Óscar Jiménez, el hombre que hará el Camino de Santiago en silla de ruedas con un fin solidario
La vida de Óscar Jiménez tiene un antes y un después del 3 de marzo de 2012. Aquel día, con 33 años, entró en un quirófano del Hospital Comarcal de l’Alt Penedès para operarse de una hernia discal y ya nada volvió a ser igual. Según su relato -el caso se está investigando judicialmente- durante la intervención le reventaron el saco dural, “que es donde va el líquido cefalorraquídeo”, y terminó en una silla de ruedas. Ahora prepara el reto de hacer así el camino de Santiago con el objetivo de recaudar dinero para investigar las lesiones medulares.
“Me reventaron el saco, no se dieron cuenta en el quirófano y me mandaron a la habitación. Me quejaba y no me hacían caso, así que me dieron el alta a los 10 días con 40 de fiebre. El líquido me tocó muchas raíces nerviosas dentro de la médula espinal y me lesionó la columna. Estuve a punto de morir”, relata sin emoción, con voz resignada. “No podía moverme, no coordinaba bien los movimientos”, añade Óscar, que hace mes y medio se ha sometido a su séptima operación.
Toda esa historia la ha plasmado en un libro que ha sido un éxito de ventas en Amazon y cuya recaudación va íntegra a la asociación de niños discapacitados ‘Qui te a qui. País del cava’, de Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona), la localidad donde vive. La obra tiene un título de lo más descriptivo: Imposible, pero con ese negativo ‘im’ tachado. Un signo de su lucha diaria y de su temperamento optimista.
"O LEVANTAS LA CABEZA O TIRAS LA TOALLA"
“Te lo tienes que tomar de esta manera. Hay dos opciones: o levantar la cabeza o tirar la toalla. No hay más”, dice convencido Óscar, que hasta el día de la operación trabajaba como maquinista de excavaciones. Ahora es pensionista. “Llevaba una máquina de 100 toneladas para las obras grandes de AVE, autopistas, autovías….”, rememora nostálgico a la vez que añade que él no quiere ser ningún héroe. “Estar en una silla de ruedas con una lesión de estas características… es duro, no lo voy a negar. Pero intento hacer cosas para sentirme bien conmigo mismo, feliz, y ya está”, zanja.
Una de esas cosas es ese proyecto de recorrer en septiembre 700 kilómetros del Camino de Santiago en silla de ruedas: 100 kilómetros al día para terminar en una semana, durmiendo en los albergues.
Ahora busca patrocinadores que le ayuden a recaudar fondos para la investigación de las lesiones medulares en el Institut Guttman, “una referencia en Europa junto al hospital de parapléjicos de Toledo”. “Hoy por hoy, un daño de una lesión medular es irreversible, pero en los hospitales especializados hay muchísimas terapias e investigaciones. No quiero alcanzar un récord mundial de dinero, pero si recaudo un poquito para maquinaria de neurorehabilitación o bien para los investigadores, ya me quedaría más que contento”, asegura.
Subraya la importancia de máquinas como los exoesqueletos, que permiten volver a tener la sensación de andar. “Se pueden hacer muchas más cosas, pero faltan medios económicos y muchas de estas máquinas no están al alcance cualquiera”, lamenta.
De momento, ya ha conseguido el apoyo de siete comerciantes locales, que le suministrarán equipamiento deportivo, gafas de sol y comida para él y para un amigo, policía local, que le acompañará en bicicleta.
Óscar necesita también recaudar fondos para, al menos, alquilar un batec, una especie de añadido a la silla con una rueda adicional y que tiene una batería con una autonomía de 30 kilómetros que se puede cargar en cuatro horas. “Si hiciera 100 kilómetros cada día sin eso, acabaría en el hospital”, argumenta, a la vez que explica que donde no llegue la batería tendrá que avanzar con la fuerza de sus brazos.
Todo para ayudar a que la vida sea un poco mejor para gente como él, que vio cómo un día todo cambiaba para siempre.