Por qué una respuesta negativa hacia los refugiados solo sirve para ayudar al Estado Islámico
Un grupo de sirios muestra sus respetos por las víctimas en París.
Inmediatamente después de que el Estado Islámico se proclamara responsable de asesinar a al menos 132 personas y de dejar cientos de heridos en una serie de ataques terroristas en la ciudad de París el pasado viernes, varios grupos conservadores se lanzaron a vincular las políticas de inmigración europeas con los atentados. Sin embargo, hay expertos que advierten de que la retórica antiinmigración puede beneficiar a los extremistas.
La actitud crítica con respecto a la inmigración se ha intensificado después de que las autoridades francesas revelaran que se había encontrado un pasaporte sirio cerca del cadáver de uno de los terroristas. Todavía no se sabe cómo llegó hasta allí el pasaporte, aunque cada vez hay más pruebas de que sea falso y, además, también existe la posibilidad de que fuera robado. Sin embargo, quien llevara ese documento viajó desde Turquía, pasando por Grecia y por los Balcanes, hacia Europa Occidental.
Después de que se encontrara el pasaporte, el Gobierno conservador de Polonia anunció que no cumpliría el acuerdo de acoger a miles de refugiados por cuestiones de seguridad.
Otros políticos populistas de Europa, como el neerlandés Geert Wilders, apelaron a sus respectivos gobiernos para que cerraran sus fronteras y catalogaron a los inmigrantes musulmanes como una amenaza para la seguridad.
El sábado, Marine Le Pen, líder del ultraconservador Frente Nacional, pidió un control fronterizo estricto y la expulsión de los inmigrantes sin papeles de Francia. Mientras tanto, un miembro del Gobierno regional de Alemania, Markus Soder, se posicionaba en contra de la política de inmigración abierta de su país, argumentando que "los sucesos de París lo cambian todo".
Los partidos de la derecha europea identifican los ataques terroristas de París como una señal de que la inmigración supone una amenaza terrorista.
Más de 700 000 refugiados e inmigrantes han llegado a Europa en lo que va de año, la mitad de ellos, sirios que huyen de la brutal guerra civil en la que está sumida su país y de los ataques del Estado Islámico.
Europa ha luchado por encontrar una política común para manejar esta crisis humanitaria, que ha desembocado en un flujo masivo de inmigración sin regular. Las vallas fronterizas y otras medidas de seguridad no han conseguido evitar que la gente siga buscando asilo. Las rutas cambian constantemente y se buscan nuevas maneras de entrar al continente.
Los expertos en derechos humanos y los analistas políticos advierten de que las políticas de puertas cerradas por las que abogan los que apoyan las medidas antiinmigración podrían causar una mayor radicalización y agravar una crisis humanitaria que ya es terrible.
"Europa está pasando por un momento muy peligroso; los políticos de derechas se están aprovechando de esta horrible masacre para alimentar el sentimiento antiinmigrantes, pero es el momento de que Europa se pare a pensar en lo que le espera", afirma en declaraciones a The WorldPost Peter Bouckaert, director de emergencias de la ONG Human Rights Watch.
"Simplemente, es imposible que Europa detenga el flujo de personas que intentan llegar a Europa Occidental; seguirán llegando", explica Bouckaert.
Por lo tanto, los países europeos tienen que decidir entre continuar con el caos actual que suponen las llegadas clandestinas a Europa o establecer una política unificada que permita procesar y reasentar a los refugiados. "Con una política más coherente, será posible que la gente llegue a Europa de manera segura y legal", argumenta Bouckaert, "y se tendrán los controles de seguridad necesarios para evitar tragedias como esta en el futuro".
Los analistas cada vez están más preocupados por las consecuencias que tendrá una reacción violenta contra la población musulmana de Francia y de Europa.
"El sentimiento contra los musulmanes y contra los refugiados beneficia al Estado Islámico", asegura Shami Hamid, investigador principal de la Institución Brookings y autor en Políticas Islamistas. "A medida que va creciendo este sentimiento, los musulmanes franceses se sienten cada vez más alienados y vulnerables ante el reclutamiento extremista".
"Francia lleva mucho tiempo teniendo problemas para integrar a su población musulmana, y cuenta con una contribución desproporcionadamente alta de combatientes extranjeros contra el EI", explica Hamid. "Se trata de un problema más hondo que no ha ido a mejor, sino a peor".
Los ataques han alimentado la retórica antiinmigración también fuera de Europa, haciendo que los políticos estadounidenses discrepen en la manera de lidiar con la crisis de los refugiados que ha seguido a los ataques de París.
El pasado domingo, el candidato republicano a la presidencia Jeb Bush dijo en una entrevista para la CNN que la ayuda estadounidense a los refugiados debería basarse en la religión —priorizando la cristiana—, mientras que otros candidatos han pedido que se prohíba totalmente el reasentamiento de refugiados de Oriente Medio.
Bush declaró que la guerra contra el Estado Islámico era una "lucha por la civilización occidental", una afirmación que Hamid dice que beneficia directamente a la propaganda del grupo que define su lucha como una guerra apocalíptica entre defensores occidentales.
"Se puede oír a los republicanos decir que se trata de un choque de civilizaciones o de una guerra entre civilizaciones, y no se dan cuenta de que eso es exactamente lo que quiere el EI", explica Hamid. "Para mí está bastante claro, y me demuestra lo poco que comprendemos de la amenaza a la que nos enfrentamos".
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero