Arturo Pérez-Reverte: "Hasta la gente de derechas cree que Franco fue una lacra"

Arturo Pérez-Reverte: "Hasta la gente de derechas cree que Franco fue una lacra"

EFE

Hace ya muchos años que Arturo Pérez-Reverte posó su mirada literaria sobre los más jóvenes. Sus libros sobre el capitán Alatriste son, entre otros muchos aspectos, pequeños tratados sobre la España del Siglo de Oro que hoy son lectura obligatoria en muchos institutos. No sólo eso: el año pasado revisitó la obra cumbre de la literatura, El Quijote, para publicar una versión más digerible para los escolares.

Ahora el escritor de Cartagena se mete en lo que él mismo definiría como un fregado: explicar un elemento clave en la historia más reciente de España, la Guerra Civil española (1936-1939) a los más jóvenes, aquellos a los que el nombre de Francisco Franco sólo les suena vagamente. Si es que les suena de algo.

Presume el autor de El maestro de esgrima de que La Guerra Civil contada a los jóvenes (Alfaguara) está escrita "de forma concisa, objetiva y rigurosa, sin clichés partidarios ni etiquetas simples". Sale a la venta apenas dos semanas antes de que se cumpla el 40 aniversario de la muerte del dictador que gobernó con puño de hierro el país durante 39 años. Francisco Franco aparece reflejado en el libro, como no podía ser de otra forma, aunque no es ni mucho menos el protagonista de ‘su’ guerra civil. "La figura de Franco está asumida, hasta la gente de derechas cree que fue un dictador y una lacra. Eso ya nadie lo discute", cree Pérez-Reverte, quien representa al caudillo como "la cabeza de una máquina militar" que, con orden imponente, se impuso "al descontrol republicano".

UNA INTRODUCCIÓN A...

En estos años en los que se han publicado tantas "breves historias de…", Pérez-Reverte ha metido toda la tijera posible a la Guerra Civil hasta dejarla en el tuétano: sólo cuenta lo imprescindible, lo comprensible para esos jóvenes que necesitan de “una introducción” a un conflicto que vivieron sus bisabuelos. El novelista aspira a que, una vez terminada la obra, esos jóvenes cuenten con el bagaje suficiente como para profundizar en los conocimientos de hechos históricos como la batalla del Ebro, el bombardeo de Guernica o el sitio del Alcázar de Toledo. Confía en que su texto "ayude o incite a un profesor, a un alumno, a irse introduciendo en el tema y acudir a aquellos libros serios y rigurosos donde está la información. No se trata de acudir a un solo libro, sino a todos".

La Guerra Civil contada a los jóvenes no es, ni mucho menos, un librito de historia al uso. Es un texto de apenas 122 páginas acompañado de 30 ilustraciones de Fernando Vicente, quien dibuja el horror y el honor, la tragedia coloreada con sobriedad. Para ello ha optado por dibujos en grises y sepias pintados en caballete sobre acrílico y papel. "Para mí la Guerra Civil es en blanco y negro", confiesa Vicente.

LOS HECHOS INDISCUTIBLES

La idea de escribir un texto como este le saltó a Pérez-Reverte mientras leía un libro de texto en el que las muertes de Antonio Machado o Federico García Lorca se citaban de forma casi burocrática. Se detallaba cuándo y dónde habían fallecido, pero faltaba la clave: por qué. Fue entonces, ante esos intentos que el autor de Territorio comanche considera escamoteos de la realidad, cuando se decidió a ofrecer su perspectiva sobre el conflicto que marcó el siglo XX español. "La guerra se va diluyendo y los jóvenes tienen clichés muy elementales de uno u otro lado", lamenta. A los de menos edad le pueden llegar versiones "honestas" del conflicto, pero también "muchas deshonestas". Se trata, desde su punto de vista, de buscar (y encontrar) esos hechos indiscutibles de la confrontación, sin caer en los apriorismos ni las conclusiones tendenciosas.

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Entre esos "hechos indiscutibles" Pérez-Reverte sitúa uno por encima del resto: en 1936 "hubo un golpe de Estado ilegítimo contra un gobierno legítimo". Y otro: "Hubo una responsabilidad colectiva, general, de los dos extremos". Luego viene la tragedia.

Se trata, en definitiva, de contar, contar y contar. De no escamotear la Historia, con mayúsculas, de que los más jóvenes sepan qué sucedió, por qué y las consecuencias de la Guerra Civil. "Ocultando a los niños la realidad creemos que los protegemos, pero en realidad les dejamos indefensos. Deben ver que el mundo es un lugar peligroso. Ocultarles las tragedias es aún peor que contárselas mal. Es muy bueno que sepan, que tengan esa preparación mínima". Por eso defiende que retirar de la educación la parte correspondiente a la Guerra Civil "es un error". "Hay que hacer ciudadanos lúcidos, y eso se hace con historia, con conocimiento", subraya.

"La desafección de la gente joven es general. Si no les pones miguitas de pan, si no les das argumentos… Les hemos dado papilla con nata, despausterizada, tan mediocre y tan neutra… No hay sal, pimienta, acicate, motivación", critica.

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CHAVES NOGALES

El propio Pérez-Reverte —quien presume de no tener ideología, sino biblioteca— alaba la figura del periodista Manuel Chaves Nogales por ser el mejor narrador del conflicto bélico: "A la hora de ponerme a escribir intenté ser Chaves Nogales a mi modesta manera. Ha sido el padrino espiritual de esta obra". De hecho, los sobrinos del periodista fueron los primeros en leer los textos de La Guerra Civil contada a los jóvenes. Fueron "el primer contacto real con el público al que va dirigido el libro".

La dos España, el cainismo, la negación sistemática de las virtudes del otro… Todos estos han sido, con demasiada frecuencia, los elementos que han planeado en cualquier conversación sobre la Guerra Civil. Una responsabilidad que, piensa Pérez-Reverte, tienen sobre todo los políticos, quienes "han sustituido a los historiadores a la hora de hablar" de ese hecho histórico. "Esa sustitución está haciendo estragos muy grandes y este libro pretende discutir esa apropiación de los políticos".

Fruto de esa apropiación política nacen discusiones sin fin como la Memoria Histórica y hechos como que, todavía en 2015, existan 114.000 fosas de fallecidos en la contienda —fundamentalmente del bando republicano— a la espera de que sus familiares puedan desenterrarlos. "Si un bando sacó sus muertos de las cuestas en el año 39 por qué los otros no lo van a hacer. No es por memoria histórica, es por sentido común. Me parece justo y necesario que se haga eso. Lo que me sorprende es que no se haya hecho de una forma natural, sino que se hayan tenido que aprobar leyes".

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