Falsos mitos sobre el 'tupper': cinco ideas que deberías erradicar
Internet es el vergel de las leyendas urbanas. Aquí ha nacido el pastafarismo, la religión paródica que adora al Monstruo del Espagueti Volador (Monesvol) o esa supuesta lechuza prehistórica descubierta por investigadores brasileños. Desde siempre, el castellano nos ha regalado el oído con términos como milongas, sandeces o majadería. Si queremos ir de techies, hablaremos de hoax. Y aquí te queremos desmontar los hoax más comunes sobre la cultura del tupper.
1. UN TUPPER ASESINO
La mala baba de los montabulos de Internet no conoce límites. En este caso llegaron hasta a citar a la escuela Johns Hopkins para difundir que calentar en el microondas un tupper podía provocar cáncer. El Johns Hopkins desmintió oficialmente esta información y adjuntó una serie de guías maestras, definidas por el gobierno de Estados Unidos, para los que quieran comer en estos envases.
2. MASCAR PVC
Otro de los mitos sobre el tupper es la transferencia. El intercambio a nivel químico entre dos objetos es algo que se produce en cualquier contacto. La clave, como indica la normativa europea, es que esos inevitables intercambios se produzcan en un grado que no afecte a la salud. Y es cierto que no todos los materiales o recipientes son adecuados para pasar por el microondas. Si quieres saber si con el tuyo estás a salvo, comprueba que lleva este símbolo.
3. TEMOR A LAS DIOXINAS
Analizar una reacción química es un poco como verle las tripas a una central energética. Entran unos materiales en crudo y sale un producto terminado. Y siempre hay un desecho. Es el caso de las dioxinas, su presencia en el organismo es muy difícil de erradicar. Se alojan en las grasas animales en cantidades ínfimas, pero su ingesta puede provocar a largo plazo problemas cancerígenos. Y la serie de emails contra el tupper incluían este dato concreto, afirmando que el envase podía sufrir la liberación de este compuesto al calentarse la comida en el microondas.
La información fue desmentida por el John Hopkins, pero nutricionistas como Juan Revenga recomiendan que, para minimizar el riesgo de transferencia de materiales, se puede optar por llevar un plato aparte y no comer con los cubiertos sobre el plástico. Otro truco que recomienda el Think Tank Nathional Searcher for Health Research, es no calentar directamente en el plástico la comida sino trasladarla a un plato.
4. SIEMPRE COMO LO MISMO
El tupper no tiene la culpa de lo vago que seas preparando tu menú. El mito del universitario que repite macarrones tras macarrones sólo es realidad por una falta de voluntad. Siguiendo un sencillo ciclo de tres alimentos, como recomienda Revenga en su blog, se puede tener una dieta equilibrada y saludable llevando la comida al trabajo cada día. Los tres alimentos a rotar son farináceos (pastas, legumbres, arroz…); verduras (crudas o cocidas); y carne y pescado para las proteínas.
5. EL PLÁSTICO ES EL MALO DE LA PELI
No lo es. La clave es conocer cómo usarlo. El simbolismo de los tupper en el que tienes que fijarte se divide en dos. Por un lado, el código de resina, que indica el material del envase. En The Green Guide, una página de salud de National Geographic, recomiendan como los más adecuados los que tienen el código 2 (polietileno de alta densidad, HDPE) y 4 (polietileno de baja densidad, LDPE) de los disponibles del 1 al 7. Por otro lado está el código que depende del fabricante. Fíjate en los dibujos que indican si se puede meter en el lavavajillas o no, si se pueden usar cubiertos con él o si es apto para meter en el horno.