La austeridad y la crisis de los refugiados están asfixiando a la economía griega
La crisis de los refugiados está poniendo a prueba los límites de la flaqueante economía de Grecia y poniendo en peligro su capacidad para soportar un flujo de refugiados que no parece que vaya a disminuir.
Aparte de los esfuerzos de austeridad ya existentes, la renovada presión económica debida a la crisis está alimentando el miedo dentro del Gobierno griego hasta tal punto que podría desarrollarse una nueva ola de xenofobia antirrefugiados, a no ser que la Unión Europea y Turquía den un paso al frente para ayudar a gestionar la crisis.
Un informe realizado por Yannis Stournaras, el gobernador del Banco de Grecia, lo confirma. Este informe, que se presentó ante el consejo general del Banco Central Europeo el 17 de diciembre, recopila las investigaciones existentes sobre el efecto que ha tenido el flujo de refugiados en la economía para demostrar el riesgo que esta crisis supone para Grecia.
"La continuidad o el empeoramiento de esta crisis de refugiados añade un factor de riesgo al pronóstico de la economía griega", afirma Stournaras. El hecho de que este mensaje provenga de Stournaras, que fue ministro de finanzas desde 2012 hasta 2014 en el anterior Gobierno de centro-derecha, refuerza las afirmaciones.
El gasto público, que ha aumentado para absorber a los miles de refugiados que llegan a las costas de Grecia cada día, supondrá el 0,3% del PIB de este año, o, lo que es lo mismo, 600 millones de euros, según explica en su informe Stournaras, citando las estimaciones del Gobierno.
Estos gastos forzarán difíciles compensaciones, ya que ocurren "en un momento de estricto saneamiento fiscal", indica el informe.
En el estudio también se observa que la afluencia masiva de solicitantes de asilo, la mayoría de los cuales son sirios, ha sido especialmente perturbadora para la industria del turismo de las islas griegas y para el comercio internacional, que depende del acceso sin restricciones a los canales marítimos griegos.
Solicitantes de asilo llegan al puerto de Lesbos en una embarcación de la guardia costera griega. 31 de enero de 2016
La gran mayoría de los refugiados que llegan a Grecia continúan su viaje hacia países europeos más ricos, sobre todo Alemania y Suecia, que hasta hace poco eran relativamente acogedores.
Pero como cada vez más países vecinos cierran sus fronteras a los solicitantes de asilo que pasan por Grecia, es probable que se queden en el país muchos más refugiados, lo que significa que el Gobierno mantendrá los gastos para asegurar a los refugiados una vivienda semipermanente, comida y sanidad, según el informe de Stournaras.
Irónicamente, los países de destino más ricos para los solicitantes de asilo, como Alemania, tienen el gran potencial de beneficiarse económicamente de la llegada de los refugiados, porque les falta personal altamente cualificado en ciertos sectores y podrían encontrarlo entre los refugiados que llegaran al país.
Grecia, el principal punto de tránsito para los refugiados que llegan a las costas europeas, se encuentra entre los países peor preparados económicamente para afrontar esta afluencia. (Según Naciones Unidas, el 84% de los solicitantes de asilo que llegaron a Europa por mar en 2015, y el 92% en lo que va de año, han tenido que pasar por Grecia).
La economía griega todavía no se ha recuperado de la crisis financiera ni de las medidas de austeridad masivas que demandaban los tres rescates financieros internacionales desde 2010. Su tasa de desempleo de prácticamente el 25% es la más alta de la Unión Europea, y su economía es un 25% más pequeña de lo que era en 2009, lo que reduce notablemente los sueldos griegos.
Los múltiples efectos de la crisis de los refugiados en los diferentes países europeos ilustran las diferencias existentes en la Eurozona, según explica Angelos Chryssogelos, experto en política europea de la London School of Economics.
"Es como si habláramos de un aumento de exportaciones netas en la Eurozona: no reporta las mismas ganancias para todos los países europeos", explica, indicando que Alemania suele tener el mayor porcentaje de crecimiento de exportaciones.
Al no contar con una solución más comprensiva por parte de la Unión Europea, el Gobierno griego teme que el incesante flujo de refugiados y su impacto en la economía fomenten la xenofobia en el país, declaraba un alto funcionario del gobierno.
Ni el Gobierno griego ha adoptado las severas tácticas que se han puesto en práctica en otros países europeos —como en Hungría, donde se ha retenido a los refugiados en los campamentos y se ha evitado su partida hacia otros lugares de Europa; o en Dinamarca y Suiza, donde se están embargando los bienes de los refugiados para cubrir los costes de mantenimiento—, ni la afluencia masiva de refugiados ha dado pie a que los ciudadanos griegos apoyen a los movimientos políticos xenófobos, como ha sucedido el Francia, en Dinamarca, en Finlandia y en Suecia.
Pero, como advirtió ese alto funcionario, el aparente fracaso de la Unión Europea a la hora de proporcionar una solución efectiva a la crisis y el hecho de que ciertos países señalaran a Grecia están poniendo a prueba la generosidad griega. Si la situación continúa así, se corre el riesgo de avivar las fuerzas xenófobas como el partido neonazi Amanecer Dorado.
"Siempre existe el riesgo de que se alce la extrema derecha si se nos sigue presionando con esta afluencia de refugiados y con un trato tan duro por parte de nuestros vecinos", explicaba el funcionario. "Tenemos que comprender que la sociedad griega ha sufrido muchísimo y que aún sigue sufriendo".
Un trabajador humanitario de la isla de Lesbos, uno de los principales puntos de llegada para los solicitantes de asilo, compartió su preocupación con nosotros. Según él, la población local ha recibido a los refugiados con los brazos abiertos. Pero los refugiados han empezado a resentir a la comunidad internacional, que ha gastado tantos recursos en ayudarlos, llegando incluso a ignorar la deteriorada situación económica de la propia Grecia con la que se ha topado la crisis de los refugiados.
"Los griegos han demostrado una tremenda hospitalidad hacia los refugiados y los trabajadores humanitarios en la isla, pero sienten que Europa los ha abandonado y que se les está penalizando por lo que hacen", explicaba el trabajador humanitario, cuya identidad permanece en el anonimato porque su jefe no le ha autorizado para hacer declaraciones.
Dos habitantes de Lesbos han sido nominados al Premio Nobel de la Paz por su ayuda a los refugiados, junto con la actriz Susan Sarandon, que documentó su labor de ayuda en la isla este invierno. Los académicos griegos y los miembros del Comité Olímpico Helénico, que son los que proponen las candidaturas, afirman que los dos nominados griegos representan "el comportamiento y la actitud de Grecia, de las organizaciones y de los voluntarios con respecto a la gran crisis de los refugiados".
La preocupación por el agotamiento de la generosidad pública griega crece a medida que algunos miembros de la Unión Europea le dedican fulminantes críticas a Grecia y amenazan con castigarla.
La Comisión Europea, uno de los órganos de gobierno de los 28 Estados miembro de la UE, le dio un ultimátum a Grecia el martes para que obedeciera una serie de recomendaciones como registrar a los solicitantes de asilo en las fronteras y asegurar las fronteras marítimas. Si Grecia no cumple con estos requisitos en un plazo de tres meses, según la cadena estadounidense ABC News, los países de la Unión Europea podrían establecer controles fronterizos por un periodo de hasta dos años y excluir a Grecia de la lista de los 26 países que forman el espacio Schengen, que permite viajar sin pasaporte entre los países europeos presentes en la lista. Esta exclusión supondría que se diera de lado a Grecia y a los miles de refugiados que llegan a sus costas a medida que los países vecinos se apresuran a cerrar sus fronteras para los solicitantes de asilo que dejan Grecia para asentarse en otro país.
Este ultimátum de la Comisión tuvo lugar después de semanas de amargas declaraciones por parte de los altos funcionarios de los países miembros, que acusaban a Grecia de no vigilar adecuadamente sus fronteras marítimas para evitar que los refugiados entraran a Europa. Estos funcionarios europeos también afirmaban que la ayuda que se le estaba prestando a Grecia no se estaba utilizando de la manera apropiada para gestionar la crisis de los refugiados.
La Comisión Europea ha dado a Grecia 27,8 millones de euros a modo de fondo de emergencia y le va a proporcionar otros 474 millones adicionales para "facilitar la recepción, los regresos y la reubicación en Grecia" de 2014 a 2020, de acuerdo con declaraciones de la propia Comisión del pasado mes de enero.
Tove Ernst, portavoz de la Comisión Europea, negó que la Comisión no hubiera reconocido los esfuerzos de los ciudadanos o del Gobierno griegos por afrontar la crisis. Al mismo tiempo, Enst indicaba que la Comisión opina que Grecia tiene que mejorar su estrategia.
"No estamos aislando ni estigmatizando a los griegos, sino ayudándolos a respetar sus obligaciones haciendo que corrijan sus fallos", declaraba Ernst.
Un diplomático griego que participó en las conversaciones con las autoridades europeas sobre la crisis de los refugiados reconoció los errores griegos del pasado, pero dijo que la actuación de la Comisión representa una "visión muy parcial de la realidad sobre el terreno".
"En Bruselas a veces emplean las recomendaciones de la Comisión para utilizar a Grecia como chivo expiatorio en la situación de las políticas de refugiados y migración", afirma el diplomático. "Algunas recomendaciones son razonables, otras ya se han cumplido y otras están ahí para legitimar las restricciones en las fronteras y usar a Grecia como chivo expiatorio".
El Gobierno griego anunció esta semana que ha pedido ayuda militar para acelerar la conclusión de "puntos calientes" o centros de acogida, para acelerar el proceso de acogida y el registro de los refugiados.
Mientras tanto, llama a las naciones europeas a que respeten su propio compromiso de reubicar a solicitantes de asilo, y pide a la UE que presione a Turquía para limitar el flujo de refugiados de su territorio. En noviembre, la UE acordó dar a Turquía 3.000 millones de euros en ayuda para los 2,2 millones de refugiados sirios que están allí. A cambio, la UE pidió a Turquía que impidiera de forma más activa la entrada de refugiados a Europa por mar.
Pese al acuerdo, miles de refugiados (la mayoría, sirios) procedentes de Turquía llegan cada día las costas griegas, mermando aún más su economía.
El diplomático griego señala que las autoridades europeas suelen quejarse de que Grecia no está procesando las solicitudes de refugiados lo suficientemente rápido, pero los demás países tampoco se dan prisa en alojarlos una vez que se registra su petición. De las 700 solicitudes que han procesado las autoridades griegas desde septiembre, sólo unas 200 se han reubicado, explica el diplomático.
Human Rights Watch corrobora gran parte de lo que denuncia el Gobierno griego. Esta ONG lo culpa por no hacer lo suficiente para alojar a los refugiados, en concreto para registrarlos de forma oficial. No obstante, el grupo reconoce que los problemas de la economía griega también, en parte, los culpables y reserva sus críticas más duras para las autoridades europeas, que "almacenarían" a los solicitantes de asilo dentro de las fronteras griegas o, directamente, los abandonarían.
"Dejar atrapados en Grecia a los demandantes de asilo en condiciones pésimas sería desastroso para esas mujeres, esos hombres y niños, y es justo lo contrario del tipo de responsabilidad compartida que tenemos que ver", afirmó la especialista de Human Rights Watch Eva Cossé el 28 de enero. "También sería señal de una falta de liderazgo por parte de la UE en la actual crisis de refugiados global".
Cossé también destacó que la UE no ha sido capaz de desplegar la ayuda prometida y las patrullas fronterizas en Grecia ni de desarrollar un amplio sistema nacional para procesar una afluencia sin precedentes.
"Este Estado —en bancarrota— está intentando desarrollar un mecanismo para gestionar la mayor crisis de refugiados de las últimas décadas. Es absurdo", resaltó Costas Eleftheriou, especialista en política griega de la Universidad de Atenas. "Dicen que estas personas no están gestionando los puntos calientes ni la crisis de la forma adecuada", añadió, pero todo lo que hace Grecia debería analizarse en el contexto de una desesperada situación financiera.
El Gobierno griego asegura no haber aludido a la crisis de refugiados en las negociaciones con las instituciones acreedoras en torno a la reducción de su deuda. Pero Eleftheriou, de la Universidad de Atenas, ve sensato que Tsipras lo ponga sobre la mesa en estas reuniones, aunque duda que pueda tener algún efecto.
"Los socios europeos no aceptarán este tipo de argumento para conectar la crisis de refugiados con la cuestión del programa de austeridad. No sé si podrá inclinar la balanza del lado griego, porque creo que ya lo han intentado antes", admite.
Chryssogelos, de la Escuela de Economía de Londres, sospecha que Grecia intentará apoyarse en la crisis de refugiados para lograr unas condiciones de pago de la deuda más favorables. "Están intentando obtener más en el frente económico siendo más sensatos en cuestiones internacionales y de refugiados", argumenta.
El Fondo Monetario Internacional, que es uno de los principales acreedores y que supuestamente ha adoptado una postura más dura en las recientes negociaciones sobre la reforma de las pensiones griegas, dijo que no haría comentarios sobre estas conversaciones. En cambio, remitió a un informe publicado el 20 de enero en el que se analizan las consecuencias económicas a corto y largo plazo de la entrada de refugiados.
El informe señala el papel de Grecia como nación de paso para los refugiados solicitantes de asilo y concluye que el gasto público de Grecia creció un 0,17% adicional de su PIB en 2015, menos que en muchos países que sirven como destino final de los refugiados. Sin embargo, no examina el impacto de gastos de Grecia relacionado con los refugiados en el contexto de su actual crisis de la deuda.
"El estudio indica que, con las políticas adecuadas —especialmente las de integración efectiva en el mercado laboral— se puede impulsar el potencial de los refugiados en beneficio de todos", destacó la directora del FMI, Christine Lagarde, en un comunicado que acompañaba al informe. "Las circunstancias a las que se enfrenta cada país son diferentes y en función de eso debería ser su respuesta, pero, al final, la ola de refugiados es un reto global que debe gestionarse a través de la cooperación global".
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno y Marina Velasco