Viaje al centro de Albert Rivera
Una furgoneta negra cruza Madrid. Suena El Arrebato y su himno del centenario del Sevilla. Palmas. “Dicen que nunca se rinde, y el arte de su fútbol no tiene rival…” Albert Rivera se motiva con esta canción minutos antes del debate a ‘cuatro’. Junto a él, sus fieles escuderos: José Manuel Villegas, Fernando de Páramo, Daniel Bardavío y María Castiella.
A Rivera (Barcelona, 1979) no le salieron como quería los debates en la anterior campaña. El campeón universitario de oratoria no salió bien parado y le llegaron las críticas hasta por sus excesivos movimientos. Para esta segunda vuelta ha ensayado más, se ha calmado, ha controlado los nervios.
Y es que ha vivido su propia Transición durante estos brevísimos meses de legislatura. Rivera se ha instalado ya en la capital madrileña, aunque pasa varios días en Barcelona a la semana. Es un rostro habitual en la vida de la villa y corte. De desayunos informativos a los platos pasando, obviamente, por los pasillos del Congreso.
A ratos deseado como pareja de baile, a ratos odiado por el PP y Podemos, a ratos con intenciones de negociador. Siempre en el centro, como ese espacio ideológico que tanto defiende. Ahora lucha estos días por superar en un punto los resultados del 20 de diciembre y convertirse en “decisivo”. Que se pueda sumar con sus escaños. Y es que, a partir del 26-J, parece que el juego será más de bloques -PP/C’s y PSOE/Unidos Podemos-, que de unión del centro con el apoyo de algún satélite.
LA TRANSICIÓN DE RIVERA
Rivera se mostraba el año pasado a favor de que gobernara la lista más votada. De hecho, algunos analistas dicen que perdió votos cuando dejó entrever que podría apoyar al PP en la pasada campaña en los últimos días. Al final, decidió pactar con el PSOE ante el inmovilismo de Rajoy y con la intención también de taponar un pacto de izquierdas. ¿Por qué? En la sede de C's repiten una palabra constantemente: “responsabilidad”.
Rivera se entiende con Pedro Sánchez, hay respeto, una conexión casi generacional y de puntos de vista sobre las reformas. En cambio, con Rajoy no hay feeling. Se ha sentido despreciado por los populares a veces -”el naranjito”- y cree que su discurso de regeneración no casa con la figura del presidente en funciones. Él se lleva bien con otro PP, con el de Soraya Sáenz de Santamaría, Alfonso Alonso y, especialmente, Cristina Cifuentes. La jefa del Ejecutivo madrileño ha llegado a acudir a un desayuno informativo suyo en plena campaña electoral. Y el buen rollo de la nueva política con Pablo Iglesias que se vivió en 2015 es una cosa ya del pasado. ¡Revisen el último debate en Salvados entre los líderes de Ciudadanos y Podemos!
Estos seis meses han sido también un periodo de profesionalización de Ciudadanos. Un cambio escenificado en su nueva sede. Hasta la otra campaña ocupaban unas oficinas en la madrileña calle Carranza -a medio camino entre Génova y Ferraz-. Ahora habitan un edificio fuera de la almendra de la M-30, en el número 253 de la calle Alcalá. Resume muy bien el estilo de la propia formación. Situado en el popular barrio del Carmen, pero con vistas a la plaza de Las Ventas. Amplio, luminoso, con muebles de diseño, frases de Kennedy y Víctor Hugo. Constantes fotos de Albert Rivera. Pura imaginería… política. De hecho, todos los viandantes pueden verlo en una versión de varios metros en la fachada.
VOTO A VOTO CONTRA EL PP
En Ciudadanos dicen que las encuestas les dan algo más que lo que sacaron el 20 de diciembre. No obstante, no se ha traducido en un gran premio en forma de sondeo su apuesta por abrazar al PSOE. Una partido con el que se sienten cómodos cuando tienen en frente a José Enrique Serrano, Jordi Sevilla o Antonio Hernando. En cambio, recelan cuando escuchan las palabras de Miquel Iceta.
Otro de los análisis que han hecho, según fuentes naranjas, es que el discurso del centro conlleva más esfuerzo en las explicaciones. Lo que buscan estos días es que cale el mensaje de que C’s es el “voto útil” que puede frenar al populismo. La columna sobre la que pueden apoyarse los otros partidos “constitucionalistas” para emprender las reformas que necesita España. De esta manera intentan luchar contra la campaña del PP de que apoyar a Rivera no sirve para nada y es un sufragio perdido frente a Unidos Podemos. En Ciudadanos ven en el PP un claro intento de polarizar estas elecciones y de potenciar la figura de Pablo Iglesias para dar miedo.
A la camisa blanca le han salpicado también manchas durante estos meses. Ciudadanos es el partido que más cabezas de lista ha renovado y se ha visto envuelto en luchas territoriales internas -por problemas de los candidatos o por críticas ante falta de primarias-. El ventilador del jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, le ha afectado asimismo al decir que en una reunión el líder de C’s le dijo que le apoyaría “pero que tenía que darles algo a cambio”. La versión oficial que dan los naranjas es que el presidente del partido sólo “le trasladó la necesidad de actuar de manera independiente contra la corrupción y el fraude”.
Ahora tienen que decidir los ciudadanos. Él sigue soñando con ese gran centro.