Tres trucos para saber si una sandía está madura
Comprar una sandía es, en cierto modo, una inversión de riesgo. Suele ser gigante, así que, al comprarla, te estás comprometiendo a comerte un montón de fruta. Y esa piel verde tan gruesa implica que no haya forma de saber en qué estado se encuentra la parte roja del interior. ¿O sí que la hay?
Si sabes dónde mirar, es posible averiguar lo madura que está la sandía antes de abrirla. Esto es lo que se necesita:
- Busca el punto amarillo. Es la señal de que una sandía está lista para comer. Una buena sandía tendrá una mancha de un color amarillo pálido en la piel que indica que la han dejado en el suelo para que madurara al sol. Si no hay mancha amarilla, cuidado.
- Asegúrate de que pesa. Si coges la sandía y pesa mucho —más de lo que aparenta—, estás de suerte. Cuanto más pesa la fruta, más azúcar y más sabor.
- Dale toquecitos con los nudillos. Puede que atraigas miradas en la cola de la frutería, pero esta prueba de sonido es muy importante. Golpea suavemente la sandía con los nudillos y presta atención al sonido: la sandía será de mejor calidad si hace un ruido seco.
Si pasa estas tres pruebas, has encontrado una sandía digna de ser el postre de la próxima barbacoa del verano. O de ser el ingrediente estrella de una ensalada. O de una crema fría. O de tus cócteles. En cualquier caso, compra esa sandía: las posibilidades son infinitas.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.