame Antropoceno, con la raíz griega anthropos, porque es una era geológica precipitada por los seres humanos. La idea del grupo dirigido por Zalasiewicz es que el Holoceno terminó en 1950, después de 11.700 años, y sus estratos han quedado sepultados por otros nuevos, integrados por elementos absolutamente nuevos. Por ejemplo, las pequeñas partículas radiactivas que cada explosión nuclear ha repartido por el globo, desde las primeras pruebas en remotos atolones y desiertos a las explosiones-terremoto de Corea del Norte, pasando, claro, por Hiroshima y Nagasaki.
Pero no sólo eso. La construcción de carreteras, vías de tren y otras grandes infraestructuras ha provocado el traslado de grandes masas de roca y tierra. Las ciudades, además, están generando sus propios estratos, por la fosilización de arcillas, metales, vidrios y plásticos. Más cosas aún: el 40% de la superficie terrestre se utiliza para la producción de alimentos, y los animales y plantas criados a escala planetaria aportarán rasgos propios a las capas más recientes de la estratigrafía planetaria cuando se conviertan en fósiles.
La huella humana, en cualquier caso, no es suficiente para determinar un cambio de era geológica. Ni para el conjunto de los geólogos y estratígrafos, ni para el propio GTA, que sigue buscando evidencias con las que sostener una petición formal ante la institución que gobierna con mano de hierro sobre las edades de la Tierra: la Comisión Internacional de la Estratigrafía.
HACEN FALTA PRUEBAS
La decisión de llevarlo al último Congreso Internacional de Geología le ha dado un momento de esplendor mediático al Antropoceno, pues el concepto posee un innegable atractivo como confirmación de las diferentes hipótesis sobre la imborrable huella humana en la Tierra. Pero es importante señalar que el GTA no ha solicitado todavía la aprobación oficial de su teoría.
El objetivo del grupo es hacerlo dentro de alrededor de tres años, cuando hayan reunido la suficiente evidencia como para que el Antropoceno obtenga su sitio en los libros de texto y en los manuales. En realidad, tienen bastante trabajo avanzado. Además de los artículos dispersos publicados durante los últimos años, buena parte de su esfuerzo para hallar pruebas de que los humanos hemos propiciado una nueva era geológica está recogido en el libro A Stratigraphical Basis for The Anthropocene (Un fundamento estratigráfico para el Antropoceno).
En ese volumen de 2014, editado por algunos de los miembros del GTA, se describen detalladamente las transformaciones litoestratigráficas, quimioestratigráficas y bioestratigráficas que dan identidad al Antropoceno. Un cambio radical que afecta a los minerales, los fósiles, los restos paleontológicos y a los compuestos orgánicos e inorgánicos que conforman los últimos estratos de la Tierra.
UN CAMBIO SISTÉMICO
La búsqueda de la evidencia necesaria para sostener la existencia del Antropoceno, en todo caso, no comenzó con el GTA. El término antropoceno, de hecho, fue acuñado a comienzos del siglo XXI por el químico neerlandés Paul Crutzen. Éste, ganador del Premio Nobel en 1995 por sus investigaciones sobre los efectos del ozono en la atmósfera terrestre, recopiló una gran cantidad de datos sobre los cambios producidos por la actividad de los humanos en el período de la Gran Aceleración. Y afirmó que esa actividad había modificado el sistema de la Tierra cualitativamente.
La clave está ahí. El GTA podría pasar dos décadas más recogiendo datos sobre la huella que nuestra actividad provoca en la Tierra, pero ese trabajo seguiría sin servir para dar base científica a una propuesta de cambio de era geológica. La cuestión, en este caso, no tiene que ver con la cantidad de pruebas, sino con la naturaleza de las mismas. Para convencer a la comunidad, el GTA tiene que lograr documentar un cambio sistémico provocado por el hombre en la Tierra.
Alejandro Cearreta, profesor de la Universidad del País Vasco y único miembro español del grupo de trabajo, lo explicó de esta manera en el programa La Ventana, de Cadena Ser: "Se tiene que cambiar el funcionamiento del planeta de un modo distinto a como lo venía haciendo". En su grupo, están seguros de que eso ocurrió hace más de medio siglo.
Y confían en poder demostrarlo. "Existe un consenso abrumador sobre el hecho de que se están produciendo cambios en el sistema de la Tierra, en sus procesos geológicos, sobre todo en la superficie". Solo tendrán que vencer la reticencia de una institución poco proclive a introducir cambios en su veneradoCuadro Estratigráfico, los argumentos de quienes sostienen que el término no es necesario, puesto que la huella humana está sobradamente acreditada y no precisa una nueva denominación y también los de aquellos que consideran que el Antropoceno es un concepto más político que geológico.