Shivani tiene 15 meses pero ya sabe lo que es la soledad. Cada mañana, sus padres se van a trabajar y la dejan atada a una roca con un trozo de cinta de plástico que lleva sujeto a la pierna. Vive en un solar en construcción al oeste de la India y pasa nueve horas al día descalza y llena de polvo, sin supervisión.
La cinta que la ata mide menos de un metro y medio y lleva escrito "peligro" en letras rojas. Sus padres aseguran que no tienen otra opción, ya que los dos trabajan. Cavan agujeros para cables de electricidad en la ciudad de Ahmedabad y cobran 250 rupias (3,31 euros) por turno de trabajo.
Hay unos 40 millones de trabajadores de la construcción en India, y uno de cada cinco son mujeres, la mayoría muy pobres, que deben migrar de una obra a otra. No es raro encontrar por todo el país niños como Shivani, cubiertos de arena y barro, mientras sus padres cargan con ladrillos o levantan carreteras y edificios de lujo.
Shivani, la niña que pasa el día atada
"Aquí hay mucho tráfico, no tengo otra opción. Lo hago por su seguridad", se defiende la madre, que se cubre el rostro con un sari.
Shivani llora todos los días cuando le toca ponerse la cinta. La pequeña puede llegar a soportar temperaturas de hasta 40ºC. Sus hermanos solían quedarse con los padres hasta los siete u ocho años, momento en que eran enviados a vivir con s...
Mientras Shivani espera las horas atada a la piedra, los hombres se acercan para refrescarse con cocos y agua y las mujeres hacen breves escapadas para alimentar a sus hijos.
Las familias del sector viven en tiendas en la propia obra o, como la de Shivani, duermen a la intemperie, ya que los alojamientos para los obreros son escasos y caros.
Las empresas indias suelen dar trabajo a mano de obra externa y barata reclutada por contratistas en la zona, sin preocuparse por los conocimientos ni la seguridad de los obreros.
Kalara asegura que los jefes de la obra se han desentendido de su difícil situación. "No les importamos ni nosotros ni nuestros hijos, solo les importa su trabajo", lamenta.
Cuando el fotógrafo de Reuters volvió al solar al día siguiente, unos trabajadores que tendían cables le tiraron piedras.
Cuando el fotógrafo de Reuters volvió al solar al día siguiente, unos trabajadores que tendían cables le tiraron piedras.
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"La ato así para que no salga a la carretera. Mi hijo pequeño tiene tres años y medio y no puede controlarla", revela la madre, Sarta Kalara, una joven de 23 años.
Shivani llora todos los días cuando le toca ponerse la cinta. La pequeña puede llegar a soportar temperaturas de hasta 40ºC. Sus hermanos solían quedarse con los padres hasta los siete u ocho años, momento en que eran enviados a vivir con s...
Mientras Shivani espera las horas atada a la piedra, los hombres se acercan para refrescarse con cocos y agua y las mujeres hacen breves escapadas para alimentar a sus hijos.
Las familias del sector viven en tiendas en la propia obra o, como la de Shivani, duermen a la intemperie, ya que los alojamientos para los obreros son escasos y caros.
Las empresas indias suelen dar trabajo a mano de obra externa y barata reclutada por contratistas en la zona, sin preocuparse por los conocimientos ni la seguridad de los obreros.
Kalara asegura que los jefes de la obra se han desentendido de su difícil situación. "No les importamos ni nosotros ni nuestros hijos, solo les importa su trabajo", lamenta.