5 ideas de los jóvenes europeos para acabar con la desigualdad de género
"¿Cuántos de vosotros habéis sufrido los estereotipos de género?" es la pregunta que hace una organizadora del taller sobre el empoderamiento de las mujeres y desigualdad del European Youth Event en una carpa que se encuentran al pie del Parlamento Europeo en Estrasburgo. Todos los oyentes levantan la mano. Hay una clara mayoría de mujeres pero también hay varones. Todos de entre 16 y 30 años. Y todos se encuentran allí para intentar cambiar las cosas.
Sólo el 22% de los europarlamentarios son mujeres. Ruanda es el país dónde más mujeres hay en el parlamento. Las mujeres ganan un 77% de lo que ganan los hombres. En las listas de las personas más poderosas del mundo de la revista Forbes, sólo un 12% son mujeres. Estas son algunas de las afirmaciones que hacen las organizadoras del evento ante la atenta mirada de los chavales. "¿Por qué las mujeres todavía no participan de la misma manera que los hombres en la política, la ciencia o la economía? ¿Cómo pueden avanzar hacia nuevas oportunidades?", son algunas de las preguntas que surgen.
Los jóvenes mencionan los estereotipos que conocen: "Los hombres no pueden llorar, las mujeres son débiles y lloran. Los hombres conducen mejor y deben llevar el dinero a casa, las mujeres son las que tienen que cuidar de los hijos. Los hombres son más carismáticos, las mujeres más empáticas....", y así una veintena de ejemplos. ¿Qué podemos hacer para dejar de sufrir, tanto hombres como mujeres, estos estereotipos? Las nuevas generaciones tienen algunas propuestas que muchos deberían plantearse:
Todos en la sala coinciden en que la lucha por la igualdad parte de la educación. "Debemos educar a los niños desde pequeños, para que los chicos ayuden en casa, para que jueguen con los mismos juguetes", dice una joven española. Además, sale a relucir la idea de educar a los profesores también: "Estoy estudiando educación infantil y nadie nos ha enseñado como acabar con los estereotipos entre los más pequeños", dice otra chica austriaca. "Debemos enseñar también a los profesores desde una perspectiva feminista, de igualdad", añade.
"No me gustan las cuotas, pero son necesarias", es la idea de varios de los presentes. Las cuotas, que obligan a las instituciones y las empresas a contratar a un determinado número de mujeres para que haya porcentajes más o menos iguales que de varones, "no una solución a largo plazo". "Hay que atacar el problema de raíz, no con soluciones como estas", señalan los presentes.
Como explican todo estos jóvenes, la publicidad es uno de los problemas de la desigualdad: "Desde pequeños vemos anuncios en los que las chicas juegan con cocinitas y muñecas y los chicos con balones y coches. Eso también hace que los estereotipos crezcan". Además señalan el problema de que se empiece a sexualizar a las niñas desde tempranas edades y que en algunos anuncios publicitarios se cosifica a la mujer. Por eso proponen acabar con estas prácticas.
Italianos, españoles, franceses o fineses discuten acerca de los permisos de maternidad y paternidad y la conciliación. En Finlandia, por ejemplo, hay 18 meses de permiso: "Seis para la madre, seis para el padre y seis para repartir", dice una joven de allí. "Tener hijos no devalúa mi experiencia como trabajadora. No tengo por qué dejar mi trabajo o elegir entre tener una familia y avanzar en mi carrera", dice otra, esta vez italiana. Coinciden en que se deben repartir a partes iguales los permisos parentales y el cuidado de los hijos.
En este caso es un chico el que habla. "Debemos abrir la mente, pensar ya como futuros padres y darles a nuestros hijos un buen ejemplo y una educación dentro de la igualdad", dice. "Además, debemos diferenciar entre género y sexo biológico al hablar de estas cosas", añade otra. Así, las futuras generaciones aprenderán más rápido y puede que con el tiempo se acabe con esta lacra.
"Todos caemos en los estereotipos alguna vez. Incluso los que estamos en esta habitación", señalan las organizadoras al finalizar el taller. Uno de los chicos alza la mano tímidamente para hacer una última reflexión: "Creo que no hay más que ver el porcentaje de mujeres y de hombres que hay en esta habitación (alrededor del 80% son mujeres) y entonces, sabremos dónde está el problema. Todos debemos concienciarnos", dice.