El calvario de Buddy: el perro retenido desde el viernes en el aeropuerto

El calvario de Buddy: el perro retenido desde el viernes en el aeropuerto

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Este es Buddy. Un cachorro recién llegado desde Nueva York a Barcelona, cuyo chip no pudo ser leído a pesar de tener todos los papeles en orden, y que ha tenido que permanecer desde el pasado viernes, retenido y solo, en una sala del aeropuerto debido a que no es legal que entre en el país. Este lunes se ha llegado al acuerdo de que tendrá que cumplir hasta 21 días de cuarentena y se le deberá colocar un nuevo chip para poder finalmente irse a casa con sus dueños.

El pasado viernes, tras siete u ocho horas de viaje, Buddy aterrizó en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona. Viajaba en un transportín desde Nueva York, donde reside el hermano de Irene Sola, la nueva dueña del animal, que ha decidido adoptarlo al recibir la noticia de que el perro de su hermano había tenido cachorros.

“Lo mandaban desde Nueva York con todos los papeles firmados por los veterinarios de allí. Tenía el chip y había pasado todos los controles americanos”, cuenta su dueña, Irene, a El Huffington Post. Cuando su marido fue a buscar al animal y lo sacaron del transportín para hacer los últimos papeleos, el lector de chip no reconocía el de Buddy, y la encargada del aeropuerto les comunicó que no podían llevárselo.

LA VETERINARIA NO LO CONSIDERÓ UNA URGENCIA

Les ofrecieron entonces tres opciones: encontrar un lector válido para el chip del cachorro, la repatriación del mismo o, en el último caso, sacrificarlo. “Probamos hasta 17 lectores de chip, pero ninguno valía”, explica Mercedes, amiga de la familia, que ha creado una petición en la plataforma change.org para que se solucione el caso. “Llamamos a la veterinaria del aeropuerto, pero era viernes por la tarde y no consideró que la situación del cachorro fuese una urgencia. Así que nos contestó que volvía el lunes”, cuenta.

Mientras repasaban todos estos trámites, Irene y su familia se preguntaban quién daría de comer al animal y quién se ocuparía de que estuviese en buenas condiciones. “Supuestamente lo llevaba una empresa del aeropuerto llamada WFS que cobra por estos servicios”, explica Mercedes, “pero el perro no estaba con ellos, estaba en Iberia. La noche del viernes no lo sacó nadie del transportín ni le dieron de comer o beber, y cuando lo hicimos nosotros, estaba en unas condiciones horribles, sin nada de higiene y muy asustado”, añade. WFS les comunicó que era Iberia quien debía hacerse cargo, mientras que la compañía lo negaba.

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Irene, la dueña, jugando con Buddy en el aeropuerto

Ante la creación de la petición en change.org, empezaron a aparecer varias personas y asociaciones voluntarias que se ofrecieron a ayudar a Buddy. Una de ellas fue Tamara Díez Pérez, una abogada sensibilizada con el tema del maltrato animal que lo primero que hizo al tener constancia del caso fue asegurarse de que el perro estaba bien. “Entonces me puse en contacto con la dueña y les ofrecí mi ayuda. Ellas habían presentado una demanda por maltrato animal pero la jueza dijo que no era el caso, y fue entonces cuando empezamos a pedir la opción de cuarentena”, explica a este diario. “Ha sido un proceso muy complejo. El problema fue que el viernes nadie propuso esta opción, ya que en las comunidades autónomas no tienen una lista de centros donde se pueda llevar a cabo la misma”. Por otro lado, asociaciones como APAN, FAADA o PACMA, además de muchos veterinarios anónimos, se han puesto a su disposición.

Ha sido el personal de seguridad quien ha velado por la situación del perro cuando sus dueños no podían visitarle. “La policía y los guardias de Iberia se han portado fenomenal. Han sido estupendos y eso que ellos no tienen la obligación de cuidarle”, agradece la dueña.

Tras el primer día de tensión, las condiciones del animal mejoraron. Desde el sábado se encuentra en una sala limpia y con el transportín abierto para poder estirar las patas. El veterinario de Nueva York se puso en contacto con los de Madrid para asegurar que todo corría de su responsabilidad y que si hubiese que ponerle otro chip, correrían de su cuenta todos los gastos. Pidió que, por favor, no le hiciesen hacer el viaje de vuelta ya que “puede ser una experiencia traumática para un perro tan joven”, pero no fue suficiente.

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Este es el email que mandó el veterinario americano

Finalmente, tras varios días de presión e insistencia, este lunes el Ministerio de Agricultura ha comunicado a la familia que se han concedido 21 días de cuarentena al animal para colocarle un chip nuevo, y será entonces cuando podrá reunirse con su nueva familia, que lo espera ansiosa. “Por fin se está acabando de solucionar todo, después de este calvario. Mañana empieza con la cuarentena”, explica Irene. “La queja que tengo es el trato que hemos recibido. Sé que las veterinarias han hecho su trabajo, pero me ha molestado la falta de empatía. El chip es un instrumento informático que puede fallar. Si no funciona, ¿no hay otra opción?”, concluye.