Decoración para principiantes: guía básica sobre distribución
¿Te faltan metros cuadrados en casa? ¿Cuánto espacio necesitas para integrar salón y comedor? ¿Cómo sacarle todo el partido al baño? Ya no va a hacer falta que te hagas más esas preguntas, porque aquí tienes las respuestas.
La solución a las cuestiones reside en cambiar la mentalidad y aprender a exprimir a fondo el espacio del que dispones para generar ambientes acogedores y desahogados. Transforma tu casa mediante distribuciones lógicas y racionales, teniendo en cuenta las zonas de paso, los elementos estructurales o las medidas apropiadas para convivir en un espacio flexible y cómodo. Consigue amplitud integrando ambientes en un mismo espacio y haz que la vista circule con fluidez. Existen muchas posibilidades y aquí te contamos las fundamentales para cada estancia de la casa.
Dos conceptos básicos: respeta las zonas de paso y deja las ventanas libres de obstáculos para aprovechar al máximo la luz natural.
Foto: House of beatniks
En primer lugar, piensa en el conjunto. Define cuántos ambientes quieres crear y su lugar en el espacio. Es evidente que las dimensiones y la forma del mismo jugarán un papel fundamental para poder realizar una distribución correctamente:
- Los salones de planta irregular o los cuadrados permiten repartir las diferentes áreas de forma que se cree una línea diagonal imaginaria con la que se aporta mayor dinamismo y se aprovecha el espacio .
- Para los salones pequeños de superficie rectangular deberás situar los ambientes en línea. De esta forma dejarás un pasillo libre para la circulación.
Haz un plano a escala y dibuja los elementos que condicionarán la distribución, como ventanas, puertas, tomas de luz, antena, teléfono... El hecho de tener en cuenta los elementos fijos te ayudará a situar el mobiliario. La colocación de los sofás marcará la disposición global. Procura que se encuentren junto a un ventanal para aprovechar la luz natural, de modo que consigas un ambiente acogedor.
Un salón cuadrado te permitirá, por ejemplo, colocar los asientos —sofás, chaise longue, butacas…— enfrentados en forma de U. En los alargados es preferible colocarlos formando una L: un sofá y una butaca o un sofá con chaise longue será la solución ideal.
La distancia recomendable entre el sofá y la mesa de centro debe ser de 40 centímetros. Para que el espacio quede bien proporcionado, la mesa de centro debería medir un metro menos que el largo del sofá. En cuento a la altura, de 35 a 45 centímetros. Si sitúas el sofá en la pared más larga, coloca dos mesillas auxiliares separadas 20 centímetros respecto a los brazos del sofá.
En el caso que no te quede otro remedio y necesites colocar un sofá frente a una ventana, ten en cuenta que deberás poder abrirla con comodidad, por lo que deberás dejar una distancia de 80 centímetros. Los sofás de tres plazas suelen medir alrededor de 220 cm y los de dos, 175 centímetros aproximadamente.
Si el comedor y el salón comparten el mismo espacio, reserva la zona menos importante para la mesa y las sillas, ya que se trata de un espacio de menor uso. Elige una mesa que se adapte a las proporciones de la superficie. Si el espacio es cuadrado coloca una mesa cuadrada o redonda. Si la planta es rectangular elige una ovalada o alargada.
Foto: Laurent Munch
Entre la mesa de comedor y la pared es necesario que dejes unos 90 centímetros como mínimo, aunque la distancia ideal es de 120. De este modo se podrá circular alrededor de la mesa y los comensales podrán moverse y levantarse con cierta comodidad.
Cuando estamos sentados alrededor de ésta necesitamos 65 centímetros de ancho y 10 más si las sillas tienen reposabrazos. Por lo que una mesa de 200 x 80 cm podrá albergar cómodamente 3 personas en cada lado y dos más en los extremos.
Si no utilizas este espacio a diario puedes buscar otras opciones al clásico comedor. Véase una mesa estrecha con alas abatibles que pueda convertirse en una funcional pieza en cuanto la necesites. Las mesas extensibles son otra alternativa a los comedores estándar. En el caso de los espacios abiertos en los que salón, comedor y cocina comparten la misma planta, el office se convierte en el comedor principal de la vivienda. Respeta las mismas medidas y claves de circulación y disfrutarás más del ambiente.
De nuevo, ojo al tamaño del espacio. Es fundamental para poder encontrar la distribución que te permita aprovecharlo al máximo. En función de éste podrás colocar el mobiliario en forma de U, L, en paralelo, en línea, con una península o, en el caso de las de mayores dimensiones, con una isla.
Para racionalizar correctamente debes dividir la cocina en tres áreas diferenciadas: zona de aguas, de cocción y almacenaje. Estos tres espacios deben formar un triángulo imaginario, con lo que conseguirás reducir los desplazamientos innecesarios entre las zonas más comunes de trabajo. Nunca te olvides de dejar suficiente espacio de encimera para trabajar y apoyar junto a la zona de cocción y la de fregadero.
Foto: Laurence Garrisson/La Décorruptible
Más allá de estética y diseño, la cocina debe ser práctica. Debe tener la suficiente capacidad de almacenaje para guardar de forma ordenada todos los utensilios. Éstos son algunos consejos que debes seguir:
- En las zonas que sea posible, procura colocar muebles que lleguen al techo para ganar espacio de almacenamiento vertical. Recuerda poner arriba de todo aquellos utensilios que no utilices demasiado a menudo.
- Siempre que puedas, instala el fregadero frente a una ventana para aprovechar al máximo la entrada de luz natural. La zona de cocción nunca debe estar en esa situación por motivos de seguridad.
- Si alargas unos centímetros la encimera podrás utilizarla como una pieza extra para desayunar.
- La encimera debe tener una altura idónea para evitar malas posturas mientras estás trabajando en ella. Lo normal es que se sitúe a 85-90 centímetros del suelo.
- Entre la zona de aguas y la de fuego no puede haber menos de 60 centímetros en las cocinas de tamaño normal; 45 en las que sean pequeñas.
- Para las cocinas en paralelo debes dejar unos 130 centímetros de pasillo. De este modo podrás moverte con comodidad y los electrodomésticos y cajones se podrán abrir evitando que choquen entre ellos.
Para simplificar el recorrido dentro de la estancia y ordenar el espacio, alinea las piezas más importantes —inodoro, ducha y lavabo— en una misma pared. Podrás acceder a cada uno de los elementos de manera funcional y muy cómoda.
Coloca la ducha o la bañera al fondo, así aprovecharás mejor el espacio y obtendrás mayor sensación de amplitud.
Foto: Pereira materiales de construcción S.L.
Si creas uniformidad visual utilizando el mismo tipo de pavimento en todo el baño, incluso en el interior de la ducha, la percepción será evidentemente más sencilla por lo que percibirás el espacio como más amplio y agradable.
Por último, procura utilizar una mampara transparente para separar la zona de ducha del resto, en lugar de una opaca o tratada al ácido. De este modo, visualizarás las dimensiones del baño completamente y aliviarás la posible sensación de ahogo.
La cama es la pieza principal y más voluminosa por lo que dictará la pauta para colocar las demás piezas. Lógicamente, las puertas y ventanas, por ser elementos fijos, también jugarán un papel fundamental. Así, procura colocar la cama en un lugar donde incida la luz natural, cerca de una ventana. Intenta dejar un espacio libre alrededor de ésta de unos 80 centímetros para que el paso sea cómodo.
Foto: Masfotogenica interiorismo
Evita las piezas que no vayas a utilizar, sobre todo en dormitorios pequeños. Decántate por muebles multifuncionales: una cama con canapé abatible para poder almacenar la ropa de cambio de temporada, o, en su defecto, cajones con ruedas que puedas colocar bajo el de modo que cumplan la misma función.
Los armarios que coloquemos en la habitación, si no dispones de una estancia específicamente destinada a este uso, también requerirán un estudio a fondo para optimizar al máximo su ubicación y capacidad de almacenaje. Si la habitación es de dimensiones reducidas, procura colocar armarios con puertas correderas, ahorrarás el espacio que necesitas para abrir las puertas convencionales. Además, es aconsejable que los sitúes relativamente alejados de la puerta de acceso para evitar que el paso se vea entorpecido.