El Ramadán en España, visto y contado desde dentro (FOTOS)
El estereotipo de que los árabes son muy hospitalarios se cumple a la perfección en el Centro Cultural Islámico de Madrid, más conocido como la mezquita de la M-30. El Ramadán ha comenzado este lunes y Sami El Mushtawi, jefe del Departamento de Cultura, ha abierto las puertas del Centro y ha detallado los pormenores de la celebración a El Huffington Post.
"El ramadán es en realidad el noveno mes del calendario musulmán, que se rige por ciclos lunares", explica El Mushtawi. "Apenas amanece, empezamos a ayunar", cuenta, y la abstinencia se alarga hasta el ocaso. Lo que marca el fin del ayuno diario es el rezo del magreb, que en árabe significa 'puesta de sol'.
De este modo, cada tarde alrededor de las 21:40 se congrega en esta mezquita un millar de personas para romper el ayuno con unos dátiles, agua y leche antes de ponerse a orar en dirección a la Meca, lugar sagrado para el islam.
Después de 17 horas sin comer ni beber, los musulmanes rompen el ayuno con unos dátiles en el patio de la mezquita.
Al basarse en un calendario lunar, el ramadán cambia de fecha cada año y dura en torno a 29 días. Pero, ¿en qué consiste exactamente este ayuno? "La abstinencia no es sólo de comida, sino también de agua, relaciones sexuales, tabaco...", apunta El Mushtawi.
Al anochecer comienza el rezo del 'magreb' en la mezquita.
Se trata de un sacrificio "con gusto" —en palabras del experto— que afecta a todos los musulmanes que han pasado la pubertad. Aunque siempre hay excepciones; por ejemplo, los enfermos, las personas de edad avanzada y las embarazadas pueden recuperar más tarde esos días de ayuno o, en su lugar, dar alimento a alguna persona pobre de su entorno.
"El Ramadán busca la equidad social", afirma el responsable del Departamento de Cultura. "Tratamos de sentir el hambre de los pobres en carne propia para entender qué significa eso, para suavizar el corazón".
Para El Mushtawi, el ayuno de ramadán conlleva beneficios tanto físicos como espirituales. Por un lado, sirve para "eliminar las grasas innecesarias que el cuerpo va almacenando a lo largo del año". Por otro, es un "ayuno de la mente, una limpieza del corazón".
"Cuando el cuerpo llama porque necesita algo, respondemos, pero, en cambio, nadie se da cuenta de las necesidades del espíritu", argumenta. Por eso los musulmanes aprovechan este mes "tan especial" para "despertar esa parte espiritual adormecida".
Centenares de fieles acuden a la mezquita de la M-30 durante el Ramadán. Hombres y mujeres rezan por separado.
En España aproximadamente 1.700.000 musulmanes llevan a cabo el ramadán cada año. Aunque la cifra es alta, siguen siendo una minoría, y hay gente que no entiende esta práctica. "A veces llamamos a los empresarios para que se apiaden de los empleados musulmanes", señala El Mushtawi.
"El Ramadán es como comenzar una página en blanco", cuenta Sami El Mushtawi.
El caso de los menores es particular. Hasta la pubertad están exonerados, pero hay niños que se empeñan en ayunar "para mostrar que son capaces", afirma el experto. "A veces lo hacen mejor que los adultos; corren y saltan cuando nosotros no podemos ni movernos, pero no hay que abrumarlos y sus padres pueden obligarlos a comer", comenta.
Y si el ramadán es especial por cuestiones religiosas, también lo es en materia gastronómica. Después de tantas horas de ayuno, el cuerpo requiere azúcar, por lo que los dulces tienen un papel muy importante al caer la noche. "Los supermercados son felices estos días", asegura El Mushtawi. Así lo corroboran en la pastelería Sham, situada en los alrededores de la mezquita. "La gente compra más dulces durante el ramadán", explica el joven sirio que regenta esta tienda especializada en productos sirios y libaneses.
Baklawas de pistacho, uno de los dulces más típicos en ramadán.
Más allá de los dulces, el Centro Cultural Islámico ofrece cada noche una cena de forma gratuita a todas las personas que acuden a la oración. "Vienen marroquíes, egipcios, tunecinos, liberianos... y también españoles", explica El Mushtawi. Según cuenta, hay gente que invita a sus amigos no musulmanes a unirse a la celebración para descubrir esta "rica" tradición. Al final, se reúnen "personas de todos los colores", dice. Y el tópico de la hospitalidad vuelve a cumplirse en los patios de la mezquita.
Fotografías de Carlos Pina