Brexit: Pendientes de un voto para seguir con sus vidas
La fecha del 23 de junio está marcada en rojo en el calendario de la Unión Europea. Ese día los ciudadanos británicos votarán en referéndum si continúan siendo parte de la Unión Europea o comienzan una nueva vida separados del resto de los 27 Estados miembros. Pero más allá de la geopolítica - ¿Sería Brexit, como se conoce a la salida del Reino Unido, el comienzo de la ruptura de Europa o un voto decidido por la unidad europea un gran revulsivo para un proyecto en horas bajas? – la vida cotidiana de millones de británicos y europeos pende de un finísimo hilo. Nadie garantiza que podrán seguir con sus vidas si los británicos optan por la salida. Y las encuestas indican que el resultado será muy ajustado.
Hace tres años que Anze Sagadin, un esloveno de 33 años que trabaja en el sector inmobiliario, se mudó junto a su mujer Polona a Londres por segunda vez; una ciudad que ya conocía y admiraba por su apertura y dinamismo. Ahora se sienten londinenses y les encanta la que es probablemente la ciudad más cosmopolita de Europa, pero no pueden evitar sentir ansiedad ante la fecha del 23 de junio: “Me siento impotente porque no puedo votar. Tengo muy claro cómo votaría, claro, para que el Reino Unido siga siendo miembro de la UE, pero, son las reglas del juego. Si no tienes nacionalidad británica no puedes votar, aunque sí puedas decidir sobre el alcalde de Londres”, cuenta Anze a El Huffington Post desde Londres.
Todos los europeos tienen derecho a vivir y trabajar en el Reino Unido sin necesidad de permiso de trabajo. Es una de las libertades que componen el mercado único de la Unión, como la libertad de circulación de capitales, bienes y servicios. Pero todo ello quedaría en papel mojado si los británicos optan por el divorcio con la Unión Europea.
Que los europeos mantengan su actual estatus en el Reino Unido dependerá de una complicada negociación entre la Unión Europea y el Reino Unido. Aunque el matrimonio Sagadin sienta ansiedad y cierta impotencia por no poder decidir sobre algo que puede afectar tanto sus vidas, probablemente no se sienten solos. Hay 3.300.000 ciudadanos europeos viviendo en el Reino Unido, de los cuales 2.100.000 están trabajando, lo que representa el 6,8% de los trabajadores del país. La prensa británica ha publicado que estos días, conforme se avanza hacia la fecha del referéndum, se están batiendo récords de ventas de libros de tests para preparar el examen oficial y obtener la nacionalidad británica.
PARÁLISIS HASTA SABER QUÉ SUCEDERÁ
La incertidumbre sobre cómo serán las cosas tras el voto de junio ha paralizado los planes de vida de muchos de los más de tres millones de europeos que viven en Reino Unido. Es el caso de Anze y su mujer. Recientemente han decidido posponer la compra de un piso hasta que sepan cual es el resultado del referéndum y ver lo que sucede después. No son los únicos. Las cláusulas de cancelación, que permiten al comprador cancelar la operación en caso de Brexit, comienzan a ser frecuentes en el sector inmobiliario londinense.
¿Temen llegar al extremo de poder ser deportados? A Anze ese riesgo le parece exagerado pero sí teme por la marcha de la economía y el impacto en su vida: “Estoy más preocupado en cómo puede afectar el voto a mi trabajo que en el riesgo de que nos echen del país a los extranjeros. Es algo impensable porque esta ciudad – no hay más que salir a la calle para darse cuenta - no podría funcionar sin nosotros. Pero sí me preocupa una caída brusca de la economía y que de la noche a la mañana comiencen los despidos. Este es un gran país. Admiro su flexibilidad y la capacidad que tuvo para superar la recesión de 2008 de forma mucho más rápida que la mayoría de países europeos. ¿Por qué iban a poner en riesgo todo esto? ¡No tiene sentido!”.
Un estudio publicado por el ministerio de economía británico el pasado mes de abril contempla el impacto en la economía británica que tendría el divorcio con Europa. No hay un solo pronóstico, puesto que todo dependerá de los acuerdos comerciales que el Reino Unido adopte tras su salida de la UE, pero el escenario más optimista sitúa la caída del PIB durante los próximos 15 años en un 3,8%, lo que equivale a un coste de unas 2.600 libras anuales por cada unidad familiar. En el peor escenario posible la caída podría alcanzar un 8,2% del PIB y el coste para las familias llegaría a las 5.700 libras al año.
A pesar de la fuerza del pragmatismo, con incontables estudios que alertan de los riesgos para la economía que supondría el Brexit, los partidarios de la salida parecen estar haciendo un buen trabajo. Las encuestas realizadas por el Financial Times sitúan en estos momentos a los partidarios de la salida en un 40% frente a un 47% a favor de permanecer en Europa. Otras encuestas sitúan la diferencia en cuatro puntos.
“Todos nuestros amigos europeos están nerviosos con este tema pero todos tendemos a pensar que al final el sentido común se impondrá y los británicos decidirán quedarse en la UE, pero la verdad que las encuestas están muy apretadas”, concluye Anze.
La otra cara de esta moneda se encuentra más allá del Canal de la Mancha. La impotencia de los europeos en Reino Unido se parece a la que sienten los más de un millón de británicos que viven fuera de su país en otras partes de Europa. No tienen ninguna garantía de que sus derechos se vayan a mantener tras el voto del 23 de junio.
Un documento oficial publicado por el gobierno británico en febrero pasado sobre cómo sería un eventual proceso de salida de la UE es muy claro al respecto: “Muchos ciudadanos británicos querrían mantener su derecho a trabajar, vivir, tener en propiedad una vivienda en otros países europeos, y también tener acceso a servicios públicos como la sanidad. Los británicos viviendo fuera, incluidos los que se han jubilado en España, no podrían asumir que estos derechos serán garantizados”.
En la misma línea, el ministro británico para asuntos europeos, David Lidington, aseguró el mes pasado que de producirse la salida, se pondrían en duda el derecho de los británicos de ir y vivir en lugares como España o Francia. No es casualidad que el informe gubernamental y el ministro mencionen el caso de los británicos en España de manera específica, dado que nuestro país es en el que más británicos viven de toda Europa, con un total de 381.025. Es el caso de Lea Gavitas, británica y residente en España desde 1993. Es profesora de matemáticas en el colegio británico King’s College en Madrid.
Lea confía en el sentido común de los británicos el día del referéndum. “Si el proceso de salida afecta mis derechos de residencia en España, sí, estoy muy preocupada. Sin embargo, me imagino que mi residencia legal en España no se verá afectada. ¡Espero
que esto sea así! Me gustaría también pensar que mis hijos podrían mantener los mismos derechos de educación en el Reino Unido (por ejemplo para ir allí a la universidad). Todos mis amigos británicos con los que he hablado quieren que nuestro país permanezca en la UE, sobre todo por las consecuencias imprevisibles que podrían darse”.
LA POSIBILIDAD DE VOTAR
A la incertidumbre de los británicos que viven fuera del Reino Unido se debe sumar además su indignación por no poder participar en la votación. Es el caso de Lea, que, al llevar más de 15 años viviendo fuera del Reino Unido, no podrá votar. “Creo que deberíamos poder hacerlo. Después de todo, aunque puede que yo no me vea afectada directa e inmediatamente, los miembros de mi familia sí lo estarán, y un día puede que quiera regresar a mi país”.
La polémica decisión de excluir a los británicos que lleven fuera más de 15 años – a pesar de la ola de indignación que ha despertado entre los afectados - parece irreversible. Recientemente dos británicos que llevan muchos años fuera perdieron una importante batalla judicial. El Alto Tribunal de Londres se pronunció sobre el recurso que interpusieron Harry Schindler, un británico de 95 años que luchó en la II Guerra Mundial y ahora vive en Italia y la abogada Jacqueline MacLennan, residente en Bruselas. La corte estimó que el gobierno tiene derecho a establecer un “periodo de tiempo residiendo fuera a partir del cual se pueda interpretar un debilitamiento de los lazos con el Reino Unido”.
Schindler puso voz a la indignación de muchos británicos cuando hace meses declaró en Politico: “Que no podamos votar no solo resulta antidemocrático, sino también increíble. ¿Cómo puede alguien organizar un voto y después sugerir que quienes se verán más afectados por la decisión no podrán votar?”. Ahora sólo les queda esperar.