Cinco años del 15-M, el movimiento que transformó la política
"Si echo la vista atrás esto parece una vida pero sólo son cinco años". Quien habla es Pablo Padilla, que hace hoy un lustro, como miembro de Juventud Sin Futuro, marchó junto a miles de personas hacia la Puerta del Sol de Madrid para mostrar su indignación ante la situación que vivía el país en aquel momento.
Ni Padilla ni el resto de manifestantes podía imaginar que aquella marcha se tornaría en la mayor movilización popular de los últimos años en España e iba a cambiar tanto la política de este país y hasta su propia vida. Cinco años después, Padilla es diputado autonómico de Podemos en la Asamblea de Madrid.
Con la perspectiva que otorga el tiempo, Padilla regresa a la Puerta del Sol, epicentro de la multitudinaria acampada que durante 28 días dio cuerpo al movimiento 15-M. "Ha sido el acontecimiento político más importante en nuestro país desde la Transición. Permitió que mucha gente que entendía la política como una cosa ajena y de señores trajeados, supiera que iba de su vida. Ha transformado tanto el sistema de partidos como la forma de concebir la política y es algo de lo que deberíamos estar orgullosos", explica a El Huffington Post.
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"Fue una explosión que generó una ola de cambio en la sociedad española con múltiples implicaciones", coincide Fabio Gándara, que en 2011 formaba parte de Democracia Real Ya, otra de las organizaciones convocantes de la manifestación del día 15 de mayo.
Gándara recuerda cómo fue la organización de la marcha. "Éramos gente normal cansados de lo que estábamos viendo en ese momento, que decidimos actuar al margen de partidos y sindicatos. Se organizó a través de las redes sociales y poco a poco empezamos a sumar gente, el apoyos de webs y de grupos que dieron voz a esta convocatoria. Cuando llegamos al 15 de mayo teníamos decenas de miles de seguidores y convocatorias en más de 60 ciudades españolas", explica.
Durante la manifestación del domingo 15 se pudieron escuchar lemas que hoy nos suenan familiares como "no es una crisis, es una estafa" o "violencia es no llegar a fin de mes". Proclamas que expresaron no sólo los jóvenes, sino también padres con hijos y jubilados.
Al terminar la marcha, la mayoría abandonó la Puerta del Sol pero unos pocos se quedaron. Gándara estaba en una cervecería cercana repasando el éxito de la convocatoria con otros miembros de su organización. "Hasta que vino un compañero y nos avisó de que había un grupo de chavales que habían decidido acampar. Entonces nos acercamos a la plaza para transmitirles nuestro apoyo y decirles que íbamos a difundirlo por las redes", indica.
Padilla se topó con el inicio de la acampada después de huir de las cargas policiales que se produjeron tras la manifestación. "Recuerdo que un compañero me dijo que esto iba a ser nuestro Tahrir particular, como la plaza de El Cairo, y que nos reímos un poco", explica.
Con este tuit anunciaron el inicio de la acampada en la madrugada del 15 al 16 de mayo
Otro que también participó del movimiento es Rafa Pacheco, que todavía conserva un cartel de la manifestación con el lema "No somos mercancía en manos de políticos y banqueros". "Veníamos del recorte a pensionistas y a funcionarios el mismo año en que se habían dado 80.000 millones a la banca. El ciudadano veía que le estaban timando y que estábamos pagando los platos rotos por algo en lo que no habíamos participado", asegura.
Para él, el 15-M supone "el inicio del cambio de sistema en España". "Teníamos un sistema que valía para salir de la dictadura y para la Transición, pero que 40 años después ya estaba totalmente caduco. Muchísima gente que lo había aceptado en su momento ya no se sentía cómodo y a los que habíamos nacido en democracia, se nos quedaba completamente corto", indica.
"SE CREÓ UNA CIUDAD"
Durante los 28 días que duró la acampada "se creó una ciudad", recuerda Padilla. "Se dieron experiencias políticas y humanas que han marcado la vida de mucha gente, especialmente de quienes llevábamos tiempo haciendo política en los márgenes, que pudimos hacer política para la mayoría. Y también para gente que nunca había hecho política más allá del voto o ni siquiera eso, que vio que la política era hablar en el ágora y discutir sobre las cuestiones de todos", afirma.
Gándara recuerda como un momento "especial" el ver "la plaza entera llena de gente dialogando y debatiendo". "Me gustó sentir la energía colectiva y cómo esas ganas de cambiar las cosas se visibilizaba en un espacio público", explica.
Fabio Gándara fue miembro de Democracia Real Ya / Foto: Carlos Pina
"Había mucha gente que tenía sus trabajos y que luego iba a Sol a mantener esa ilusión y esas ganas de cambio", rememora Pacheco, quien también se acuerda de lo que se dijo del 15-M en los medios de comunicación. "Criminalizaban la acampada diciendo que eran cuatro antisistemas y perroflautas, y no, era un movimiento de toda la población", asegura.
Para ayudar a acabar con esa estigmatización, Pacheco, que por la mañana trabajaba y por la tarde daba clases en la universidad, adoptó la siguiente estrategia. "Igual salía de clase con una camiseta puesta y pasaba por casa a ponerme el traje e ir a Sol, para que se viera que era un movimiento global y que había de todo".
Padilla recuerda con cariño cómo se llenó la Puerta del Sol tras la prohibición de la Junta Electoral Central de acampar el día de reflexión y el de la jornada electoral, y cómo miembros de su familia cambiaron su forma de ver las cosas. "Quienes no habían visto con buenos ojos algunas de mis actividades políticas, nos dieron todo su apoyo, venían a la plaza y se lo contaban a otras personas".
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Pero no todo fue bonito en Sol. Todos reconocen fallos y puntos negativos de la experiencia del 15-M. Padilla cree que hubo quien quiso desvirtuar la idea de la acampada "y pensó que era un fin". "Eso desvirtúa la acción política que era que la acampada era un medio para visibilizar, para juntarnos y para desarrollar proyectos políticos", afirma.
Para Gándara lo peor fue entrar "en dinámicas asamblearias que ralentizan mucho la toma de decisiones". "Pero aprecias lo bonito que es sentarse a dialogar y lo difícil que es hacerlo de forma colectiva", indica.
El más crítico con el movimiento es Pacheco, que señala dos causas del fin del 15-M. "Por un lado, movimientos más extremistas que no permiten que el conjunto de la población case con sus ideas, y por otro medios de comunicación muy politizados en los dos grandes partidos que hacían foco siempre en esa gente", explica.
Rafa Pacheco participó activamente del movimiento. / Foto: Carlos Pina
EL 15-M SE EXTIENDE
El campamento del 15-M se levantó el 12 de junio, momento en el que muchos, tras la apabullante victoria del PP en las municipales del 22 de mayo, dieron por muerto al movimiento.
"Hubo quienes quisieron culpar al movimiento de las mayorías del PP, pero interpretarlo como causa de la victoria del PP es un error", cree Padilla. "Si el 15-M se interpretaba sólo en términos electorales y a corto plazo, la conclusión es que no sirvió para nada", añade.
"Realmente era difícil conseguir algo a corto plazo", apunta Gándara, quien cree que con el fin de la acampada el movimiento se invisibilizó mediáticamente pero dejó "un run run en la sociedad que empieza a generar cambios".
"Después de la acampada hay una descentralización brutal a los barrios y a los municipios que no sólo ocurre en Madrid", explica Padilla. "Y lo que hace el 15-M es mutar. De hecho, parte de la potencia del 15-M es que no era una cuestión estática, que no se regía por los cánones tradicionales de la política. Esa fue una de las cosas más positivas. Eso, y la capacidad de implicarse con la PAH".
"Yo al movimiento le veo tres fases", indica Pacheco, "la primera, con un grandísimo apoyo social; una segunda en la que ya no cuenta con el apoyo de todo el país; y una tercera, ya en 2013 y 2014, en el que la gente más activa entra en política".
EL PASO A LA POLÍTICA
Esa última etapa, la del paso del activismo a la política, la conoce bien Padilla, diputado en la Asamblea de Madrid, que se acuerda de quienes pedían al movimiento que formara un partido y se presentara a las elecciones. "Quien nos recomendó que nos metiéramos en las instituciones se está arrepintiendo todos los días de ese órdago", ironiza.
Antes de la aparición de Podemos, Padilla recuerda que fue el Partido X "el primero que rompe el tabú de jugar lo institucional". "Hoy todos piensan en Podemos como heredero del 15-M y así hay que pensarlo, no como 15-M. Porque sin 15-M no hay Podemos y sin 15-M no hay movimiento municipalista; pero igual que sin V de Vivienda o el movimiento antiglobalización no hubiera habido 15-M. ¿Son lo mismo? No, pero hay que entenderlo en su genealogía".
Personalmente, reconoce que el paso a la política ha sido "una cosa compleja", pero le ve su lado positivo. "A quienes hemos pasado de una vida de activista a estar en las instituciones, está bien que no se nos olvide de dónde venimos, pero también que tengamos la oportunidad de explorar con imaginación política y con crítica qué se puede y qué no se puede hacer desde las instituciones", explica.
Pablo Padilla, diputado de Podemos, fue miembro de Juventud Sin Futuro. / Foto: Carlos Pina
Curiosamente, el quinto aniversario del 15-M casi coincide con el primer año desde que se produjo el cambio municipal en las principales capitales. "En las mejores previsiones era difícil suponer que iban a conseguirse cambios tan rápidamente", reconoce Gándara. "Que ciudades como Madrid y Barcelona dejen de estar en poder de los grandes partidos, a algunos les ha descuadrado completamente. No se podían imaginar que esto podía derivar en pérdida real de poder para ellos", agrega Pacheco.
"Es uno de los mayores logros del 15-M, ese cambio en al política municipal, un ámbito que permite aplicar de forma más sencilla los principios de participación, de colaboración y de apertura a la ciudadanía", sostiene Gándara, quien cree que otro de los cambios que provocó el movimiento en la política fue la modificación del lenguaje político. "Vivíamos en un momento de mucha impostura y en el 15-M empezamos a hablar de tú a tú al ciudadano, a no tratarle como si fuese idiota sino como alguien que puede y que debe participar para cambiar su sociedad", asegura.
"El 15-M nos ha enseñado que no hace falta gritar para debatir, que se puede ser amable y ser muy contundente defendiendo unos principios y un compromiso político, que no hay que tener prisa y que hay que tener cabeza fría y mirada larga para entender que para cambiar las cosas hace falta tiempo, pedagogía y no tener miedo a la política", enumera Padilla.
Para Pacheco, la principal enseñanza del 15-M a los políticos es el fin de la impunidad. "Se han dado cuenta de que ya no pueden hacer absolutamente lo que quieran, que hay una población mucho más informada que les va a fiscalizar. Saben que la sociedad ha cambiado y que tienen que cuidar las formas".
LA FALTA DE GOBIERNO, "UNA DECEPCIÓN"
Sin embargo, a tenor del fracaso en las negociaciones para formar Gobierno, lo que parece que no ha calado es el espíritu de diálogo y acuerdo. "Ha sido una decepción", reconoce Gándara. "Una de nuestras máximas era la del diálogo dejando a un lado banderas, sectarismos y abriendo nuestras mentes para conectar con el que tenemos al lado", agrega.
"Me da pena que Podemos y Ciudadanos estén copiando en parte a PP y PSOE haciendo política de trinchera. No me gustaría que pasáramos de dos bloques enfrentados a una política de cuatro también enfrentados", critica Pacheco, que pide seriedad a los partidos de cara a las elecciones de junio. "Vamos a discutir medidas. No repitamos el error", asevera.
Padilla también se muestra crítico con la falta de acuerdo. "Quien va a una discusión política con la idea prefijada de que no va a cambiar de opinión, no es ni nueva política, ni 15-M. Y para eso se puede ser muy joven, muy mayor, se puede venir del 15-M y haberte quedado en determinadas ideas. El resultado de la discusión política, siempre que traiga mejoras para la mayoría social, va a ser positivo independientemente de quién lo enarbole o quién lleve esa bandera", asegura.
Cinco años después del 15-M, la política ha cambiado mucho sí, pero con el bloqueo en las negociaciones corre el riesgo de que la ciudadanía vuelva a gritar aquello de "no nos representan". A partir del 26 de junio, los partidos políticos tienen una oportunidad para evitar un nuevo desencanto social.