NUNCA guardes la cebolla en el frigorífico
Si bien hay muchas virtudes que podríamos alabar de los frigoríficos, hay ciertas comidas que no deberían almacenarse dentro.
La nevera puede, por ejemplo, deshidratar el pan, reblandecer las patatas y endurecer la miel. Y, lo creas o no, esta norma se aplica también a las cebollas, que pueden permanecer en buen estado hasta treinta días si las conservas en las condiciones apropiadas (en un lugar oscuro, fresco y seco, pero no en el frigo).
Y la razón es ésta: cuando se enfría una cebolla, la atmósfera fría y húmeda del frigorífico convierten el almidón en glucosa (igual que le pasa a las patatas) y las cebollas tienden a tomar una textura más blanda o pastosa con mucha más rapidez. Además, como probablemente ya sabrás, impregnan el frigorífico y hacen que todo lo que hay dentro huela o sepa a cebolla.
Así que, en vez de en la nevera, lo que debemos hacer es guardar las cebollas, rojas o blancas, en la misma red en la que venían. Si lo prefieres, también puedes ponerla en un bol en un lugar fresco, seco y ventilado de la despensa. El Ministerio de Agricultura de Estados Unidos recomienda guardarlas a una temperatura de entre 7 y 10ºC (justo por encima del nivel de refrigeración), pero si no puedes encontrar un sitio tan fresco, mantenlas a temperatura ambiente. Y otra cosa, no guardes las cebollas en una bolsa de plástico, ya que necesitan aire para respirar. Asegúrate también de que las mantienes separadas de las patatas, porque éstas generan una humedad que puede acelerar la descomposición de las cebollas.
No obstante, esta regla antifrigo no se aplica a las cebolletas, puesto que tienen un mayor contenido de agua y necesitan el frío para conservarse.
Como truquito extra, si quieres llorar menos al pelar las cebollas, la asociación estadounidense de la cebolla, NOA, recomienda enfriar éstas unos treinta minutos antes de cortar la parte superior de la cebolla para quitar la piel exterior, y aconseja asegurarnos de que el extremo de la raíz quede intacto, ya que ahí se concentra la mayor cantidad de compuestos sulfúricos, que son los que nos producen tanta angustia.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Diego Jurado Moruno