15 ventajas de veranear en el pueblo que te darán ganas de irte al tuyo o buscarte uno (GIFS)
Estamos en plena temporada alta del verano, con lo que las playas y aeropuertos comienzan a llenarse de viajeros ansiosos por disfrutar de su descanso estival. Los destinos exóticos y costeros son los más deseados en estas fechas, aunque muchos otros emprenden un viaje quizá con menos glamour pero con muchas otras ventajas: al pueblo.
Bien sea porque se tiene una segunda residencia allí, porque se quiere pasar unos días con la familia o porque el presupuesto no da para otra cosa, numerosos pueblos de España aumentan su número de habitantes en estas fechas. Lo que a algunos les puede parecer unas vacaciones aburridas y monótonas esconde sin embargo multitud de beneficios, como pueden ser disfrutar de la calma, del entorno natural o de pequeños placeres que sólo se encuentran allí.
Aquí tienes 15 ventajas de pasar unos días en el pueblo que te van a dar ganas de hacer las maletas y volver al de tu infancia por unos días... o sacar el mapa y buscarte uno de inmediato si eres urbanita de toda la vida:
1. No te despertará el ruido del tráfico
Si durante el resto del año antes que tu propio despertador es el ruido del atasco de la mañana el que te hace abrir los ojos, en el pueblo nada te quitará el sueño. Y si canta el gallo, media vuelta y a seguir durmiendo.
2. Podrás aparcar el coche y desempolvar la bici
Di adiós por unos días a las grandes distancias y a pasar gran parte de tu día en el transporte público o conduciendo. Podrás llegar a cualquier sitio andando e incluso aprovechar para volver a montar en bicicleta.
3. Todo el mundo te conoce (o quiere conocerte) y te saluda
Vale, si buscas el anonimato quizá no es tu destino ideal, pero para unos días no está mal que los vecinos te saluden y se paren a hablar contigo. Eso sí, no esperes que te llamen por tu nombre, allí siempre serás el hijo de la Luisa, el pequeño de los Pérez o directamente se dirigirán a ti por el mote de toda la vida.
4. Reconectarás con la naturaleza
¿A quién no le sienta bien un poco de aire fresco? Podrás pasear por el campo, hacer excursiones a lugares cercanos, improvisar un picnic o pasar el día en el río si el calor aprieta demasiado.
5. Podrás salir a la calle con lo primero que pilles
Las chanclas y las camisetas de propaganda están permitidas. No está mal relajarse de cuando en cuanto a los dictados de la moda. De hecho, si vistes demasiado moderno rápidamente te conocerán como el rarito.
6. El tomate sabe a tomate
Y el pan está más rico, la fruta más sabrosa y las verduras son de foto.
(VENTAJA EXTRA: los bodegones que podrás montar para tu Instagram)
7. Podrás recuperar el hábito de la siesta
Después de una buena comida, nada mejor que unas horas unos minutos de sueño reparador. Todo un lujo que de lunes a viernes no puedes darte.
8. Todo suele ser más barato
Siempre hay excepciones (como la tienda de comestibles), pero los precios en los pueblos suelen estar por debajo de los de las grandes ciudades. ¿Otra ronda?
9. Podrás aprovechar para salir a coger moras
¿Acaso no es un placer salir a dar un paseo, coger las más maduras y comerlas directamente de la zarza?
10. Volverás a jugar al dominó
O a la brisca. O al mus. O al parchís.
11. Podrás salir a tomar la fresca
De pequeño te parecería un aburrimiento, pero es una oportunidad para pasar un rato agradable de charla a buena temperatura para acabar el día de manera relajada.
12. La rebequita y la mantita son necesarias
Al contrario que en la ciudad, por la noche refresca. ¿Recuerdas la sensación de tener que taparse en pleno verano?
13. Sabrás la hora por el sonido de las campanadas de la iglesia
Un sonido que raramente escuchas en tu día a día y con el que podrás olvidarte de mirar el reloj. Sí, también el del móvil. Con ellas también te enterarás de las noticias del pueblo: si hay bautizo, si alguien se casa...
14. Las verbenas, con sus pasodobles, sus agarraos y el Paquito Chocolatero
Sólo hay que perder la vergüenza y arrancarse con los pasodobles para acabar dándolo todo con las canciones viejunas de la orquesta (y aunque te cueste reconocerlo, pasártelo en grande).
15. Recordar lo mucho que brillan las estrellas
Siempre están ahí, pero la contaminación lumínica impide apreciar su belleza desde las ciudades. Por fin podrás aprenderte de una vez por todas cuál es la estrella Polar o dónde está la Osa Menor.