Así viajábamos... 9 experiencias 'on the road' que no volverás a vivir
La nostalgia vende. ¿Quién no se acuerda con morriña de aquellas vacaciones interminables de juegos, playa, campo, pueblo y sol, mucho sol? A los que éramos pequeños seres con pocas obligaciones aún nos queda ese Rosebud para los momentos difíciles. Pero, ¿y los viajes interminables en coche? ¿Nos acordamos también con cariño de ellos?
Sentados en un amplio y espacioso coche, conduciendo con la tranquilidad de contar con los últimos avances en sistemas de seguridad, gozando de todas las opciones de ocio que tenemos alcance de la mano, disfrutando de los kilómetros… Tal vez entonces recordaremos con cierto cariño aquellas largas y surrealistas jornadas en ruta, sin perder de vista todo lo que hemos conseguido.
Aquellos “maravillosos” madrugones
Las cuatro de la mañana. La familia al completo desayunando con los ojos pegados y las maletas en la puerta. Comienzan las ansiadas vacaciones de verano, no sin antes pagar el inevitable peaje del madrugón. Las razones: que si luego hay atasco, que si más tarde va a hacer un calor terrible, que si no vamos a llegar por la noche y no habrá nada abierto, etcétera.
¡Ay! Si hubiésemos tenido Internet para calcularlo todo el día antes, un sistema de navegación para detectar la fluidez del tráfico en tiempo real, aire acondicionado, asientos refrescantes…
Con B de Baca
¿Aprenderán los niños eso de Baca con B? Por cierto, ¿siguen existiendo? Claro que sí, aunque su uso es mucho más sofisticado. Ya pocos llevan todo lo que no cabía en los exiguos maleteros de antes encima del techo, daba igual que fuese un colchón, una tabla de planchar o la olla a presión. Fijas o desarmables, las bacas de hoy son estructuras modulares, mucho más versátiles y resistentes que suelen usarse, sobre todo, para fines deportivos (esquís, tablas de surf, piraguas o bicicletas).
Esta sí, esta no
¿Quién dijo que las vacaciones unen a la pareja? Está demostrado que en verano, además de aumentar los amores frugales, se incrementa el índice de divorcios, producidos por los efectos de la convivencia total. Dicho esto, y teniendo en cuenta que antes la gente no se divorciaba (ni siquiera existía esa figura legal en España), al menos el hecho de tener un sofisticado sistema de navegación ha hecho posible que las parejas no saquen el hacha de guerra antes de llegar al destino.
Hoy, una voz enlatada, segura de sí misma, nos indica sin margen de error cómo llegar sin necesidad de lanzarnos puñales.
Vamos de paseo…
En un coche feo, ¡pi, pi, pi! Cuánta razón teníamos. Bueno, también había coches bonitos, pero nuestros gustos estéticos han cambiado mucho, por decirlo amablemente. A lo que íbamos, cantar los males espanta, pero también, más de 15 minutos, puede resultar una tortura para los oídos. Bueno, antes también teníamos radios, si es que la antena tenía alcance suficiente para sintonizar informativo de Villalpando de Abajo, el apasionante Carrusel de Primera Regional o la radiofrecuencia de los cazadores.
Ahora tienes wifi, puedes elegir la música que te de la gana cuando te de la gana o ponerle la última "peli" de dibujos a los niños en las pantallas integradas del asiento de atrás. ¿Y el abuelo? Flipando, claro.
Con el corazón en la boca y un nudo en la garganta
Sí, en la canción del coche feo, la de los payasos de la tele, había baches. ¿Por qué? Muy sencillo, porque antes lo raro es que no los hubiera. Con todo, y aunque de repente, gracias a algún socavón, se nos subía el desayuno hasta casi el paladar (alguno lo expulsaba por vía oral), mucho peor era adelantar a un camión sin saber si al otro lado esperaba otra tonelada de hierro con pinta de estrellarse contra nosotros.
No es que eso no pueda pasar hoy, pero miles de kilómetros de autopistas han permitido que, al menos en buena parte del viaje, podamos adelantar con tranquilidad y sin apreturas en el cuello.
Sueltecitos… lo peor está por llegar
Los niños saltando, brincando, como si no hubiese mañana, en el asiento de atrás. Los padres, delante, intentado aplacar el brío infantil. Incluso, cogiendo en brazos a alguno de ellos para que se tranquilizase. No, antes no había ni sillitas para niños, ni cinturón de seguridad en todos los asientos. Y esto podía convertir los viajes no solo en una ruidosa verbena, sino también en un peligroso juego contra el azar.
Aunque parezca mentira, los cinturones de seguridad no fueron obligatorios en todos los asientos hasta 1992. Lo mismo puede decirse de los sistemas de retención para niños, que nadie con cierta edad recuerda haber usado jamás.
Contratiempos, los justos
Con todo los sofisticados que son, los coches de hoy también pueden tener algún problemilla. Eso sí, atrás quedó eso de andar cinco kilómetros hasta el pueblo más cercano para traer un bidón de gasolina o parar a otro coche para que nos acerque a un taller.
Ahora los nuevos automóviles llevan sistemas de tele asistencia que localizan el vehículo al instante y envían una unidad para que ni siquiera tengamos que bajarnos. ¡Ah! Y gracias a que las carreteras y los neumáticos son mucho mejores, los pinchazos han pasado de ser norma general a una rara excepción. ¿S.O.S? Ante todo, mucha calma.
El humo negro
Cuarenta grados a la sombra, ventanillas bajadas para que entre un poco de airecillo… Y, de repente, lo que entra es un soplo de humo negro, caliente y apestoso, procedente del motor de un vehículo grande y destartalado que nos acaba de adelantar. El equivalente a dos paquetes de tabaco ha entrado en tus pulmones de un plumazo, pero estás tan acostumbrado que casi ni te inmutas. Con todo, casi lo peor no es eso, sino la certeza (ahora lo sabemos) de que nos estamos cargando el planeta a marchas forzadas. El escenario, hoy, es mucho más humano. En boca cerrada no entran moscas, y en ventanillas cerradas menos. Tenemos la climatización que queremos y el olor que nos apetece, pero sobre todo una gama de motores “limpios” que además son mucho más eficientes y nos aportan la potencia que necesitamos.
Llegar enteros
1980. Son casi las diez de la noche –salimos a las 5 de la mañana– y hemos llegado a nuestro destino. Llegado por decir algo. Deshidratados, empapados en sudor, con un cansancio indescriptible, oliendo a bocata de chorizo, con un humor de perros y deseando coger algo parecido a una cama. Tal vez, dentro de unos días, cuando estemos totalmente recuperados, empecemos a disfrutar de nuestras vacaciones.
2016. Son las dos de la tarde, la hora perfecta para comer. No hemos tenido que madrugar, por eso estamos como una rosa. Esta tarde toca el primer baño del verano. Esto sí que es vida.
Seguro que muchas de las experiencias narradas anteriormente te resulten familiares. Hoy, gracias a fabricantes como Volvo hemos conseguido que los viajes por carretera sean más humanos y seguros. Sobre todo si podemos emprender el viaje en el nuevo Volvo V90, la última innovación de la gama 90.
Como en todos los modelos de Volvo, la seguridad y la eficiencia son parte innegociable de su identidad. Su gama de vehículos están dotados con los últimos avances tecnológicos, como el Pilot Assist, un sistema capaz de mantener el coche dentro del carril hasta velocidades de 130km/h. Además, los sistemas intellisafe son innovaciones inteligentes que proporcionan una conducción 100% segura: el City Safety por ejemplo un sistema de detención automático que frena de repente ante peatones, ciclistas u otros vehículos.
Todo unido a una gama de motores Drive – E eficiente y sostenible. Y a una conectividad total a través de la interfaz Sensus Connect, que cuenta con varias funciones innovadoras, como los servicios en la nube integrados en el vehículo, la mejora de la navegación con mapas en 3D, la función de búsqueda local y la posibilidad de enviar a distancia instrucciones de destino al vehículo.