Francisco de la Torre: "La imagen de la corrupción ha hecho un daño enorme al PP"
El pasado 24-M se dibujó un nuevo escenario político en España, marcado por un giro hacia la izquierda, los pactos y el derrumbe del Partido Popular. Después de estos comicios, Francisco de la Torre se ha convertido en el alcalde del PP con más poder, al gobernar la ciudad más grande ‘azul’, Málaga.
Licenciado en Sociología, doctor ingeniero agrónomo y especialista en desarrollo regional por la Universidad de Rennes (Francia), De la Torre (Málaga, 1942) lleva ocupando el despacho principal de la Alcaldía desde el año 2000, cuando Celia Villalobos fue llamada por José María Aznar para ocupar el Ministerio de Sanidad. En las elecciones de 2003, 2007 y 2011 arrasó en las urnas con mayoría absoluta, pero en estas de 2015 se ha quedado en mayoría simple y ha tenido que pactar con Ciudadanos para lograr el bastón de mando. Nuevos tiempos.
Se enfrenta a una legislatura en la que ya no vale el anterior concepto de mayoría. Pero él defiende la cultura del consenso y reivindica que ya la vivió durante su etapa en UCD. El poder local no tiene secretos para este veterano dirigente, que llegó a ser presidente de la Diputación de Málaga con tan sólo 28 años y consejero de Economía y Finanzas en la primera Junta Preautonómica de Andalucía (1978-1979).
Es una de las voces con más fuerza actualmente en el Partido Popular. Su apuesta se basa en una ciudad volcada en la cultura (acaba de inaugurar el Centro Pompidou y una sucursal del Museo Ruso), la innovación a través de Málaga Valley y el crecimiento del gasto social. Los problemas del Partido Popular pasan, a su juicio, por las medidas impopulares derivadas de la crisis, la imagen de corrupción y la falta de comunicación. Y mira a las elecciones generales: no descarta gobiernos de coalición y cree que Mariano Rajoy es el “candidato natural” del partido.
¿Cómo lleva ser el alcalde más poderoso del PP?
Le doy una importancia relativa, ya que lo relevante es que tenemos unos compromisos con los vecinos de Málaga. Sea la ciudad más importante que gobierne el PP o la cuarta o la quinta, el compromiso es el mismo. Hay que intentar hacer las cosas lo mejor posible desde el punto de vista de servir al bien común y con mucha transparencia.
Es alcalde desde el año 2000, ¿qué le queda por hacer en la ciudad?
Muchas cosas, y más en un etapa en la que la crisis golpea la economía. Vamos saliendo de ella, pero no a la velocidad que quisiéramos. Queda seguir fortaleciendo la estrategia de la ciudad, como urbe cultural, innovadora, tecnológica, capaz de atraer y retener talento, comprometida con el medio ambiente, la inclusión social y la accesibilidad. Nos queda también como tarea prioritaria activar el empleo, atrayendo inversiones e impulsando políticas activas de empleo, aunque no son nuestra competencia. Al mismo tiempo, vamos a hacer una política más intensa de cohesión social. Venimos trabajando en ello seriamente estos años y vamos a crecer más en gasto social.
En estas elecciones perdió la mayoría absoluta que venía cosechando desde el año 2003. ¿Por qué han penalizado los ciudadanos al PP?
Por bastantes razones, pero han sido dos fundamentalmente. Una es porque gobernar a nivel nacional en tiempos de una crisis tan dura como la que España ha tenido -con un costo del dinero en los mercados internacionales muy alto y el país generaba desconfianza- requiere de unas políticas que son evidentemente impopulares.
Hay que explicar y transmitir muy bien las causas de ese problema y la necesidad de un gran esfuerzo colectivo de solidaridad, con políticas sociales complementarias en todo lo posible y la necesidad de tener un país más competitivo. Hay que poner el acento más en el tema de la calidad de la Educación para todos, no sólo para una parte de la población, y que no haya fracaso escolar. Las cifras han sido muy altas, aquí en Andalucía el porcentaje de fracaso coincide prácticamente con el del paro.
Por otro lado, está el costo político de unas medidas que eran necesarias, pero había que explicar más y mejor. El PP ha estado ahí muy solo. El PSOE tiene mucha responsabilidad, por no haber tomado a tiempo algunas medias e, inclusive, al no haber creado con el PP un marco de política de Estado para que se hubiera hecho un gran esfuerzo, por ejemplo en Educación desde los ochenta para llegar a ser la Finlandia del sur. Desde esa década, se tenían que haber creado unos objetivos de transparencia en el país, que hubieran evitado casi el cien por cien de todos los casos del mal gobierno, de corrupción. Esta transparencia tenía que haber estado impregnando la vida de los partidos y hubiéramos evitado muchos casos que han tenido un efecto demoledor. No sólo en el PP, sino en las instituciones democráticas. En las listas del Partido Popular a nivel nacional se ha notado el efecto de estas cuestiones.
Muchos dirigentes en el PP han reconocido que los ciudadanos ven antipático a su partido. ¿Cree que lo pueden cambiar de cara a las generales? ¿Cómo?
Lo que urge, no sólo en el PP, sino también para la imagen de las instituciones, es hacer las cosas bien todo el mundo, impecablemente, de una manera eficaz, austera en el gasto, sensible en el gasto social, con transparencia, con cercanía y escuchando a la gente. Hemos tratado siempre de hacerlo aquí en Málaga, aún podemos mejorarlo y lo vamos a hacer. Hemos tenido una política con mucho contenido social, pero la vamos a acrecentar. Hay gente que lleva demasiados años en una situación difícil. Tenemos que articular medidas eficaces y solidarias.
Ha necesitado el apoyo de Ciudadanos para la investidura después haber logrado tres victorias anteriormente con mayoría absoluta. ¿Cómo es ahora depender de otro partido? ¿Qué relación mantiene con los naranjas? ¿Teme que le puedan dar la espalda en algún momento de la legislatura?
El diálogo ha sido cómodo, no ha sido complejo. Ha habido transparencia y lealtad y existe un compromiso de buscar y mantener la estabilidad. Además, hay una convergencia de programas muy alta, roza el cien por cien. Lo que más garantiza la estabilidad es hacer las cosas bien y que nos sintamos satisfechos ambas partes. Naturalmente, mi postura es abierta al diálogo con todas las fuerzas. Tengo a mi favor que fui diputado de UCD, de 1977 a 1982, y en esta etapa tuvimos una cultura del diálogo fuerte. Viví todo el consenso constitucional, los Pactos de La Moncloa, la puesta en marcha del Estado de las Autonomías, hubo muchos momentos de trabajo en común de todas las fuerzas políticas.
Después del 24-M, el líder del PP, Mariano Rajoy, ha hecho leves cambios en el partido y en el Gobierno sólo ha sustituido a José Ignacio Wert por Íñigo Méndez de Vigo en el Ministerio de Educación. ¿Se ha quedado corto para lo que se esperaba? ¿Cómo hay que interpretarlo?
El presidente ha querido incorporar nuevas caras en el PP que faciliten la comunicación, que es muy importante. Él mismo ha querido dar el mensaje de que quiere comprometerse también y dedicar tiempo al partido y no sólo al Gobierno. Eso facilitará la coordinación, la acción política y los mensajes del Ejecutivo y del PP. Me parece positivo. Y ha sostenido, y lleva en gran medida razón, que teniendo unos buenos resultados en la economía, el objetivo es ahora crear empleo con la máxima velocidad posible.
Lo ha resuelto de una manera satisfactoria y ha querido dar una visión de continuidad en una línea que tiene su mensaje político: este es el camino y los resultados en unas generales que se aparten de él pueden ser negativos para España. Ahí está el ejemplo de Grecia como contrapunto a una política que sí se ha hecho desde una ortodoxia correcta en España. El euro supone una disciplina para todos los países.
Lo importante, además de esos cambios, es que hagamos las cosas muy bien de aquí a las generales. No solo por razones electorales, sino también por convicción, por deber. España necesita buenos gobiernos en todos los niveles. La gente tiene que ver en los políticos de nuevo a gente preparada, desinteresada, generosa, solidaria, dispuesta a dedicar tiempo y esfuerzo para buscar el bien común.
¿Debe ser Rajoy el candidato a las generales?
Creo que es el candidato natural para las elecciones. Es el hombre que está al frente del Gobierno impulsando una política que va dando resultados en cuestiones clave como la economía y el empleo. No hay mejor política social que la generación de empleo. Personifica esa política mejor que nadie. Las cosas se pueden hacer mejor en comunicación, en transmitir a toda la sociedad que es necesario hacer ese esfuerzo y desde las instituciones debemos hacerlo y ser ejemplares y radicales contra cualquier política de mal gobierno. Es verdad que este Gobierno puede demostrar que nadie ha hecho más para enderezar estas cuestiones y crear cultura de transparencia. Pero se tarda un cierto tiempo en ver los resultados.
¿Qué le parecen las declaraciones del expresidente José María Aznar en una entrevista en ABC pidiendo una rectificación al PP “enérgica, creíble y suficiente” tras el 24-M?
La he leído muy rápidamente. Hay objetivos que plantea que se pueden ver reflejados en la política del Gobierno. Si dice que hay que estar con las clases medias y no subiendo impuestos, es algo que va a hacer y es objetivo del Ejecutivo. Tenemos un compromiso claro de congelación y bajada de impuestos.
Si plantea objetivos de cohesión territorial y social, este Gobierno ha hecho esfuerzos también claramente. Lo que es importante es que nos podamos sentir orgullosos los españoles de las otras partes, de las otras comunidades, que Andalucía se pueda sentir orgullosa de Madrid, de Cataluña, de Euskadi, y que Cataluña se pueda sentir orgullosa de Andalucía. Hay que crear un mecanismo de estímulo, de ver quién lo hace mejor en todos los planos, en eficacia, Educación, emprendimiento. Eso es un elemento de cohesión dentro de las dificultades que tiene compaginar la diversidad territorial con la cohesión nacional, pero es compatible. Hace falta tender puentes, mucho diálogo y sentido común.
Rajoy ha tachado de radical al PSOE y de pactar con “extremistas” en Madrid y Barcelona, ¿qué le parecen estas definiciones?
Creo que hay que dar un margen de tiempo en estos temas, no debemos en muy pocos días tomar posición respecto a lo que puedan ser o deducirse de los ayuntamientos que surgen de estos pactos, donde están presentes el PSOE y estas fuerzas más radicales o, en algún caso, con algún componente antisistema. Hay que dar tiempo a que el realismo y el pragmatismo, que siempre impregnan la vida local, hagan sus efectos.
Lo que creo que no es bueno es que el PSOE haya lanzado el mensaje de que pactan con todos menos con el PP y Bildu. Esa frase es muy negativa y muy poco entendible, no está a la altura de lo que se espera de un partido que debe tener una visión de Estado y de que hay dos grandes fuerzas en la democracia y otras emergentes que tienen su espacio. Aislar, descalificar, querer inhabilitar a otra fuerza no me parece correcto. Para mí, tienen respeto todas. Las emergentes también, y vamos a ver qué tal lo van haciendo.
Habla de visión de Estado, ¿estaría a favor de que hubiera una coalición de gobierno PP-PSOE tras las próximas generales dado el mapa fragmentado que se está creando?
Nunca he negado esa posibilidad. No descarto que pueda ser posible o conveniente, dependerá de muchos factores, del resultado y de los planteamientos programáticos. Puede haber una coalición PP-Ciudadanos, pero también PP-PSOE puede existir. Y puede haber otras combinaciones, no entro en ello porque no tengo una bola de cristal.
¿Cree que le ha hecho mucho daño al PP la imagen de la corrupción?
Evidentemente que le ha hecho daño, un daño enorme. Por eso me remontaba a los ochenta, porque creo que era el momento de haber hecho esos pactos, de acuerdos de Estado, de crear una dinámica de transparencia, de valores éticos, tanto a nivel de las instituciones como de partido político. Desde 1982, ha habido problemas que han afectado a la imagen de todas las formaciones, al PSOE, al PP, CiU. A nivel local, IU ha tenido también problemas. Desgraciadamente ha habido casos en todas las fuerzas políticas.
¿Qué sueldo se va a fijar?
El que tengo, que es muy moderado desde hace unos años: 62.800 euros brutos. Lleva ya años congelado, fruto de las reducciones que hemos ido haciendo desde 2008.
¿Será su última legislatura?
Lo he dicho durante la campaña porque se sostenía que no, que me iba a ir en seguida. Voy a estar los cuatro años, siempre que la salud me acompañe. Pero hoy tengo la sensación de que me puede acompañar, aunque estas cosas desgraciadamente te dan sorpresas negativas. Al final de la legislatura veremos. Lo más probable es que sea la última, pero siempre digo que veremos. Esa pregunta me la hacían en 2007 y en 2011.