Se busca aurora boreal: el secreto de las luces del norte
El otoño trae cada año a nuestras retinas las primeras fotos de auroras boreales. Todos conocemos la magia que transmiten esas imágenes, pero la emoción que produce ver una aurora en directo es una sensación que sólo conocen los que lo han hecho alguna vez. De pronto algo ocurre en el cielo: una luz empieza a moverse y el firmamento cambia de color. A veces por completo, como la imagen de arriba tomada a medidos de septiembre por La Viajera Empedernida en la ciudad noruega de Tromsø, y otras como si de una enorme serpiente zigzagueante se tratase.
Estamos inmersos en septiembre y, aunque a priori no es la mejor época para disfrutar de auroras boreales, cada vez aparecen más (y con más frecuencia) en el firmamento escandinavo atrayendo a cientos de visitantes de todo el mundo. El último informe de la Oficina de Turismo de Noruega recoge que el turismo de auroras boreales en el norte del país ha aumentado progresivamente y señala que en 2013 (año del que se tienen los datos más recientes) proporcionó unos beneficios de 200 millones de coronas noruegas (21 millones de euros) en la región de Tromsø.
Pero a pesar de esta creciente popularidad, las auroras boreales —tantas y tantas veces fotografiadas— esconden todavía secretos. Muchos se preguntan por qué se producen esas luces del norte (Northern Lights, como las llaman en el norte de Europa) o cuándo y cómo ver este fenómeno que conquista tanto a los habitantes de la zona como a los turistas. Aquí tienes las respuestas a estas preguntas y otras curiosidades sobre las auroras boreales:
QUÉ ES UNA AURORA BOREAL
"Las luces del norte son el resultado de la interacción de partículas solares (también conocidas como viento solar) con la capa superior de la atmósfera terrestre", explica Chiara Argese, investigadora del Observatorio Geofísico de Tromsø a El Huffington Post.
Cuando este viento solar, que viaja por el espacio a velocidades comprendidas entre 300 y 1000 kilómetros por segundo, choca con el escudo magnético de la Tierra es atraído por los polos (en este caso por el Polo Norte) y puede penetrar en su atmósfera superior liberando energía. "Si esto sucede, las partículas emiten luces de diferentes colores", continúa Argese. Esas luces son las llamadas auroras boreales, que suceden a unos 100 kilómetros sobre nuestras cabezas.
LAS HAY VERDES, ROJAS Y AZULADAS
Si piensas en una aurora boreal, la imagen que te viene a la cabeza es la de un enorme dibujo verde en el cielo. Es lo más frecuente, pero no todas las luces del norte tienen este color: también las hay rojas y azuladas.
Los colores dependen de la especie atómica o molecular que las partículas del viento solar excitan y del nivel de energía que esos átomos o moléculas alcanza. Las primeras (verdes) se producen porque las partículas emitidas están en su mayoría cargadas de átomos de oxígeno y su emisión se produce en altitudes altas (100-200 km), explica Argese. En el caso de las rojas, la emisión de oxígeno se produce por encima de los 200 km y las azuladas aparecen a 120 km por la emisión de partículas cargadas de nitrógeno.
NO SÓLO EN ESCANDINAVIA
Las auroras tienen un sitio favorito para aparecer: los óvalos aurorales, un cinturón que se sitúa alrededor de los polos geomágnéticos. "No hay que olvidar que mientras que las luces del norte (auroras boreales) se ven fácilmente en Escandinavia —Finlandia, Noruega y Suecia—, Estados Unidos y Canadá; éstas tienen sus gemelas, luces del sur (o Auroras Australes), que pueden verse en la Antártida, Nueva Zelanda y Sudamérica", explica esta científica.
Los polos serían los lugares más frecuentes para ver este fenómeno, pero eso no significa que no puedan aparecer esporádicamente en otros países como España o Italia. "No es frecuente que pase pero podría ocurrir en caso de una gran tormenta geomagnética", explica Argese. Así, en 1859, durante la tormenta solar conocida como Carrington Event, hubo brillantes auroras desde Francia a Australia, "¡y se llegaron a ver luces de norte en Cuba y Jamaica!".
Verlas resultaba más fácil entonces porque había mucha menos contaminación lumínica en las ciudades, igual que durante la Guerra Civil españolacuando pudo verse una enorme aurora en toda Europa, incluida la Península Ibérica. El fenómeno ocurrió el 25 de enero de 1938 y tuvo un tono rojizo.
AURORAS EN AUMENTO
La posibilidad de disfrutar de las auroras boreales ha crecido en los últimos años, y esto se debe a que "las tormentas solares son cada vez más frecuentes e intensas", señala Argese.
Eso ha hecho que tanto en 2013 como en 2014 fuesen se hayan conseguido máximos históricos de auroras boreales. Y eso que durante este último incremento "ha sido bastante pequeño", puntualiza la científica.
OTOÑO E INVIERNO, PERO TAMBIÉN EN VERANO
Las auroras boreales son caprichosas y exigentes. No aparecen todos los días y sólo se dejan ver en determinadas épocas del año y circunstancias.
El 21 de septiembre arranca lo que podría llamarse la época de las auroras boreales que termina el 21 de marzo, o lo que es lo mismo, que comprende las estaciones de otoño e invierno. Pero no siempre se dan en estas circunstancias, las auroras también se pueden adelantar a verano. Una muestra es la fotografiada en Tromsø o la tomada dos días antes en la isla de Senja (la segunda más grande de Noruega).
"Ocurren también en verano pero son difíciles de ver porque en los países del norte, donde se ven con más frecuencia, hay muchas horas de luz en esta estación y el cielo brilla hasta altas horas de la noche o incluso durante toda la noche", explica Argese. Knut Hansvold, guía turístico de Tromsø, lo resume en pocas palabras: "Las hay pero no se pueden ver por la cantidad de horas de luz".
NOCHES DESPEJADAS (Y MEJOR SIN LUNA LLENA)
Para verlas lo primero es, obviamente, que las haya. "Debe haber tormentas geomagnéticas para que las partículas solares puedan penetrar en la atmósfera", aclara Argese. Si se dan estas circunstancias, lo siguiente es que acompañen las condiciones meteorológicas: el cielo tiene que estar despejado y sin nubes.
Lo último es la situación. Lo más recomendable es buscar una una zona sin contaminación lumínica ("alejada de luces artificiales") y en el que el cielo "esté despejado y oscuro". Así, aunque los días de Luna Llena se puede ver auroras boreales, son más visibles cuando la luna es nueva. "Normalmente la mejor hora para verlas es entre las 11 de la noche y las 2 de la madrugada", añade esta investigadora.
CAZADORES DE AURORAS SOLARES
¿Y cómo saber si esta noche habrá auroras? La eterna pregunta no tiene una respuesta exacta pero sí es posible aproximarse a la respuesta. Los cazadores de auroras, que mueven a los turistas boreales hacia los lugares con más posibilidades de presenciar auroras, son los que más cerca están. "En realidad son expertos en meteorología que saben por el viento en que zona hay más posibilidades de ver más auroras. Lo que buscan es el cielo claro", explica Knut Hansvold.
También existen aplicaciones para smartphones que ayudan a localizarlas e indican cuándo y dónde verlas. Norway lights, Aurora Forecast o Aurora Alert son algunas de ellas.
MITOS Y LEYENDAS
No es ninguna sorpresa que estas mágicas cortinas verdes (y rojas y azules) que cubren el cielo las noches de otoño e invierno vengan acompañadas de mitos y leyendas. Aunque lo cierto es hay menos de las que cabría esperar dada la espectacularidad del fenómeno.
Dicen que los japoneses —ellos lo desmienten— creen que si conciben un hijo bajo una aurora boreal, ésta les traerá prosperidad en forma de varón. De ahí que en la región de Laponia se construyan hoteles con techo de cristal: como iglús en Finlandia, el hotel flotante que se abrirá en Tromso en 2016 o la Wolfcabin (cabina de lobos) del Polar Park con paredes de cristal.
Las otras leyendas son del pueblo sami. "Hay quien dice que es el espíritu de las mujeres que no han tenido hijos que están condenadas a vagar por el firmamento del resto de por vida", explica a El HuffPost un guía de la isla de Senja. También una leyenda lapona dice que la aurora boreal es la estela que deja un gran zorro que recorre el firmamento con su cola en llamas.
POR QUÉ AURORAS BOREALES Y NO LUCES DEL NORTE
Es raro oír a un español hablar de luces del norte, para nosotros son auroras boreales. Pero es igual de extraño escuchar a un escandinavo referirse a las auroras boreales, para ellos son luces del norte.
¿Por qué las llamamos así entonces? La explicación está en el siglo XVII, en concreto en el año 1619 y en la figura de Galileo Galilei, quien estudiaba este fenómeno. Según recoge la web de la Nasa, el científico tomó este nombre de la diosa aurora, diosa romana de la mañana, porque las luces que él veía desde Italia de mismo color del amanecer. "Tenía la idea errónea de que las auroras que veía eran la luz solar reflejada en la atmósfera", añaden en la web.
FOTOS CON TRÍPODE O UN SOPORTE FIJO
Muchos no se conforman sólo con ver una aurora boreal, quieren retratarla como símbolo inequívoco de que estuvieron allí. El reto no es fácil, ni siquiera para los profesionales, y se antoja imposible si no se cuenta con los medios necesarios. Estos serían:
- Un buen equipo fotográfico con el que se pueda hacer una exposición larga. "Con teléfonos móviles o similares es muy difícil conseguirlo", apunta Nani Arenas, La Viajera Empedernida. También es importante que ésta tenga un buen objetivo, a ser posible con estabilizador de la imagen.
- Un trípode sólido estable, o en su defecto una base fija donde poder dejar la cámara inmóvil
- Un disparador automático con el que lanzar la foto sin mover la cámara, aunque esto ya sería para muy profesionales.
Con estos tres dispositivos ya sólo queda disparar. En la web de Visit Norway realizan una serie de recomendaciones: desde desactivar el flash y los ajustes automáticos hasta mantener la cámara inmóvil pasando por el tiempo de exposición que debe empezar con una velocidad de obturación de 4 a 12 segundos y luego ir probando. Al final la foto acaba saliendo, o sino siempre quedará haber vivido ese momento mágico.