Esto es lo que el agua del mar puede hacer por ti... y lo que no
Está claro: a todo el mundo le sientan bien unas vacaciones, y muchos no dejan escapar la oportunidad de pasar algún que otro día junto al mar. El turista playero regresa revitalizado para afrontar los rigores del invierno. Añádase que el mar es una fuente casi inagotable de recursos, y que existen compañías dedicadas a rebuscar en el cofre de los tesoros marinos en busca de sustancias con propiedades medicinales; súmese que en esta época del año no hay revista o web de belleza y bienestar que no ensalce los poderes curativos del agua marina; y no necesitaremos más para correr hacia la orilla. Pero ¿es cierto? ¿Están realmente demostrados los beneficios saludables de los baños de mar, o es sobre todo un agradable y relajante placebo?
Desde la antigüedad se ha creído en las propiedades curativas de nuestro medio vital, el líquido que cubre el 70% de nuestro planeta y aporta entre el 60% y el 70% de nuestro peso. Griegos, egipcios y romanos exploraron la sanación de enfermedades mediante el agua en sus diversas modalidades: sola —hidroterapia—, en formas termales y medicinales —balneoterapia— o extraída del mar —talasoterapia—. En el siglo XVIII los europeos comenzaron a fluir hacia las costas, sobre todo a raíz de los trabajos de médicos británicos como Richard Russell y William Buchan, que recomendaban los baños de mar y la ingestión del agua marina como panacea medicinal. El furor por la playa y el mar ha perdurado hasta hoy, junto con la idea de que el agua marina es saludable. Pero lo cierto es que muchas de las proclamas no se apoyan en un verdadero fundamento científico suficientemente contrastado.
MITOS Y REALIDADES
Un ejemplo es la supuesta capacidad del agua de mar para potenciar el sistema inmunitario, algo que se repite con frecuencia en webs y revistas; y ello a pesar de que las referencias originales no aluden al baño sino a la ingesta de agua marina, una práctica que Russell puso de moda y que hoy perdura en círculos de terapias alternativas. Ciertos estudios sugieren que, in vitro o por ingestión, el agua de mar puede activar algunos componentes del sistema inmunitario, lo que se ha traducido en la equivocada creencia de que las células de la sangre pueden vivir en agua marina. Bajo estas afirmaciones yace el hecho de que tales estudios son promovidos por una compañía que precisamente comercializa estos productos, basados en la obra de un fisiólogo francés del siglo XIX que defendía la ingesta de agua de mar. Los resultados nunca han sido contrastados por fuentes independientes, al contrario que los riesgos de beber agua marina.
En realidad, son muy pocos los estudios que han puesto bajo la lupa los posibles beneficios de los baños de mar para la salud humana. Uno de esos escasos trabajos se publicó en 2008 en la revista Skin Research and Technology. Los científicos, del Departamento de Dermatología de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Francisco (EE UU), comprobaron que una dermatitis provocada experimentalmente por un detergente responde mejor al agua de mar que al agua destilada. El efecto se debía a que el agua marina mantenía mejor la hidratación de la zona irritada, algo en lo que se apoyan las afirmaciones de que los baños de mar mejoran la tersura y elasticidad de la piel. Sin embargo, el efecto solo se comprobó en tres voluntarios, y en cualquier caso era similar al que se lograba empleando únicamente cloruro sódico, o sal común.
LA TALASOTERAPIA, AÚN UN INTERROGANTE
Algo parecido sucede, en general, con la talasoterapia. Dejando a un lado el uso de otros tipos de productos marinos, abundan las fuentes que otorgan propiedades beneficiosas simplemente al tratamiento con agua. Las presuntas virtudes de la talasoterapia se repasan en un trabajo publicado en 2009 en la revista Journal of Coastal Research, pero sin apenas referencias específicas a estudios concretos sobre los efectos del agua marina. Uno de sus autores, Roger Charlier, profesor emérito de Geografía y Oceanografía de la Universidad Libre de Bruselas (Bélgica), explica a El Huffington Post que "en general, el baño de mar es beneficioso para los pulmones, particularmente para las personas con afecciones pulmonares. Podría proporcionar un potencial tratamiento adicional a los pacientes con problemas de garganta. Se ha recomendado y aún se recomienda a partir de niños de seis años".
Charlier apunta que estos tratamientos se están abriendo paso como especialidad médica; como ejemplo, señala que "hay una especialización en talasoterapia en la Facultad de Medicina de la Universidad de Lorraine [Francia]". Charlier concluye que los beneficios del agua marina para la salud son tantos que "haría falta una libreta para enumerarlos y explicar los efectos involucrados". Y por el contrario, son tan escasos los estudios científicos demostrando tales efectos que una revisión de la cuestión publicada en 2007 solo podía concluir: "El potencial terapéutico exacto de la talasoterapia todavía es esencialmente desconocido. Por tanto se necesitan mejores y más profundas pruebas científicas de su eficacia, en particular de sus efectos en el sistema músculo-esquelético y la piel".
Una excepción a lo anterior, al menos en lo que se refiere a los estudios científicos publicados, es el caso concreto del Mar Muerto. La extrema salinidad de este lago, situado entre Israel y Jordania, mantiene el cuerpo humano a flote y confiere al agua una extraña textura aceitosa. Desde hace años las sales del Mar Muerto triunfan en el mundo wellness, destacándose sus propiedades beneficiosas en dolencias de la piel como la psoriasis, la dermatitis atópica o el vitíligo. En 2005, un estudio de la Universidad de Kiel (Alemania) atribuyó a las sales de magnesio, predominantes en el Mar Muerto, la capacidad de mejorar la función de barrera de la piel, de mantener la hidratación y de reducir la inflamación en pieles atópicas. Los beneficios de las sales del Mar Muerto han recibido apoyo científico para los casos de psoriasis y artritis, según una revisión de estudios publicada en 1998. Otra más reciente, de 2012, encontró que el barro y la balneoterapia del Mar Muerto son "beneficiosos en enfermedades reumatológicas, incluyendo artritis reumatoide, artritis psoriásica, espondilitis anquilosante y osteoartritis de rodilla".
Una imagen del Mar Muerto.
BAÑARSE CON HERIDAS, UNA MALA IDEA
Sin embargo, todo el que no tenga el Mar Muerto a mano ni sufra de ninguna enfermedad relevante en la piel tal vez confíe en agarrarse al menos a uno de los efectos tradicionalmente atribuidos al agua marina, la capacidad de mejorar la cicatrización de heridas. Según indica a El Huffington Post James Diaz, médico del Centro de Ciencias de la Salud y profesor de la Escuela de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Luisiana (EE UU), "antes de la llegada de los antibióticos, se notó que los baños de mar y sobre todo los baños termales tenían efectos cicatrizantes". "El cloruro sódico y el sulfato de magnesio (sal de Epsom), añadidos al agua estéril o destilada, se emplean todavía hoy para empapar y lavar heridas", dice Diaz. De hecho, añade el médico, las aguas termales fueron las fuentes de las sulfonamidas, los primeros antibióticos antes del hallazgo de la penicilina. En cambio, para otros especialistas, lavar las heridas con agua salada no es aconsejable. Un estudio con ratas publicado en 2006 descubrió que el agua de mar empeoraba la inflamación y la cicatrización en las heridas producidas por quemaduras.
Pero incluso aceptando el agua salada como método recomendable para limpiar heridas, algo muy diferente es que el baño en el mar sea apropiado para ello. En esto sí hay unanimidad: contrariamente a lo que se cree, el agua marina no esteriliza; si así fuera, los océanos serían lugares sin vida. La Organización Mundial de la Salud advierte: “Las aguas de mar y saladas pueden contener microorganismos que pueden ser patógenos, incluyendo bacterias, protozoos y virus”. Según Diaz, que ha estudiado extensamente el campo de las infecciones bacterianas marinas, "el problema con el agua de mar no esterilizada es que mantiene a muchas bacterias, algunas de las cuales proceden de los humanos, como el cólera". Entre los contaminantes marinos más peligrosos se encuentran dos primos de esta bacteria, "Vibrio parahemolyticus y V. vulnificus, que pueden causar infecciones de heridas y sepsis fatal, especialmente en inmunocomprometidos y en aquellos con enfermedad hepática", detalla Diaz. Y por desgracia, no hay que irse a las aguas tropicales para encontrar estos microbios: en 2010, un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia detectaba la presencia de Vibrio vulnificus en la costa levantina.
¿Podemos al menos confiar en que nos sentimos mejor en las cercanías del mar? Los investigadores del Centro Europeo para el Medio Ambiente y la Salud Humana, en la Universidad de Exeter (Reino Unido), creen que es así. En el marco de un proyecto sobre los océanos y la salud humana, sus estudios muestran que quienes viven cerca de la costa disfrutan de una mejor salud general y mental; o mejor dicho, dicen disfrutar. Y aunque solo lo creamos, tal vez con esto podamos conformarnos.