Seis razones por las que hay que ir solo a los museos
Si existiera una clasificación de las actividades en solitario y el nivel de valentía que requieren, ir solo a un museo estaría entre ir solo al cine y comer sin compañía en un restaurante.
Tendrás un estímulo visual que te entretenga y no necesitarás fingir estar leyendo un libro o mirar el teléfono móvil mientras comes. No es que crea que ir solo a un museo es algo aceptable, es que creo que es algo que se debe hacer con frecuencia.
Cuando trabajaba en un gran museo enciclopédico, solía darme una vuelta sola a la hora de la comida o al acabar la jornada laboral. Para mí, eran los momentos más tranquilos y profundos del día, ya fuera para observar un retrato de Cindy Sherman o para perderme entre los colores de Rothko. Como bien dijo la novelista Patricia Highsmith, "mi imaginación trabaja mucho mejor cuando no tengo que hablar con nadie".
Si se lo permites, un museo puede convertirse en el recreo de tu imaginación. Hemos recopilado una lista de razones por las que deberías ir a un museo por tu cuenta.
1. Puedes decidir tu itinerario.
Cuando se visita un museo como el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York —una de las instituciones más importantes del mundo, que cuenta con una colección que recopila 5000 años de historia del arte—, hay que ser muy selectivo a la hora de planificar la visita, especialmente si se quieren ver unas obras concretas. Si fueras con otra persona, a lo mejor le gustaría ver obras antiguas cuando a ti te apetecería más contemplar retratos franceses del siglo XVIII. Cuando vas solo, puedes ir directamente a las galerías que te interesan sin perder tiempo en ver cosas que no tienes ganas de ver.
2. Puedes ir a tu ritmo.
Incluso en los museos más pequeños puedes notar que los demás te meten prisa o te retrasan. Según el Museo Getty de Los Ángeles, cada visitante pasa una media de 30 segundos delante de una obra. Por supuesto, esta cifra puede variar según las preferencias artísticas de la persona. Si vas solo, puedes pasarte una hora contemplando esa escultura de Kiki Smith o pasar de largo y no mirar el globo con forma de perro de Jeff Koons que ya has visto demasiadas veces.
3. Aprenderás a disfrutar de la soledad.
Ir solo a un museo te ayudará a disfrutar de la soledad en general y a darte cuenta de los beneficios que proporciona pasar tiempo contigo mismo. Aunque seas una persona muy sociable y te encante estar con la gente, estar solo forma parte de la vida inevitablemente, así que es importante aprender a sentirse cómodo estando solo. Por eso, ir solo a un museo es una manera ideal de practicarlo y, al final, estarás mejor preparado para cuando lleguen esos momentos de soledad.
4. Puedes conocer a gente nueva si quieres.
Por otra parte, cuando vas solo a un museo, tienes más oportunidades de conocer gente nueva. Si vas con alguien, te mantendrás ocupado hablando con él. Pero si vas solo, es más probable que entables conversación con desconocidos y, afortunadamente, los museos de arte están llenos de ideas para empezar una conversación. Puedes comenzar por preguntarle a alguien algo tan simple como: "¿Qué te parece este cuadro?".
5. Puedes inspirarte en esos momentos de tranquilidad.
Al no tener compañía, no te distraerá la interacción social. Podrás dedicarte a reflexionar sobre ti mismo o a buscar inspiración. Un museo es el sitio perfecto para llevar un cuaderno de bocetos, sentarse y dibujar todo lo que te rodee —tanto las obras como las personas— sin ningún propósito. Además, los museos son lugares maravillosos para observar a la gente.
6. Aumentará la confianza en ti mismo.
Hacer algo solo, como ir a un museo, puede darte fuerzas. Tener a alguien en quien confiar es genial, pero resulta especialmente satisfactorio cuando esa persona eres tú mismo. Cuantas más cosas hagas solo, más probabilidades tendrás de sentirte lo suficientemente preparado como para abordar cualquier cosa de manera independiente.
En resumen, un museo es el sitio perfecto para solteros, parejas y grupos que busquen pasar un rato tranquilo para reflexionar. La experiencia no será ni mejor ni peor, sino diferente. La idea de ir a un lugar público solo puede llegar a intimidar, pero te animo a que lo intentes. Puede que, además del arte, descubras una parte de ti mismo que no conocías o que encuentres a gente a la que no habrías podido conocer de otra manera.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.