Entrevista con Mario Casas: "No leo nada sobre mí"
Son casi las seis de la tarde y no ha comido nada. Así que es normal que aparezca con la boca llena tras engullir uno de esos pedacitos de tortilla o un poco del jamón que tiene en el plato combinado que apoya sobre una butaca de cine. Mario Casas (A Coruña, 1986) aparece en la penumbra de la sala escondida dentro de las instalaciones de la productora Warner.
Más alto y menos Mario Cachas de lo que uno se lo espera, Casas luce con barba de algo más de tres días, besa, saluda y pide que, pese a que efectivamente no le ha dado tiempo a comer por la intensidad de la promoción de Palmeras en la nieve, empecemos la entrevista. Con una docena de películas a sus espaldas, el actor se enfrenta ahora al reto de dar vida al protagonista del que fue un libro superventas (más de 600.000 lectores han pasado por las páginas de la novela de Luz Gabás).
La historia de amor entre Kilian y Bisila (Berta Vázquez, también su pareja en la realidad) en la Guinea colonial de finales de los años cincuenta, en un entorno político-social hostil y con el viento totalmente en contra, llega a las pantallas el viernes 25 de diciembre, el día de Navidad. Y él asegura que, pese a lo largo del rodaje, ha estado encantado de vivir esta aventura.
EL HUFFINGTON POST: Ya queda muy poco para el estreno de Palmeras en la nieve…
MARIO CASAS: Me va a dar pena acabar, la verdad. Y más cuando haces un equipo tan bonito como es este de Palmeras en la nieve, con un gran amigo como es Fernando [González Molina, el director], con gente importante que de repente aparece en tu vida… En el grupo estamos muy contentos, tenemos muchas ganas de estar juntos, de disfrutar la peli, de promocionarla, porque ha sido una película muy especial para todos nosotros.
PREGUNTA: Eso es lo que contáis todos…
M. C.: Es que es la verdad. Con Adriana por ejemplo me crucé tres veces, porque interpretaba el presente y yo el pasado. Es maravillosa, aunque quizá hemos tenido menos cercanía. Pero después nosotros, especialmente los del pasado, como vacilábamos, hemos hecho un gran equipo. Creemos que hay una película muy especial, muy hecha para el público, para que se emocione y se quede en la butaca dos horas y media y viva su viaje personal.
PREGUNTA: Aunque la gente tiende a encasillarte tú haces cosas muy distintas, y ésta lo es realmente. ¿Cómo crees que va a vivir la gente esta película, cómo la va a ver?
M. C.: Habrá gente que le guste y otra que no. A los que les guste creo que les va a encantar. Creo que es la típica peli que no sé si hay término medio: o te fascina o a lo mejor se te hace un poco larga. Lógicamente son dos horas y media, no entras y se te puede hacer larga, pero si te gusta la vas a amar, te vas a emocionar, te vas a hacer totalmente cómplice de la historia, del viaje de los personajes.
Ayer teníamos un pase aquí [en la sala de cine de las oficinas de Warner] cuando llegué y había tres chicas treintañeras que estaban llorando, acababan de salir de ver la peli. Eso es maravilloso, que las películas al final te lleven a esos estados, que las vivas y hagas tu viaje. Yo creo que uno de los mejores que lo sabe hacer es Fernando [García Molina], sabe llegar muy bien al público, sabe lo que exige, lo que quiere y los hace partícipe de ello.
PREGUNTA: Tú trabajas mucho con él y te gusta trabajar con él.
M. C.: Ojalá me siga llamando y siga contando conmigo. Sé que para la próxima no…
PREGUNTA: Eso ha dicho. Que porque de chica no puedes hacer.
M. C.: Lo haría, se lo he dicho, que si quería lo podría hacer [risas]. Ahora nos separamos, va a ser durante unos añitos. Pero sé que nos volveremos a encontrar, tiene en mente algún proyecto más en el que me tiene ya medio situado. Nuestro camino se volverá a encontrar porque ha sido así, hemos ido de la mano durante muchísimos años y así va a ser seguro. Creo que nos necesitamos en lo profesional y en lo personal.
PREGUNTA: Porque esta peli ha sido larga ya de por sí…
M. C.: Para nosotros cinco meses, para él han sido tres año: dos meses en Canarias, hicimos un pequeño parón; mes y pico en Colombia, con otro parón; tres semanas en Huesca. Han sido como cinco meses de dilatación de rodaje, es largo, hoy estamos en las siete y las ocho semanas de rodaje o menos. Pero para él han sido tres años, un viaje muy, muy fuerte. Todos tenemos muchas expectativas, queremos empujar a que vaya bien, tener buena energía. Hay un trabajo de equipo, sobre todo de Fer muy fuerte. Se merece, por todo lo que ha hecho y ha conseguido con esta película, que le vaya bien.
PREGUNTA: ¿Qué ha sido lo más fácil de esta película?
M. C.: En el cine no hay nada fácil. Ya no en el cine, sino en los trabajos en general. Y si algo es fácil es que hay un problema: es que te estás amoldando, estás confiado. Y a la larga te puede llevar a baches y a tropezones. Creo que hay muchas cosas divertidas en este rodaje, pero el irse a Colombia en una avioneta en la que solo caben ocho personas, que eso parece que se va a caer todo el tiempo durante una hora, a playas vírgenes donde ves tribus reales, a la selva después donde ves serpientes, ves lagartos, ves tarántulas, ves cascadas… Eso es impagable, tener la oportunidad de viajar así y de conocer mundo y meterte en la selva… es maravilloso.
PREGUNTA: ¿Y qué ha sido lo más duro del rodaje?
M. C. Esta es una película que en total hemos tardado seis meses en hacerla. Es muy complicado meter en un día de rodaje todo lo que se debería. Está hecha en muy, muy, muy poco tiempo para lo que después Fer ha conseguido. Era muy difícil, si hablamos de la interpretación, era muy difícil para mí y requería mucha concentración, que yo a las nueve de la mañana, o a las siete, cuando entraba a trabajar, tenía 19 años, 20, en la historia, y en la siguiente secuencia tenía 36.
Para mí eso era bastante complicado, tenía que mantener cierta concentración, tener muy claro el guión, lo que queríamos contar, desde antes de empezar la película, en cada secuencia, tenerlo apuntado en apuntes, en post-its, para que no se nos escapara a ninguno, porque eso se podía convertir en un error importante.
PREGUNTA: Tú haces películas muy distintas, pero es verdad que muchas veces se te encasilla. ¿Crees que esta llega para romper con el estereotipo de Mario Casas?
M. C.: ¿Tú crees? ¿Tú crees que esta va a ser la peli…?
PREGUNTA: ¿Tú cómo lo ves? ¿Tú crees que no… o te da igual?
M. C.: No, no, a mí me da igual. A mí me afectó, este tipo de cosas que te quieren encasillar y te quieren poner una etiqueta [se queda pensando en algún momento del pasado]… Al final yo no soy el que da la etiqueta, el que escribe los artículos, el que escribe los guiones, el que está en una serie y te mandan que hagas una serie de cosas, yo no hago todo eso. Al final soy un trabajador más y esto es parte de la profesión, del trabajo y de todo esto. Antes lo podía pasar peor, cuando era más niño y escuchaba cosas que lógicamente te hacen daño.
Pero di un cambio hace unos años. Para empezar dejé de leer cosas. A veces te pasa un amigo, un familiar: 'Oye, mira lo que han dicho'. Y dije: 'No quiero leer nada'. Porque lógicamente leer algo así te hace daño. Todo eso lo he pasado. Mira, tengo 29 años y me están dando la oportunidad de hacer lo que me gusta, me están regalando historias como Palmeras en la nieve que es mágica, trabajar con grandes directores en grandes películas… Yo con eso es con lo que me quedo, eso es lo importante.
PREGUNTA: ¿Y no lees nada de ti? ¿No te pica la curiosidad?
M. C.: No… En las redes sociales he leído alguna cosa, alguna vez. En Twitter, o ahora que tengo Instagram, que te saltan los primeros mensajes: 'Es que nunca contesta, es que nunca habla'. Pero porque no me meto a leer nada porque me parece que no, que no… Aunque yo sé que la gente te muestra muchísimo cariño, pero en todo eso también hay cosas que... Yo creo pero ni para bien ni para mal, no hay que confundirse. Para mí las redes suponen agradecer a la gente con información, con mi trabajo y creo que se basa en eso. Intento no leer nada. Bueno, a veces te pasan alguna tontería de 'Mira, léete eso'.
Es igual que las entrevistas. Cuando estás en una promoción lees de ti cualquier cosa, sobre todo en los titulares. Y muchas veces, hablaba el otro día esto con un periodista, el titular es la pregunta del periodista. A mí me preguntan una serie de cosas y yo digo: 'Sí'. A mí me preguntan; '¿Eres no sé qué?'. Y yo digo: 'Sí'. Y entonces: 'Sí, soy no sé qué no'. Este periodista me dijo que hoy en Internet lo importante es clicar, y pueden poner cualquier barbaridad.
PREGUNTA: No se debe… Pero es verdad que suele pasar.
M. C.: No se debe, no. Pero al final, los titulares que leo suelen ser las preguntas. Me preguntan: '¿Estás feliz en tu vida, en lo personal, Berta?'. Y digo, 'Sí, estoy feliz'.
PREGUNTA: Pero tú no has dicho '¿Estoy feliz con Berta?'…
M. C.: Por todo esto creo que hay que conseguir separarse. Hay que saber en qué terreno se está jugando. Pero sí respeto mucho, y a mí me tratan muy bien los medios, el periodismo, y dentro también de la crítica, dentro del cine… La verdad es que a mí me tratan muy bien. Habrá alguna cosa más puntual, pero me tratan muy bien. Pero si a mí me preguntan voy a responder, tengo un respeto y no voy a negarme a responder. Es parte del espectáculo.
PREGUNTA: ¿Y qué es lo próximo donde veremos a Mario Casas?
M. C.: Justo acabo de terminar Contratiempo, de Oriol Paulo, el director de El cuerpo, con Bárbara Lennie, Ana Wagener, José Coronado, Paco Tous. Es un thriller, de un empresario de 32-33 años, el más joven en llevarse el premio al empresario del año, un tipo con mucho éxito. Está casado pero tiene su amante (Lennie), pero se levanta un día y ella está muerta. Así que coge a una preparadora de testigos (Wagener) y tienen una sola noche para que él no entre en la cárcel el día siguiente, intentando recrear el puzle con flashbacks. Es una bestialidad de guión.
En primavera se estrena Toro, de Kike Maíllo, con Luis Tosar. Es una peli especial, yo creo que cuando la gente la empiece a ver se va a sorprender por el tipo de película que es. En tono, en fotografía, en interpretación, con el señor Sacristán, el señor Tosar, Ingrid García-Johnson… Y Los 33, que llega en enero-febrero. Y ahora con El bar, que empiezo [a rodar] en febrero con [Álex] de la Iglesia.
PREGUNTA: ¡Vaya ritmo!
M. C.: ¡Pero se han juntado! Es lo de siempre. Haces Palmeras… hace un año y medio; Los 33 hace dos años, Toro, tal… Y se juntan. Lo que tú haces en tres años, la ley de Murphy, que esto es así, hace que se junte todo. Y para un actor, y para distribuidoras y productoras, es un error. Porque al final ver constantemente a un actor en promoción por una peli y por otra da pereza. Después de la de Álex que es en febrero, si no llega el superproyecto, me gustaría irme a estudiar.
PREGUNTA: ¿Quieres descansar?
M. C.: Me apetece irme fuera, a una escuela de interpretación, no sé dónde todavía pero en inglés. Me apetece un poco una aventura.
PREGUNTA: Qué valiente. Teniendo aquí trabajo, vida personal…
M. C.: Hay que seguir, yo creo que no hay que estancarse. Uno se va haciendo mayor, y pienso que un actor es válido y se va haciendo mayor con sus vivencias. Si uno se estanca y no crece es difícil poder mostrar algo, sobre todo con la mirada: me parece que hay que arriesgarse, hay que probar cosas. Un actor debe aprender a montar a caballo, debe hacer esgrima, debe bailar, debe cantar… Eso lo hacen los americanos, son los números uno. Y Hugh Jackman canta, baila… Un actor debe seguir formándose haciendo lo que sea. Lo más fácil es estancarse y quedarse uno en su casa porque "supuestamente" hay trabajo. Creo que lo necesario es seguir creciendo para poder demostrar que se pueden seguir haciendo otras cosas.