Lo que cuesta dormir de lujo: el ingente negocio de la ropa de hogar de alta gama
No es un tema baladí. El mercado mundial de la denominada ropa para el hogar se ha quintuplicado en la última década y ya forma parte de un subsegmento importantísimo del de la decoración. Lo que hasta hace unos años era un capricho de pocos se ha transformado en parte integral de la decoración del hogar: la ropa de cama y de baño de lujo. Algo que se ha extendido a la ropa especializada también para niños y adolescentes.
Las firmas para kids y teens como la estadounidense Pottery Barn ha crecido de forma exponencial en los últimos años gracias a la unidad de negocio destinada a los más jóvenes de la casa, porque hasta su creación no tenían competencia. Ha sido tal el resultado del negocio que otra de las grandes cadenas de ropa para el hogar estadounidense, Restoration Hardware (cotizada en bolsa), acaba de anunciar que también se suma a la moda de ropa de para la casa y el baño teen deluxe.
Ropa de cama para un dormitorio infantil comercializada por Pottery Barn
Desde la multinacional estadounidense aseguran que RH Teen y RH Modern están destinadas a cubrir "el creciente negocio de la decoración de lujo para estos segmentos poblacionales en materia de baño y habitación”. RH ganó en su segundo trimestre del año 506 millones de dólares (451 millones de euros), un crecimiento del 20% respecto al trimestre anterior.
Conclusión: las toallas y las sábanas de lujo están de moda. Pacific Brands, propietaria de la emblemática firma de ropa para el hogar australiana Sheridan, ha presentado en su último año fiscal los mejores resultados en ventas de su historia, con un beneficio de 191 millones de dólares (170 millones de euros) tras un crecimiento de las ventas del 13% en edredones, toallas y sábanas de lujo. Sheridan supone el 24% de Pacific Brands, cuyas ventas el año pasado fueron de 789 millones de dólares (704 millones de euros).
Según un informe de UBS sobre el mercado de la vivienda mundial —claramente en ascenso, sobre todo el de casas de lujo—, las empresas fabricantes de éstos artículos (un subsector que tradicionalmente ha sido conformado por empresas a menudo familiares durante generaciones) tienen como elemento diferenciador la calidad de sus tejidos, el control en la producción y el bespoke desde sus inicios.
Grandes firmas como la italiana Frette, la francesa Anne de Solène o la estadounidense Schweitzer cuentan con tiendas propias en Madison Avenue en Nueva York. Sus conjuntos de sábanas superan los 1.500 dólares (1.339 euros) y sus albornoces —según dicen, de un algodón extraordinario—, los 800 dólares (714 euros).
Ropa de cama comercializada por Frette
Con sede compartida entre Monza y Milán, Frette emplea a las mejores fibras y, probablemente, los artesanos mejor pagados del mercado para elaborar toallas, manteles, y ropa de cama que encarnan el lujo, el confort y la creatividad. Frette empezó como la marca para el hogar de la familia real italiana en 1860 y un siglo después tenía en su agenda más de 500 familias nobles. Hoy en día sus clientes son desde grandes cadenas hoteleras de lujo como el Ritz o Raffles, hasta multimillonarios que diseñan a medida la ropa para sus yates y sus mansiones. La francesa Garnier Thiebaut lleva mas de 180 años fabricando sus sábanas y mantelerías con telares y colores de los hilos tintados en Francia.
Es tal la fiebre consumista por la ropa del hogar —y el negocio en juego— que tampoco hay gran marca de alta costura que no haya apostado por esta unidad de negocio. Desde polo Ralph Lauren, hasta Etro, pasando por Hermès o Versace, la ropa de casa es un must tan importante como el resto de los objetos decorativos.
RECOMENDACIONES