Cinco proyectos de éxito en los que nadie creía
Que hay mucho sacrificio detrás de cualquier victoria lo sabemos todos, pero a veces, además de cientos horas de trabajo, se necesita mucha fe en lo que se hace para llegar a la meta. He aquí algunos ejemplos paradigmáticos de visionarios cuyos productos ganaron la batalla al escepticismo.
El original de la copia
¿Puede un pésimo trabajo derivar en algo genial? Chester Floyd Carlson (1906-1968) era un físico estadounidense que en 1938 pasaba sus horas en el departamento de patentes de una firma electrónica, copiando a mano centenares de documentos con planos, especificaciones, etc. Así fue como se obsesionó con la idea de diseñar un aparato que copiase documentos rápidamente.
Tras abandonar la empresa, y utilizando su propio dinero para financiar los experimentos, logró construir el primer prototipo de fotocopiadora, tomando como base un material fotoconductor que se cargaba de electricidad estática sólo en las zonas iluminadas. En 1940 obtuvo la primera de varias patentes para su proceso, denominado xerografía.
Después inició un peregrinaje para encontrar empresas que se embarcasen en su comercialización, recibiendo más de 20 negativas, entre ellas la de IBM, que calificó el invento como inútil. En 1947 la empresa Haloid se asoció al desarrollo de esta tecnología, aunque la primera fotocopiadora (Xerox 914) no se introdujo en el mercado hasta 1959.
Estrella Galicia, pasión por la cerveza
No frenarse ante las adversidades ni tener miedo a ir contracorriente, poner todo el corazón y esforzarse al máximo. Es el ABC de un buen emprendedor, pero no es tan sencillo de aplicar en la vida real. Y menos en 1906, el año en que José María Rivera Corral fundó en 1906 la fábrica “La Estrella de Galicia” en La Coruña.
Recién llegado de México, donde había comenzado su aventura cervercera, José María Rivera Corral tuvo que escuchar muchas veces que Galicia no era lugar para elaborar una bebida que, además, entonces, no tenía la popularidad de hoy. Aún así, apostó desde un primer momento por una cerveza de calidad, con un sabor distinto y excelente gracias a la selección de las mejores materias primas y a una maduración mayor que la mayoría.
Las sucesivas mecanizaciones y expansiones han convertido a Estrella Galicia en una gran empresa que hoy presume de tener 110 años de vida, presencia en otros mercados y sectores, y capacidad para patrocinar a otros soñadores de lo imposible, como el piloto de MotoGP Marc Márquez. Todo sin perder su identidad familiar (hoy encarnada en la cuarta generación) y su pasión por la cerveza.
Recuerdos que se pegan
En 1968, Spencer Silver formaba parte del Laboratorio de Investigación Corporativa de 3M. Su misión era dar con un pegamento de alta capacidad que pudiera ser usado en la construcción de aviones, pero lo que halló fue un pegamento de alta capacidad lo suficientemente débil como para pegar dos hojas de papel y luego despegarlas sin dañarlas.
Al enseñar el hallazgo a sus compañeros, nadie le encontró utilidad, y la cosa quedó ahí. Hasta que, en 1974, Art Fry, otro químico de la empresa, cansado de perder la página del libro de salmos en el coro de su iglesia, se acordó. En 1977, Fry convenció a su empresa, reacia en un principio –consideraban que con el bloc de notas estaba cubierta esa demanda– para fabricar una partida y distribuirla entre los empleados de 3M. Además, se realizó una pequeña prueba de comercialización internacional, pero no se cumplieron las expectativas.
Finalmente, en 1978, se lanzó una novedosa estrategia piloto de ventas que consistía en regalar muestras del producto en las oficinas de toda una ciudad. Al comprobar que, en poco tiempo, el 90% de las oficinas reclaman más, 3M comenzó a fabricar Post it en masa. Hoy, pese al empuje de las nuevas tecnologías, se pueden encontrar en 8 tamaños, 25 formas y 62 colores diferentes en oficinas y casas de todo el mundo.
Tu historia no encaja…
Si hay un oficio duro por lo complicado que resulta recoger frutos a cientos de horas de trabajo, ese es el de escritor. Hasta tal punto es así que no es descabellado pensar que existen cientos de libros geniales guardados en cajones de editoriales que nunca saldrán a la luz. Un buen ejemplo es el de la escritora británica Joanne Kathleen Rowling, más conocida como J.K. Rowling, que hoy es una celebridad mundial –además de multimillonaria– gracias a la saga de novelas que narran las aventuras de Harry Potter.
Rowling escribe desde que era adolescente, aunque guardaba con celo y timidez sus escritos. Estudió francés para ser secretaria bilingüe por consejo familiar, trabajó que ejerció por poco tiempo. Tras vivir unos años en Portugal, donde se casó y tuvo una hija, volvió sola con ella a Gran Bretaña, instalándose cerca de Edimburgo.
Sobrepasados los 30, sin más dinero que una pensión por desempleo, se dispuso a terminar el que sería primer libro de Harry Potter en un café cercano a su casa. Tras años de trabajo, logró terminarla, pero se topó con el no de varias editoriales, algunas tan famosas como Penguin y Harper Collins. Finalmente Bloomsbury adquirió los derechos y publicó Harry Potter y la piedra filosofal. El resto de la historia es un libro de récords.
Vestirse por los pies
Hay personas que nacen con un destino prefijado, y el del italiano Mario Moretti Polegato (1952) era seguir la tradición bodeguera de su familia. Así se lo habían dicho desde pequeñito y así lo hizo. Estudió el vino, absorbió la tradición familiar y comenzó a trabajar en la bodega con el fin de hacerse cargo de ella con el discurrir de los años. Pero un viaje a Estados Unidos lo cambió todo.
Tras asistir a una conferencia sobre vinos en Reno (Nevada), Moretti Polegato decidió tomarse unas vacaciones en el caluroso desierto de Nevada. Allí, un día de paseo, reparó en que sus pies se recalentaban y sudaba, lo que le hacía sentirse mal. Ni corto ni perezoso cogió una navaja suiza y le hizo unos agujeros, lo que mejoró sus sensaciones. Ahí decidió que había que reinventar el calzado, que había que conseguir zapatos que respirasen sin perder otras cualidades de resistencia.
A su regreso, Moretti estuvo tres años desarrollando su idea en un taller familiar, incluyendo una novedosa tecnología para suelas de goma. La patentó y creó así el primer “calzado respirable”. Tras haber ofrecido sin éxito su invento a varios grandes fabricantes de calzado, tomó la decisión de seguir adelante por su cuenta y empezó la producción a gran escala de calzado bajo una marca que hoy todos conocemos: Geox.