Diez años de la primera boda gay en España: "Hasta entonces éramos marginados"
Carlos Baturín (67 años) y Emilio Menéndez (60) no son aficionados a las grandes celebraciones. Así que el 11 de julio conmemorarán de una forma sencilla el décimo aniversario de su boda. Comerán con la familia, organizarán una cena con los amigos y poco más. Pero su fiesta será la de muchos otros porque ellos, sin quererlo, son todo un símbolo: fueron la primera pareja homosexual que se casó en España.
El matrimonio entre personas del mismo sexo se había aprobado en el Congreso sólo unos días antes de su boda. El 30 de junio de 2005 se daba luz verde a la reforma impulsada por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. El 3 de julio la ley entraba en vigor. En cuanto escucharon que el Ejecutivo preparaba la nueva norma, Carlos y Emilio arreglaron todo el papeleo. Llevaban 30 años juntos (ahora ya van por 40) y no querían esperar más. Pero había otra razón para darse tanta prisa. Carlos no se acababa de fiar.
“Yo tenía todo el miedo del mundo. Tenía metido en la cabeza que iban a derribar la ley, pero pensaba que, por lo menos, los que estuviéramos casados seguiríamos casados. Es que en aquella época, con el comportamiento del PP, de la Iglesia... tenía mucho miedo”, explica Carlos, psicólogo de origen estadounidense, que recuerda aquellos tiempos como si hubieran pasado décadas.
Su miedo tenía una base. De hecho, el PP recurrió la ley ante el Tribunal Constitucional porque decía que las bodas entre homosexuales "desnaturalizaban" el matrimonio. Pero el Constitucional avaló la norma en noviembre de 2012.
"NOS CONVERTIMOS EN CIUDADANOS IGUALES"
Explican que su boda, que se celebró en el Ayuntamiento de Tres Cantos (Madrid), no cambió nada en una relación que ya estaba muy asentada, pero sí supuso un antes y un después en sus vidas. “Nos convertimos en ciudadanos iguales a los demás, con los mismos derechos. Hasta entonces sufríamos prejuicios y limitaciones. La gente también nos trataba de otra forma porque éramos personas marginadas”, zanja Carlos.
(Sigue leyendo después de la imagen...)
Emilio, asturiano de nacimiento y escaparatista de profesión, no duda en asegurar que el expresidente Zapatero, al que conocieron hace unas semanas en un encuentro organizado por El Mundo, les dio la “dignidad social” que no tenían. Por ejemplo, explica que “hay un montón” de situaciones para las que es necesaria una figura como la del matrimonio. “Tu pareja se pone enfermo y no tienes derecho a días por enfermedad de un familiar cercano; si hay un problema médico no tienes derecho a decidir por nadie porque no tienes ningún vínculo legal... El matrimonio no es sólo una cosa sentimental y de querer estar unido de por vida, sino una institución legal imprescindible para que la ley no te ignore”, explica.
Quizá por eso, Carlos y Emilio fueron los primeros de una larga lista que vino después. Desde la entrada en vigor del matrimonio igualitario, en España se han celebrado más de 31.610 enlaces entre personas del mismo sexo, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), lo que equivale al 1,72% de los más de 1,8 millones de casamientos registrados en la década. De ellos, el 61,40% han sido entre hombres. El máximo apogeo se produjo en 2006, cuando se oficiaron 4.313 bodas entre homosexuales. Paso a paso se va haciendo camino y cada vez más países legalizan el matrimonio igualitario. El último en hacerlo ha sido Estados Unidos, la semana pasada.
"INTENTAR CAMBIAR LA DICTADURA ERA IMPOSIBLE"
Carlos y Emilio tuvieron que pelear de lo lindo hasta llegar al altar. Su relación comenzó en 1975, cuando Franco aún vivía, y tuvieron que irse de España varios años. Se trasladaron a vivir a Estados Unidos. “Los homosexuales estábamos perseguidos de por sí, pero si tenías pareja y querías convivir con ella se complicaba aún más la cosa. Estaba muy mal visto que unos jóvenes vivieran juntos sin ser familia. Los vecinos, no todos, te miraban con mala cara y te decían cualquier cosa y tenías que aguantarte”, recuerda Carlos, quien subraya que no fueron cobardes al irse. Pero… “Intentar cambiar la dictadura era imposible y lo más fácil era marcharse”, admite.
Emilio afirma que en la época de Franco no podían “ni salir a la calle”, así que no volvieron a España hasta que el dictador “se murió y lo enterraron bien enterrado”. Subraya que lo importante no es el sexo de las personas, sino el amor que hay entre ellas. “Las personas son las mismas, lo único que cambia es con quién viven y con quién se acuestan”, destaca. Por eso, se toma con humor los datos que apuntan a que los matrimonios homosexuales son más estables que los heterosexuales.
(Sigue leyendo después de la imagen...)
“Lo son hasta ahora porque los primeros en casarnos hemos sido parejas muy consolidadas, los que llevábamos años y años esperando. Y entonces no ha habido tantos divorcios. Supongo que cuando se empiece a casar la gente más joven será como con los heterosexuales”, apunta.
Las cifras le dan la razón. El 6,56% de las uniones homosexuales terminaron en una ruptura, mientras que por cada 10 bodas entre hombres y mujeres hubo 6,6 rupturas en el mismo periodo de 10 años. En cualquier caso, los divorcios entre homosexuales no han parado de crecer año tras año. En 2007 se produjeron los 59 primeros, según el INE, mientras que el 2013 la cifra llegó a los 549.
"LAS COSAS NO SON IRREVERSIBLES. HAY QUE LUCHAR"
Emilio y Carlos celebran que durante su viaje juntos han sido testigos de cómo España se transformaba en un país mucho más tolerante y abierto. Pero advierten de que aún queda mucho camino por delante. “La homofobia en los institutos está creciendo, también entre la juventud. Queda una labor de vigilancia y de velar por todas las libertades. Las cosas no son irreversibles, hay que tener la vista puesta en los derechos que se han obtenido y luchar para que no se pierdan”, alerta Emilio.
Carlos lamenta que aún existe “mucha homofobia en España”, que se aprecia en detalles que parecen no tener importancia. “Uno se cansa de escuchar a los chavales, y a los no chavales, llamar maricón a otros. Quizá no sienten lo que están diciendo, pero los que tenemos una edad sabemos que, antes, cuando te llamaban maricón lo siguiente que escuchabas era la hostia que te pegaban. Hay que cambiar muchas cosas”.