Las apuestas de Hermès
Hermès es la empresa familiar más importante del mundo del lujo. A principios de este año, la casa francesa anunciaba que su crecimiento en 2016 podría ser inferior al objetivo de la propia compañía a medio plazo, que es un aumento anual del 8% (sin tener en cuenta el efecto del tipo de cambio). La culpa para estas malas previsiones para el ejercicio la tenía una vez más China, pero sólo en parte.
Además de la evidente caída de la demanda en el país asiático, Hermès y muchos de sus competidores se están encontrando con problemas en otros mercados. Estos problemas incluyen el menor crecimiento global, especialmente en los países emergentes, que se habían convertido en la vía de crecimiento del sector ante la madurez de los mercados tradicionales. También durante los primeros seis meses del año el terrorismo ha tenido un efecto demoledor en el turismo y en las compras de los turistas: se ha cebado con Francia (y con Bélgica) y eso se ha notado en las ventas.
Para mitigar en parte los efectos negativos de las ventas e incrementar el perímetro de la compañía —Hermès crece de forma orgánica y normalmente con exclusivas compras cuando es realmente necesario— , la fórmula tradicional es tomar participaciones minoritarias en compañías dirigidas por alguno de sus creativos de cabecera, cuyo éxito para la compañía que cotiza en la bolsa de París está comprobado a través de los años.
Así, la multinacional francesa ha anunciado ésta semana la adquisición de una participación minoritaria en una de esas empresas: Pierre Hardy, que diseña externamente para Hermès desde 2001. Con Hardy, por tanto, se repite una fórmula conocida en la casa cuando están contentos con los resultados de los diseñadores. En 2003, cuando Jean Paul Gaultier fue nombrado director creativo, Hermès ya adquirió una participación del 30% en su firma.
Este movimiento viene a consolidar el interés que muestra Hermès por el sector del calzado de lujo desde hace un tiempo; de hecho, la compañía ya tiene presencia en la casa británica John Lobb. "Estoy muy contento y muy orgulloso de nuestra alianza con Hermès, casa que es sinónimo de excelencia. Es la extensión natural de 25 años de colaboración creativa", ha afirmado el diseñador tras darse a conocer la operación.
El Gran Premio de Saltos de Hermès celebrado en París en 2012.
La apuesta de Hermès supone un impulso para Pierre Hardy y su firma, que recientemente abría su tercera tienda en Tokio (Japón), después de las que posee en París y Nueva York. A través de distintas colaboraciones, sus diseños pueden comprarse también en unos 200 establecimientos de todo el mundo. Los complementos son parte esencial de la firma francesa y su unidad de negocio más reconocida en el mundo: bolsos y calzado, marroquinería que se sigue fabricando a mano bajo unos estándares de máxima calidad en las fábricas en Francia.
Esta compra también es un movimiento de consolidación tras el convulso 2015, ejercicio en el que finalmente la batalla con el grupo de lujo LVMH se dio por finiquitada con una victoria de los directivos de Hermès y quizá la mayor derrota del titán del lujo mundial hasta el momento, Bernard Arnault.