Mucho antes de que J.K. Rowling escribiera y publicara Harry Potter y las reliquias de la muerte, el último libro de la saga, la autora llamó a Alan Rickman y le contó el giro final (y positivo) que tendría su personaje, el profesor Severus Snape, uno de los grandes antagonistas de Harry.
La primera película salió en 2001, mientras que el último libro, donde se revela la verdadera naturaleza de Snape, no llegó a las librerías hasta 2007. Rowling no desveló el secreto a los directores de las películas, pero en cambio sí se lo confió a Rickman para que lo guardara y al mismo tiempo tratara de conferir a su personaje esa característica de forma sutil.
"Era muy divertido, porque había veces en las que el director le decía a Alan qué tenía que hacer en una escena y él contestaba algo como: 'No, no puedo. Yo sé lo que va a pasar y tú no", explicaba el productor David Heyman a Los Angeles Times. "Poseía un total entendimiento del personaje y ahora que echo la vista atrás me doy cuenta de que siempre había algo más —una mirada, una expresión, un sentimiento— con el que se podía intuir lo que iba a pasar... La sombra que proyecta en las películas es enorme y la emoción que transmite, inconmensurable".
Rickman mencionó una vez este secreto en una entrevista que concedió en 2011 a la emisora irlandesa RTE: "Rowling compartió conmigo un detalle que prometí que nunca desvelaría a nadie, y nunca, nunca lo haré [...]. Para mí era una información crucial, que me hizo profundizar por esa vía en lugar de por otra".
Según el actor, Rowling no le contó ningún elemento más de la trama, así que tuvo que "comprar los libros como todo el mundo para descubrirlo".
En una carta publicada en la revista Empire Magazine, Rickman también explicó que Rowling le dio esa información por teléfono, cuando sólo se habían publicado tres de los libros de la saga. Esa "pequeña clave" convenció a Rickman de que "en Snape había mucho más que un inalterable disfraz".
Ha aparecido en Maléfica y ha puesto voz a algunos personajes.